2009/12/12

hemeroteka | Espacio, por favor

Imagen: La Vanguardia
Espacio, por favor
El espacio afecta a la convivencia: ¡Necesito aire! Lo ideal en una pareja es que cada uno tenga su espacio y otro que sea común. Para la mayoría, el espacio personal es tan necesario como el aire, y su falta puede poner en aprietos la relación de pareja. Aun así, las casas empequeñecen
Jordi Jarque | La Vanguardia, 2009-12-12

¿Treinta metros cuadrados, cincuenta, ochenta, ciento viente, doscientos o trescientos metros cuadrados? ¿Cuánto espacio se necesita para compartir una vivienda con otras personas, sean la pareja, los hijos, amigos o conocidos? ¿O sólo es posible tener un espacio propio si se vive solo y por eso hay tantos singles? ¿Una habitación es suficiente o mejor un espacio común más tantas habitaciones como personas vivan en la casa? ¿Es posible conquistar la intimidad con los niños jugueteando por todos los rincones del piso?

"La cuestión fundamental es que el escenario influye más de lo que nos creemos", explica Cristina Llagostera, psicóloga y terapeuta familiar. Algunos expertos señalan que la falta de espacio incluso puede dañar la relación de pareja y en los casos más extremos puede suponer la ruptura de la convivencia. Habrá que hacer un esfuerzo de maduración emocional, ¿o no se trata de eso? Esteban Cañamares, psicólogo, sexólogo y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que si bien es cierto que la necesidad de espacio depende de la persona y de la cultura, también es verdad que en "nuestra sociedad, donde prima la cultura del individuo, el espacio se convierte en una necesidad vital. Incluso viviendo en pareja es imprescindible disponer de esa intimidad personal". Pero en los tiempos que corren a veces no es tan fácil disponer de ese espacio. Catalina Mellado, psicóloga, especialista en terapia familiar, constata en su consulta que cada vez hay más personas que viven en pisos compartidos. "Gente que antes vivía sola ha decidido alquilar habitaciones para poder seguir pagando la hipoteca. Y cuando quiere intimidad sin que nadie le moleste, busca espacio en una biblioteca pública, marcha fuera de casa. También hay familias que han reagrupado a los hijos en una habitación para alquilar la otra".

Por otra parte los pisos son cada vez más pequeños. Es más habitual encontrarse con pisos de 60 y 80 metros cuadrados que de 150 o 200 metros cuadrados. Y las habitaciones son cada vez más pequeñas, mientras que los espacios comunes tienden a aumentar de tamaño. Hay quienes afirman que esa falta de espacio propicia un aumento de las rupturas sentimentales; sin embargo, según el Instituto Nacional de Estadística el número de divorcios va disminuyendo. Los abogados de familia explican que es por la crisis, que pesa más que la falta de espacio. Catalina Mellado lo confirma: "Hay gente que no se puede separar por una cuestión económica, y entonces se distribuyen el espacio de la casa como pueden". Y esta situación todavía puede deteriorar más la relación. Un pez que se muerde la cola si no se desarrollan estrategias para cambiar irremediablemente la actitud.

Porque, ¿quién controla la casa? ¿Es un espacio del hombre o de la mujer... o de los hijos? "El tiempo que una mujer tradicional pasa en la vivienda en circunstancias normales es de veintidós a veintitrés horas mientras que el hombre sólo pasa de diez a once horas. Si consideramos las ocho horas que duermen, ello supone que el varón está en la casa durante el día alrededor de dos horas, tiempo que la mujer pasa fuera de ella", según refleja Francisco Sánchez Pérez, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, en “La liturgia del espacio” (Ed. Nerea), publicado en 1990. El año de publicación es importante porque unos pocos después algunas rutinas parecen que han cambiado y las mujeres pasan más tiempo fuera de casa. "Puede que hayan cambiado, pero en las viviendas donde vive una pareja, la tendencia sigue siendo que la mujer siente más que la casa es su espacio y el hombre no", señala Catalina Mellado. Es más fácil que los hombres "vivan el coche como su territorio, y si en casa sobra una habitación se la apropian e instalan su ordenador para encerrarse cuando se sienten demasiado agobiados". En Estados Unidos, el garaje también es utilizado por el hombre como el espacio donde puede reinventar su mundo, sea haciendo bricolaje, tunear su vehículo o cualquier otra actividad. Ahí ya no se siente agobiado.

