Arquitecturas desplazadas : arquitecturas del exilio español / [textos, Fernando Álvarez Prozorovich ... et al.].
[Madrid] : Ministerio de Vivienda, 2007.
282 p. : il.
ISBN 9788496387270*
Materias:
Arquitectura - Siglo XX.
Arquitectos - Biografias.
Biblioteca A-929:72 ARQ
"Arquitecturas desplazadas" recoge más de 150 trabajos y proyectos de 50 arquitectos, e incluye la reflexión de treinta y cinco personas vinculadas con el exilio arquitectónico. La exposición presenta una mirada sobre las arquitecturas del exilio español, arquitecturas “desplazadas” que dan cuenta además de la hospitalidad de diversos países que quedaron asociados al exilio español. Se presentan, entre otros, obras de Félix Candela, José Luis Sert, Antonio Bonet, Enrique Segarra, Ricardo Rivas Seva, Manuel Sánchez Arcas, Rafael Bergamín, Fernando Salvador, en países como México, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Argentina, Uruguay, Chile, Francia y Alemania. El Comisario de esta exposición es el arquitecto venezolano Henry Vicente, con la colaboración de arquitectos de México y otros países de Iberoamérica.
Reseña bibliográfica: Arquitecturas desplazadas: Arquitecturas del exilio español
Mónica Silva Contreras | Universidad Simón Bolívar | Argos., 48 (2008-06), p.113-115
Expuesto en la Arquería de Nuevos Ministerios, en una sala que destaca por su situación urbana, especial y particularmente grata para ver arquitectura, la exposición y la publicación del libro-catálogo Arquitecturas desplazadas han resultado un acontecimiento importante en Madrid.
Importante para numerosas familias que han visto recuperado el trabajo que cuarenta y nueve arquitectos hicieron dentro y fuera de España y que apenas había sido conocido en su país. Importante, entonces, para la historia de la arquitectura internacional y especialmente para la de América, en cuyos países ejerció buena parte de ellos. Importante para el autor de estas Arquitecturas desplazadas, quien involucró, además del trabajo riguroso y organizado del investigador, una especial relación con la imagen de cada uno de esos profesionales de la arquitectura moderna en un tiempo en que la disciplina se encontraba llena de contradicciones.
El trabajo de Henry Vicente ha sido el de un afanoso recopilador de información, el de un hacedor de datos casi perdidos, durante varios años hurgando en el trabajo y en las accidentadas vidas de los arquitectos que debieron dejar España debido a una guerra causada por convicciones políticas encontradas. Los rostros del exilio son los de estos arquitectos convertidos en activistas políticos o en soldados, que en medio del angustioso entorno de la guerra civil arriesgaron sus vidas y sus carreras para proteger el patrimonio cultural de su país.
Dos capítulos museográficos dejaron ver muy cercanamente, conmovedoramente, el entorno de la arquitectura que estos profesionales habían construido para luego mostrar, ya no como colectivo sino individualmente, el trabajo que hicieron en lugares que se apropiaron de su oficio y de los que ellos de apropiaron para hacerlo. Si en el trabajo de los arquitectos se refleja su formación y los lugares en que han vivido en el tiempo en que lo han hecho, Henry Vicente ha logrado que todo ese universo aparezca real, casi vivo, gracias a los preciosos documentos exhibidos en el montaje que ha resultado de su investigación. Dibujos de arquitectura, fotografías familiares, afiches institucionales, revistas y documentos personales se aglomeran alrededor de la imagen de los arquitectos y sus obras, en España primero y fuera de ella después.
En la introducción del libro-catálogo que ha quedado como testimonio de este trabajo, titulada "Exilios arquitectónicos", Vicente maneja la idea de diáspora. Idea vinculada a un encuentro, a los encuentros y a las transacciones culturales, a un intercambio entre el que llegada y el lugar al que llegaba, como herramienta imprescindible para mostrar esta arquitectura española que no pudo ser en España. Ésta sólo puede comprenderse si se entiende el exilio como "…un proceso que no fue unilateral, que involucró un profundo proceso de diálogo y encuentro, pero también de desencuentros; de adquisiciones y pérdidas" (p. 12), un paso o un camino que "nunca es una relación de una sola vía" (p. 21). El autor se apoya en las ideas de filósofos e historiadores previos para poder explicar la dinámica relación de los arquitectos con su entorno original y su entorno de adopción, un triángulo de espejos en que se hace impreciso el origen de las imágenes o de la luz que permite observarlas.
A la problematización conceptual y del quehacer cultural en el exilio, en el libro-catálogo le sigue la revisión historiográfica de esas arquitecturas desplazadas. Así, luego de exponer el aporte de los autores que iniciaron el registro de esta producción española en otros contextos europeos y americanos, el trabajo de Henry Vicente se suma a la construcción de una historia de la arquitectura que involucra varias miradas parciales y a la vez integrales desde España y desde los países que recibieron a estos profesionales. Miradas que los caracterizan como individualidades creadoras pero también como colectivo intelectual y político.
