2011/01/04

hemeroteka | Sigfrido Martín Begué, mucho más que el pintor de la Movida

Imagen: El País
El sueño eterno de Sigfrido
Adiós a otro icono de la movida, compañero de Pedro Almodóvar, Fabio McNamara y Carlos Berlanga. El pintor preparaba una retrospectiva propia de los últimos 10 años. La exposición debería inaugurarse en Cuenca a finales de este año.
Patricia Ortega Dolz | El País, 2011-01-04

Llamarse Sigfrido imprime carácter. Es algo que su madre, la galerista Mari Carmen Begué, debía saber muy bien cuando eligió ese nombre para su único hijo, su gran obra. Sigfrido es un nombre heroico al que Richard Wagner dedicó la tercera de las cuatro óperas que forman la tetralogía de El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen). Es un nombre muy sonoro con un defecto: no tiene miedo.

Sigfrido Martín Begué abandonó este mundo sin hacer ruido entre petardos y serpentinas, entre confetis de colores y bengalas, el último día del año (pasado). Con él se ha ido un maestro de muchos alumnos de Bellas Artes, un amigo de otros tantos, otro trozo de la movida madrileña, quizá "el último artista romántico español", como lo han definido algunos de sus amigos.

Y, sin él, vuelven un montón de recuerdos. "Él ponía el coche", cuentan las voces de hoy que se suben a 100 por hora en ese R-5 que hacía viajes de ida y vuelta a Somosaguas, donde estaba la casa de Carlos Berlanga. Cinco en ese R-5: Berlanga, Fabio McNamara, Pedro Almodóvar, Bernardo Bonezzi y Sigfrido al volante. Carretera de La Coruña va y viene, trayectos en los que con toda probabilidad nacieron toda clase de canciones, películas, obras y delirios que hoy ya forman parte de la memoria de todos.

Sigfrido dejó este mundo "vulgar" que tantas veces prolongó en sus cuadros llenándolo de fantasías, moldeándolo con sus propios sueños arquitectónicos, haciéndolo mágico y haciendo estallar sus sostenes con la fuerza de la última posibilidad. Y, paradojas de la muerte, no se fue con el traje y la corbata, la seña de identidad del gran dandi que fue, sino en pijama. Así lo encontraron sus padres la pasada mañana del 31, extrañados de que no respondiera a sus llamadas de teléfono se acercaron a su casa-estudio en el 29 de la calle de Jorge Juan donde había caído abatido por una intensa vida de 51 años (sin miedo) en pulso permanente con la diabetes. "Nadie se muere de nada salvo de vivir", solía decir este hombre polifacético que, atravesado por la carrera de Arquitectura, lo mismo pintaba otros mundos posibles, que diseñaba el vestido de la Barbie en su 35º aniversario o una falla con un pinocho gigante; o montaba una ópera como El Barbero de Sevilla o tan pronto le encargaba a sus alumnos que dibujaran una coca-cola gigante como que hicieran una buena paella.

"Tenía una preparación muy clásica por herencia materna y paterna pero se lanzó sin paracaídas a la movida, seducido por la efervescencia creativa de ese momento, él siempre dispuesto a reinventarse el mundo", cuenta el artista Pablo Sycet, con quien Sigfrido montó el año pasado la última exposición aniversario dedicada a Carlos Berlanga Viaje alrededor de Carlos Berlanga 1959-2009. "No he conocido a ningún artista que lo tuviera tan claro, desde la adolescencia supo adonde quería ir y lo desarrolló minuciosamente a lo largo de su vida, sin dejarse contaminar, quizá ahí radica su grandeza y su miseria", añade Sycet, que recuerda las eternas discusiones de aquel montaje y la socarronería característica de un personaje hecho a sí mismo con absoluta consciencia artística, "hasta el pañuelo de su solapa".

Ahora preparaba, comisariada por su joven amigo y escritor Julio Pérez Manzanares, una retrospectiva propia de estos 10 últimos años, ya que su última gran muestra fue en 2001 en el Centro Cultural Conde Duque, donde expuso 70 cuadros, 50 dibujos y 30 diseños, algunos de los cuales han pasado por el Reina Sofía o el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.

"Ha sido un trabajo largo porque mientras preparábamos la exposición se le ocurrían mil cosas urgentes, desde ver una película a hacer cualquier cosa aparentemente imposible, y siempre tenía que recordarle: 'Sigfrido vamos a hacer una exposición que consista en colgar cuadros de las paredes", recuerda Pérez entre risas nostálgicas. "La última vez que le vi fuimos juntos a la inauguración de la nueva sala de exposiciones de ABC Serrano. Decía que era un sitio estupendo para hacer una monográfica de ilustraciones de Carlos".