También es verdad que no hay criterios objetivos para determinar si se justifican estos agobios, explica Esteban Cañamares, aunque la antropología da algunas pistas sobre esa tendencia. "Las mujeres necesitan menos espacio, tienen más tolerancia a la falta de espacio. Los antropólogos señalan que era el macho quien salía a cazar, solo o en pequeños grupos, mientras que la hembra se quedaba en casa con todo el resto de la tribu. Por eso los hombres son más agresivos, de alguna manera se sienten amenazados si no tienen un espacio propio. Por genes y cultura tener un espacio les da seguridad física". Norbert Schoenauer, arquitecto que falleció en el año 2001, asegura en su libro “6.000 años de hábitat. De los poblados primitivos a la vivienda urbana en las culturas de oriente y occidente” (Ed. Gustavo Gili), que siglos atrás "las mujeres eran las encargadas de la construcción de las cabañas y ellas decidían quién podía entrar en ellas". Carmen Espegel, arquitecta del estudio Espegel-Fisac y autora de “Heroínas del espacio. Mujeres arquitectas en movimiento moderno” (Ediciones Generales de la Construcción), recuerda que hay "numerosos ejemplos de refugios construidos por mujeres en diferentes tipos de asentamientos preurbanos, de sociedades nómadas, seminómadas o sedentarias, en todo el mundo".

Habrá que hacer un esfuerzo para superar el peso de la historia, de la antropología, de los genes y de la cultura. Y en muchos casos ya no se trata de si es hombre o mujer como de personas con distintas tendencias. "Hay personas que con espacios pequeños ya se sienten bien, mientras que otras requieren un espacio mucho mayor. Las personas dominantes ocupan más espacio simbólico en el domicilio", explica Cristina Llagostera. "Actualmente lo ideal es que cada miembro de la familia tenga una habitación y un tiempo para sí mismo, y otro común", afirma Esteban Cañamares. Este experto asegura que aunque "convivir supone una pequeña renuncia, necesitamos nuestro tiempo y espacio. Aprender a convivir es bascular en ese equilibrio que implica tanto la necesidad de integrarse en un grupo como la de ser individuos".

En ese sentido, una pareja debería tener como mínimo tres espacios: una habitación para cada uno, más otra que compartir. Pero como no hay circunstancias ideales "hay que aprender a tolerar las deficiencias, tolerar la frustración, forma parte de la maduración".

¿Puede vivir cómodamente una pareja con poco espacio sin que los fusibles mentales salten? Pablo Edronkin, experto en expediciones y supervivencia, recuerda que cuando se habla del espacio mínimo que un individuo necesita, "la Organización Mundial de la Salud considera que por cada ser humano adulto se requiere una superficie mínima de dos metros cuadrados y un volumen de seis metros cúbicos". Tal vez no haya que llegar a este extremo de supervivencia, pero no está mal recordarlo si es preciso habitar en carpas o tiendas. Los blogs sobre este tema reflejan algunas realidades que pueden sorprender. No falta quien conoce a un amigo que ha vivido hasta hace poco en una casa de 50 metros cuadrados con sus padres, hermanos y abuela, y otros muestran minipisos de 18 metros cuadrados. Si eso les parece extraño, piensen que hay personas que viven en pequeños veleros amarrados en los puertos, que siempre tiene un punto más atrayente. Y años atrás un tipi grande no llegaba a superar los 20 metros cuadrados, pero eso ya es en otras culturas y épocas. De todas maneras, ahora los tripulantes de submarinos o los astronautas tampoco disponen de mucho espacio y no siempre están tan mal: hace dos años Sunita Williams pasó 195 días en el espacio y afirmó que se le hizo corto.

¿Es el acabose de la intimidad? De hecho, "la intimidad no fue debidamente valorada hasta el siglo XX y, precisamente, porque entre 1935 y 1945 fue conquistada masivamente", recuerda Carmen Espegel, quien explica que la persona "necesita privacidad temporal y espacial para el triple encuentro con el alma (pensamiento, reflexión), con el espíritu (meditación, oración) y con el cuerpo (higiene)". Fue entonces cuando se descubrió que una de las mayores torturas, "en los campos de concentración, era la falta de intimidad". Hasta el siglo XVIII no aparece el concepto de habitaciones privadas, "estancias a las cuales uno se podía retirar de las miradas públicas o del grupo familiar", sigue recordando Carmen Espegel. En la época medieval podían vivir en una misma casa veinticinco personas sin ser familiares. Ahora es bastante más complicado, aunque sucede en los pisos patera. Lo más habitual es que ahora los pisos tiendan a ser pequeños, y eso es una prueba a la capacidad de convivencia.