Las pistas para esta compleja visión las emprende, entonces, el propio Vicente en "De Europa y Asia. Elogio de la trashumancia", en que sigue los pasos seguidos por este medio centenar de arquitectos. Se trata de un aporte fundamental de la investigación, que da fechas y lugares de trabajo como partida para profundizar el estudio de su producción intelectual, vinculaciones políticas y, en suma, dar forma a esta cultura arquitectónica en el exilio. El mismo autor se ocupa "De Venezuela: la ficticia "ilusión" del destierro", en que Rafael Bergamín encabeza la lista de los llegados al segundo país que, después de México, más de estos arquitectos republicanos recibió. Fernando Salvador, Javier Yárnoz Larrosa, Francisco Iñiguez, Juan Capdevila y Amós Salvador se integrarían a las filas de profesionales que tanto aportaron a la arquitectura venezolana desde el Banco Obrero. Luego se integrarían a otras instituciones o al ejercicio privado y a ellos se unirían José Lino Vaamonde, Joaquín Ortiz García, José María Deu Amat, Urbano de Manchobas y Careaga y Eduardo Robles Piquer. Henry Vicente sigue estas huellas profesionales con el valioso aporte de datos concretos para edificios, planes urbanos y otras obras de las que la historiografía venezolana aún no daba cuenta.
Pero como al libro-catálogo han sido invitados otros autores, son ellos quienes han contribuido a probar que estas arquitecturas requieren de múltiples miradas para construir visiones parciales e integrales sobre sus variados panoramas. "De las Geografías e historias desplazadas" se ha ocupado Lorenzo González Casas, analizando el panorama latinoamericano, fundamentalmente el contexto venezolano, con las posibilidades que ofrecía, las opciones para permanecer y que en él se insertara la vida de estos arquitectos españoles.
Luisa Bulnez Álvarez se ha ocupado de los cuatro "Arquitectos exiliados en Colombia", su adecuación a este nuevo mundo con modos de trabajo distintos a los conocidos. Una a una son enumeradas sus obras, catalogadas funcionalmente, lo cual permite observar en términos tangibles un cuantioso aporte a la arquitectura local. "El exilio español en el cono Sur" ha sido abordado por Fernando Álvarez Prozorovich, ocupado con la obra de seis arquitectos que trabajaron en Colombia, Chile y Argentina, donde destaca la integración de Antonio Bonet a la experiencia profesional americana y su "volver" – el sueño de todo exiliado – con las lecciones aprendidas al ejercicio en España. Pasos fugaces, permanencia provisional o establecimiento definitivo en "El Caribe y los Estados Unidos" son examinados por Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funez, entre los cuales destaca el aporte profesional y académico de José Luis Sert o Martín Domínguez Esteban. El mismo autor se ha ocupado de "México", como titula el texto dedicado a los arquitectos exiliados en el país que mayor número de ellos acogería. Veinticinco arquitectos llegarían "por goteo", para hacer un aporte enorme a la arquitectura americana, en tres generaciones entre las que trasciende la figura de Félix Candela.
Siguiendo la estructura del montaje y como memoria del mismo, el libro-catálogo contiene páginas, fichas que recogen lo fundamental de cada figura, dedicadas individualmente a estos cuarenta y nueve arquitectos. Diversa calidad y cantidad de documentación, obras y proyectos, el ocaso de carreras iniciadas en España o fructíferos desarrollos profesionales casi completamente fuera de ella, se compaginan para ofrecer un panorama general en que se cruzan planos, fotografías familiares y profesionales, títulos de libros y de artículos, dibujos, pinturas y otras formas de expresión plástica que describen trayectorias intelectuales variadas. Intercalar las ideas de estos profesionales en lo que se ha escrito de la arquitectura local, para precisar el intercambio de técnicas, formas y paisaje, es una tarea de maduración que hace este éste muchos más que el libro-catálogo de una exposición en Madrid. Se configura con él un panorama inconmensurable para la historia de la arquitectura y muchos caminos para su historiografía. Senderos que dejan abiertos las plumas invitadas a escribir esta memoria por Henry Vicente y con esta "indagación" que ve frutos en Madrid, lejos él mismo de su casa pero muy cerca de la arquitectura de América.
Fuente | Argos [disponible también en PDF]
Los arquitectos del exilio regresan a través de sus proyectos y edificios
La guerra civil los expulsó y una exposición los devuelve a Madrid. Rafael Bergamín dejó una valiosa herencia: la casa que construyó para el marqués de Villora en 1928. Josep Lluís Sert hizo obras en Barcelona y en los países donde residió, Francia, Cuba y Estados Unidos
M. José Díaz de Tuesta | El País, 2007-06-23
De forma bastante documentada hemos logrado tener noticia de los diferentes exilios que produjo la guerra civil y que dañaron de forma irreversible la médula intelectual española. Existía sin embargo un importante vacío, el que afecta a los arquitectos que salieron al exilio. Fue un éxodo sobresaliente por varias razones: por el número -50 arquitectos en plena edad creativa -, porque eran personalidades luminosas procedentes de todos los puntos de la geografía española (algunos de los cuales colaboraron con las estrellas del momento, como Le Corbusier) y porque habían realizado la gran tarea de introducir el movimiento moderno en España.
