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El arquitecto del sigloHilario Apraiz, que cumplirá 100 años el próximo jueves, recibirá el mismo día un homenaje de sus colegas
José Basurto | Deia, 2010-07-05
Cuando le preguntan cuál es el secreto para conservarse tan lúcido y jovial a su edad, contesta con un acrónimo: "TYBA". ¿Y qué significa eso? "Tranquilidad y buenos alimentos". Con esa filosofía de vida y grandes dosis de bondad y honradez, Hilario Apraiz está a punto de llegar a los 100 años hecho un pincel. El jueves cumplirá el siglo. Por ese motivo, sus colegas del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro le rendirán un sincero homenaje. Porque a Hilario Apraiz lo que no le faltan son amigos. "Ya no hay muchos de mi edad", dice con retranca, pero reconoce que, junto a la familia, las amistades han formado parte de su patrimonio espiritual. Basta permanecer con él unos minutos en la calle para comprobar el cariño que le profesan los vecinos. A pesar de estar convaleciente de una operación de cadera por una caída fortuita en su vivienda, Hilario sale todos los días a pasear. Todavía mantiene la curiosidad por ver obras y edificios, algo propio de un arquitecto que ha "disfrutado" del ejercicio de la profesión.
Hilario Apraiz supo desde pequeño que quería ser arquitecto. "Me gustaba mucho el dibujo, pero también influyó bastante que un tío mío fuera maestro de obras", recuerda. Así que, tras estudiar en los Maristas y finalizar el Bachillerato en el Instituto, "cuando estaba en Atxuri", se fue a Barcelona a cursar Arquitectura. Atrás dejaba un Bilbao pueblerino donde Hilario había nacido, "un 8 de julio de 1910 en la calle Bailén", y donde se había criado sin tanto ruido y tubo de escape como ahora. Superados los primeros tres años de carrera universitaria, se vio obligado a hacer un parón por culpa de la Guerra Civil española. "Es lo más desagradable que he vivido", dice. Por eso, no le gusta hablar mucho del tema. Lo justo para explicar que estuvo en los dos bandos. "Primero me movilizaron los colorados y después, los azules". Y el capítulo de la guerra lo cierra diciendo que "aquello sólo trajo dolor y desgracias para todos".
Finalizada la contienda civil, retomó los estudios en la ciudad condal y volvió tres años después a Bilbao con el título bajo el brazo y muchas ganas de trabajar. Se colegió en 1942. Los primeros proyectos salieron de un pequeño estudio que instaló en una habitación de su casa. Poco a poco fue haciéndose un hueco en la profesión. "Yo siempre me he dedicado a la edificación. He construido en muchos sitios: Bermeo, Gernika, Muxika, Bilbao... y puedo decir que he disfrutado mucho con mi trabajo", confiesa.
Familia
Una satisfacción que se ha visto completada con la familia que formó tras casarse en la Basílica de Begoña con Carmen Intxausti, una mujer de Kanala con tanta vitalidad o más que él que está a punto de cumplir los 90 años. Van a llegar en unos meses a los 65 años de matrimonio y ambos reconocen que una de las claves de su éxito convivencial, además del amor y el respeto, es que "discutimos mucho, pero sin reñir". Tuvieron tres hijos: Karmele, Idoia y Josu, este último falleció hace siete años, algo que le entristece a Hilario y de lo que prefiere pasar página. Es el único episodio triste de una vida repleta de satisfacciones. "He tenido mucha suerte", dice, "porque me he encontrado una familia muy buena". Una familia que pasa los veranos en Kanala, en la misma casa donde nació su esposa. Allí, en la ría de Gernika, Hilario ha podido dar rienda suelta a todas sus aficiones deportivas, que han sido muchas y variadas. Con su padre se aficionó a la montaña y al ciclismo, y gracias a la ría de Gernika se hizo un experto balandrista y pescador. "Cogíamos unas doradas estupendas", comenta. Pero su amor por el deporte tampoco ha entendido de edades. A los 60 años se puso a aprender a esquiar. "Lo hice por los hijos, porque ellos esquiaban y yo me quedaba en el apartamento", explica. Una vez que supo manejarse con las tablas, recorrió con la familia las estaciones de esquí de los Alpes y los Pirineos. Así hasta que su mujer, que también esquiaba, y era más atrevida y lanzada que él, se rompió el fémur. Fue entonces cuando los hijos les prohibieron esquiar a ella y a él, que entonces tenía 80 años. "Disfrute mucho con el esquí", recuerda, "lanzándome por esas laderas de nieve en mitad de la naturaleza".
Edificios
Cambió las botas de esquí por los zapatos pasa pasear por Bilbao. "Siempre me ha gustado curiosear por las calles para ver los edificios que hacía la competencia". Gracias a esos paseos ha visto la metamorfosis que ha sufrido la capital vizcaina. "Hay cosas muy buenas y arquitectos muy buenos, pero lo que no me gusta es que se corre demasiado; se quieren hacer muchas cosas en poco tiempo". Le gusta el Guggenheim, visto desde La Salve, pero no le convence la Torre Iberdrola, ni las Torres de Isozaki. A Hilario le gusta el encanto de las Siete Calles, donde "hay edificios con mucha solera".
Fuente | Deia
Documentación
El arquitecto Hilario Apraiz revela la clave para llegar a los cien años
M.A. Vicente de Vera | El País, 2010-07-24
Un siglo de experiencia
El arquitecto Hilario Apraiz recibe un homenaje por parte de sus amigos y familiares al cumplir cien años
Txema Soria | El Correo, 2010-07-09
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