Hay que poner imaginación creativa. Reconociendo las necesidades abiertamente y con espíritu positivo, es posible llegar a soluciones imaginativas cuando el espacio aprieta. Ese puede ser el caso de Eva, que vive desde hace 14 años con su pareja en un piso de 30 metros cuadrados en Barcelona. Y desde hace seis años tienen un hijo. ¿Cómo se organizan? "Puede ser un poco agobiante convivir en un espacio tan pequeño, pero para mí sería mucho más agobiante estar endeudada con los bancos pagando una hipoteca. Sin deber nada a los bancos estoy mucho más tranquila". En cuanto Eva recogió un poco más dinero, prefirió comprarse un pequeño velero de siete metros de eslora que tiene amarrado en el Garraf. "Mucho mejor que conseguir diez metros cuadrados más en un piso, que igualmente seguiría siendo pequeño. En cambio, de esa manera, cuando mi pareja necesita trabajar en casa (hace diseño y animación), me llevo al niño al barco y ya está. De hecho, si lo miras bien, el espacio en el barco o en la casa sólo es para dormir. Hacemos vida fuera". También reconoce que, cuando hicieron la primera travesía, las discusiones fueron continuas. "En un barco, más que nunca hay que saber encontrar cada uno su lugar, y eso se puede ir aprendiendo. En cualquier caso, en una pareja es bueno que cada uno disponga de su espacio, aunque sea por turnos".

Catalina Mellado insiste en que el espacio mínimo es aquel que permite tener una intimidad. "Y eso se concreta en tener cada uno su habitación, y mentalmente es un espacio para estar solo un momento del día, porque compartir la casa no es fácil. Mucha gente se agobia". Las personas piden espacio, piden tiempo. Gustavo Reque, antiguo monje zen que con catorce años dio la vuelta a España en bicicleta solo, y ahora de adulto lo hace en moto por Europa y Asia, explica a “ES” desde Marbella que el espacio y el tiempo tiene que ver con el deseo, con el apego de las cosas. "Necesitas tener un espacio y un tiempo. Ni intentes no querer tenerlo porque es imposible no tener ese deseo. Máximo que puedes hacer es observar ese deseo. Y cuando hay niños por en medio, tu responsabilidad por esa paternidad consiste en gestionar y combinar esos tiempos y espacios compartidos". Cuando las personas demandan tener esa sensación de disponer suficiente espacio, Gustavo Reque propone la siguiente reflexión: "Para saber que es agua, ¿cuánta agua necesitas, una gota o un océano? La libertad no está en tener espacio cuando las circunstancias te obligan a vivir con más gente en un espacio de 20 metros cuadrados, pero sí puedes tener una aproximación a esa libertad si tomas consciencia de la observación de esta circunstancia, aunque no te guste. El hijo pequeño que tiene sus momentos pesados seguirá teniendo sus momentos pesados".

Sin duda, las circunstancias actuales no parecen acompañar a disfrutar de un espacio generoso. Catalina Mellado señala que, en ese caso donde no es posible disponer de una habitación para sí mismo, también "ayuda a disminuir la angustia si al menos hay una mesita, un rincón, un armario, algo que puedas decir que lo gestionas exclusivamente tú. También es verdad que con la crisis estamos viviendo un momento de contracción, y eso te obliga a compartir. De alguna manera puede ser bueno porque nos hace ser un poco menos individualistas y aprender a relacionarnos con mejor talante". Ojalá sea sí. Mientras tanto, no hay que olvidar lo que dice Eva, la mujer que vive en el piso de 30 metros cuadrados con su pareja y su hijo de seis años: "Mi ley de vida es disfrutar con lo que tienes, que no es tan poco". Y siempre queda hacer el camino de Santiago acompañado. Una prueba para la intimidad y la convivencia.

Viviendas flexibles
"Cuando los hijos son pequeños no tienen la misma necesidad de espacio que en la etapa de la adolescencia. Entonces sí que sería bueno que pudieran disponer de su propia habitación porque reclaman su propio espacio", sostiene Catalina Mellado. Como no siempre es posible cambiar de vivienda, siempre existe la posibilidad reordenar el piso cambiando de ubicación los muebles, incluso creando o suprimiendo habitaciones. Es una cualidad, la de la flexibilidad.

En ese sentido, la exposición “Living in motion, design and architecture for flexible living”, organizada por el Vitra Design Museum, recorre Europa desde el año 2002 proponiedo y haciendo un repaso de objetos y viviendas que aportan soluciones imaginativas a espacios reducidos. Sólo hay que recordar las casas flotantes asiáticas, las viviendas japonesas con tatamis, los tipis de los indios americanos, las chozas africanas, los iglús de los esquimales (aunque en tierras más cálidas también le han cogido el gusto; existe la Associació de Constructors d’Iglús de Catalunya).