Una exposición coral, Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español, que se podrá hasta el 31 de julio en las salas de Arquerías de Nuevos Ministerios, hace a estos arquitectos visibles a través de fotografías, planos y maquetas de 150 trabajos proyectados en los países que los acogieron. Otras 30 obras reflejan su actividad previa a la guerra civil.
Siete pantallas de vídeo sirven de soporte a los testimonios de personas próximas a ellos que recuperan las biografías de este itinerario colectivo. Rafael Bergamín (Málaga 1891-Madrid 1970) era -como su hermano José, el escritor, con quien salió de España tras la guerra- un agitador cultural que desbordó los límites de su profesión y fundó la célebre tertulia de Ramón Gómez de la Serna en el café Pombo. Antes del exilio dejó una valiosa herencia: la casa que construyó para el marqués de Villora, en 1928, que pasa por ser una de las obras inaugurales del racionalismo en España.
Después proyectó junto con su socio, Luis Blanco Soler, otra referencia de la arquitectura de los años treinta, la colonia del Viso en Madrid, que no pudo terminar por el inicio de la contienda. Un sobrino suyo, Luis Felipe Vivanco, fue quien la concluyó. En una de las paredes de la exposición cuelga una carta que le escribe su tío y donde le cuenta que, aunque le iba muy bien en Venezuela, estaba pensando en regresar. No lograba superar la nostalgia. La reflexión del sobrino desde un país deprimido, como la España de los años cincuenta, fue demodelora: "Ésa es la ventaja que nos llevan los desterrados: que todavía les tira la tierra".
El México de Lázaro Cárdenas fue, como en otros exilios (el de los escritores, cineastas...), el país más generoso. Acogió, de los 50 arquitectos desplazados, a 25. Venezuela recibió a 11. El resto se repartió por Colombia, Chile, Argentina, Francia, Bélgica, Cuba, Estados Unidos, Polonia, las dos Alemanias, China, Noruega y la Unión Soviética dando lugar a biografías muy dispares. Algunos trabajaron sin parar en los países de adopción a pesar de que no les convalidaron el título hasta años después. Como le ocurrió a Martín Domínguez (San Sebastián, 1897-Nueva York, 1970) autor, junto a Carlos Arniches y Eduardo Torroja, del célebre Hipódromo de La Zarzuela, de Madrid, que salió por la frontera francesa sin ninguna documentación. En Cuba realizó infinidad de proyectos, incluida la casa para el presidente Grau en Varadero, y que tuvieron que firmar otros colegas. Otros no se libraron de los campos de concentración, como Óscar Coll Alas, que le construyó la casa de campo a Erich Fromm en Cuernavaca, donde el arquitecto falleció en 1967.
En la exposición, comisariada por Henry Vicente, se pueden contemplar los dibujos que realizó Eduardo Robles Piquer del campo de concentración en el que fue acogido. En ellos queda constancia del impulso vital imbatible que poseía al grupo. Robles Piquer dibuja el proceso que siguieron unas lonas tiradas en la playa, y muestra cómo lograron ponerlas en pie, ordenarlas y levantar unas tiendas de campaña.
La primera vez que se hizo visible la actividad de estos arquitectos que saldrían luego al exilio ocurrió en 1937, cuando representaron oficialmente a España en la Exposición de París, a través de la construcción de refugios, trincheras, puentes..., que reflejan un primer desplazamiento de la arquitectura hacia actividades enmarcadas por la urgencia bélica.
El espacio Memorial de cristal recorre la fragilidad del exilio a través de los arquitectos y sus obras: la vivienda familiar; la creación de nuevas ciudades; la arquitectura escolar, asistencial y sanitaria; la del ocio, con hoteles; edificios religiosos; estaciones de servicio...
Alborada representa el sueño que trajo la victoria aliada en la II Guerra Mundial y el aislamiento internacional de la España franquista. Y otra vez la visibilidad: la invitación a los arquitectos exiliados para representar a España en el I Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos.
Quizá es Josep Lluís Sert (Barcelona, 1902-Barcelona, 1983) una de las cabezas más visibles del grupo y la suya la carrera más prolífica dentro y fuera de España. Dejó mucha obra en Barcelona (como la muy celebrada joyería Roca) y luego en los países donde se exilió: Francia, Cuba y Estados Unidos, donde fue decano en Harward y el país que le encargó su embajada en Irán.
El hueco que dejó esta generación de viajeros forzados -Amós Salvador, Javier Yárnoz Larrosa, Bernardo Giner de los Ríos, Tomás Bilbao, Fernando Salvador, Martín Domínguez Esteban, José Luis Benlliure- lo dejó escrito uno de ellos, Arturo Saénz de la Calzada: "Esta mutilación que hizo España de sí misma supuso en el fondo un regalo para otros países".
Documentación
Arquitecturas desplazadas
Higinio del Río Pérez | La Nueva España, 2007-12-08
Arquitecturas desplazadas
Enrique Fidel | Urban Idade, 2007-06-29
Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes | Revista Internacional de Estudios Vascos, 53 (2008), p. 11-44