Por lo visto, no es necesario ir tan lejos para encontrarse con estas propuestas, ni geográficamente ni en el tiempo. En España se convocó el primer Concurso de la Vivienda Mínima en 1929. Después han ido surgiendo conceptos como Drawer House, muy querido en Tokio porque se trata de un espacio adaptable y flexible según las necesidades de cada instante. Container House, fácil de imaginar. Naked House, del japonés Shigeru Ban, de una sola habitación que pueden utilizar hasta cuatro personas.

Si tienen alguna urgencia pueden acudir al arquitecto australiano Sean Godsell, que ha creado Future Shack, una vivienda que se monta en 24 horas. Loftcube, para hacer habitables las azoteas urbanas. Hanse Colani Rotor House, una propuesta de un diseñador italiano, Luigi Colani, para un espacio de 6 metros cuadrados. Microflat, un poco más grande que la anterior (32 metros cuadrados), del arquitecto inglés Piercy Conner. Como siempre, es cuestión de imaginación y buen humor. No hay más remedio.

Fuente | La Vanguardia

PUBLICACIONES

La liturgia del espacio : Casarabonela, un pueblo aljamiado / Francisco Sánchez Pérez ; prólogo de María Cátedra.
Madrid : Nerea, 1990.
206 p. : il.
ISBN 8486763304

Materias:
Málaga (Provincia) - Historia.
Biblioteca A-39(468)


En un lenguaje claro y ameno, el profesor de Antropología Social en la Universidad Complutense, nos describe el espacio como un lenguaje, y por ello mismo, como susceptible de ser interpretado histórica, social y culturalmente hasta ofrecer una concepción del ser humano que articula los comportamientos diarios de los hombres y mujeres del pueblo de Casarabonela.. Tras una detallada descripción de los elementos de las distintas configuraciones espaciales (habitaciones, casa, vecindario, barrio, el pueblo, entorno geográfico), el autor analiza los comportamientos masculinos y femeninos en entornos tan diversos de esta bella localidad de Casarabonela.

6000 años de hábitat : de los poblados primitivos a la vivienda urbana en las culturas de oriente y occidente / Norbert Schoenauer ; [versión castellana de Josefina Frantado ; revisión bibliográfica por Xavier Güell].
Barcelona [etc.] : Gustavo Gili, 1984.
381 p. : il.

Serie: Arquitectura-Perspectivas
ISBN 8425211891
Materias:
Urbanismo - Historia.
Asentamientos humanos.
Arquitectura doméstica - Historia.
Vivienda.
Biblioteca A-728.1 SEI

Heroínas del espacio / Carmen Espegel.
[Buenos Aires] : Nobuko, 2007.
2a ed.
269 p. : il.
Serie: Textos de Arquitectura y Diseño
ISBN 9789875841246*
Materias:
Arquitectura y mujeres.
Biblioteca A-72:316 HER


Las excepcionales precursoras que aquí se han distinguido, sobre la base de una elección personal relacionada con ciertas afinidades y sintonías, han demostrado con sus vidas y, sobre todo con sus obras, una alta dosis de coraje, creatividad, excelencia y coherencia. La asunción al mismo tiempo de compromisos y riesgos les ha conferido un estatus de heroínas homéricas, valientes y extraordinarias, que quizá nunca persiguieron. Sus elecciones fueron tomadas de acuerdo a unos intensos principios éticos que debieran servirnos de estímulo a los futuros herederos. Su sabiduría demostrada a la hora de iniciar nuevas visiones del espacio nos ayudará a mirar y observar el mundo con una perspectiva más generosa, donde lo femenino o lo masculino no sea excluyente.

Las obras de estas arquitectas, suficientemente valiosas, abarcables, programáticas, complejas, poco conocidas y por fortuna nada mitificadas, con sus múltiples significados cristalizados en un sentido, y sus múltiples sentidos cristalizados en alguna verdad, son, a su vez, la razón interna y esencial del proyecto de calidad. Este es su drama, su poética y su grandeza. Los proyectos expuestos son grandes obras desconocidas del Movimiento Moderno y profundizar en su conocimiento ha requerido una investigación extensa, paulatina, esforzada y celosa.

Documentación
Carmen Espegel: 'Seguimos construyendo casas para nuestros abuelos'

Embajadores 52, viviendas de realojo en una corrala moderna. Una 'galería cívica' central de acero galvanizado da vida interior al edificio.
José F. Leal | Itxaso González | Mario Viciosa | El Mundo, 2008-02-08

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