Su retrospectiva tenía título: Sigfrido Martín Begué: Fantasmagorías, espejismos y apariciones 2001-2011. Se inauguraba en Cuenca a finales de este año, en la Fundación Antonio Pérez, con quien Sigfrido mantenía una buena relación de amistad. "En principio la idea se mantiene", dice Sycet, responsable del catálogo de la futura muestra.

Las cenizas de Sigfrido, de su mordacidad incesante, de su verbo imparable, de sus sonoras carcajadas... fueron a parar ayer al cementerio de la Almudena. Aunque Madrid seguía de resaca por el Fin de Año, le acompañaron muchos en el camino hacia ese sueño eterno junto a los que siempre fueron también de los suyos: Disney, Sergéi Eisenstein, Jardiel Poncela, Gómez de la Serna...

Fuente
El sueño eterno de Sigfrido
Adiós a otro icono de la movida, compañero de Pedro Almodóvar, Fabio McNamara y Carlos Berlanga. El pintor preparaba una retrospectiva propia de los últimos 10 años. La exposición debería inaugurarse en Cuenca a finales de este año.
Patricia Ortega Dolz | El País, 2011-01-04


Sigfrido Mártín Begué, la seducción de la inteligencia
Boris Izaguirre | El País, 2011-01-04

Eugenia Suñer me presentó a Sigfrido Martín Begué a mediados de los años noventa en Madrid, cuando Sigfrido era uno de los artistas más cotizados del panorama plástico. Estaba entusiasmado de conocer a alguien que se llamaba Sigfrido, y era joven, bastante guapo. Y hablador. Su madre, que fue una galerista estupenda del Madrid de los años sesenta, es muy melómana y de allí el nombre, por el héroe wagneriano. Yo me llamo Boris por Boris Godunov y creo que eso hizo el clic completo en nosotros.

De inmediato me hipnotizó su manera de hablar, rapidísima, pasando de un tema a otro con la sola hilación de una cultura que abarcaba todo, del pop a la ópera y de la música al ballet, la publicidad, los cotilleos, las películas de Almodóvar y de Bergman; era una catarata de ideas y mezclas que te hacían sentir la persona más culta del mundo si conseguías seguir su andanada. Y, confieso ahora, muy, muy seductor. La seducción de la inteligencia. También me fijé mucho en su forma de vestir, como un arquitecto disparatado, capaz de encontrar diseño en corbatas equivocadas y relanzar el uso de los calcetines con rayas, porque entendí que lo empleaba como lenguaje visual. Desde entonces, siempre que nos encontrábamos, repetíamos jugada: arrancábamos en un tema y siempre tenía que ser yo el que se rendía. "Sigfrido, ¡tengo que volver a casa!". Y cuando le decía "¡estoy casado!", farfullaba entre dientes: "¡Burgués!".

La última vez, que no sabíamos sería la última [ha muerto el 31 de diciembre en Madrid, donde nació hace 51 años], estaba entusiasmado con un montaje en el Real de Una vuelta de tuerca, la opera de Benjamin Britten sobre la mítica historia corta de Henry James. La unión de esos datos: Britten, James, la propia historia de fantasmas y amores peligrosos, y la nueva programación del Real, bajo la dirección de Mortier, lo encendió de forma rotunda.

Un personaje de Madrid
Decidimos esa noche que Britten iba a ser redescubierto en este siglo de deudas y países quebrados y que su elegancia musical y filosófica iba a salvarnos del horror. "Britten es más allá de todo", proclamábamos y nos estremecíamos de nuestra nueva fe. Lo increíble era el sitio donde gritábamos y predecíamos la Corriente Britten: un discobar detrás de la Gran Vía, hacia las cuatro de la mañana, después de celebrar y libar muy mucho los 25 años de el Cock, el centro neurálgico e hipnótico del Madrid que vio a Sigfrido convertirse en uno de sus personajes más interesantes. De vez en vez me giraba para ver la fauna que asistía a nuestra desaforada dialéctica, en ese discobar insomne: hombres raros, medio o mal vestidos, borrachos o en un coloque histórico. Y pensaba: "¡Solo con Sigfrido te pasa esto!". Por eso le quería, y muchísimo.

Otra vez, en el cumpleaños de Bibiana Fernández, Sigfrido llegó con Bernardo Bonezzi, otro de los héroes de la Movida, y de inmediato empezamos con nuestra vaina de hilar nombres y temas y divertirnos reescribiendo el siglo XX. En una mesa vecina me advirtieron que a Sigfrido también se le conocía como el hombre que "acabó con la Movida, junto con Massiel, por no parar de hablar". Pero mi opinión, y ahora mi despedida, es la contraria: él supo mejor que nadie entender que la mejor herencia de la posmodernidad, la madre absoluta de la Movida, era esa fascinación por mezclar lo que nos gustaba, inquietaba, enseñaba y asustaba. Y convertirlo en juego, el juego de la inteligencia banal pero irremediablemente entretenida. Y que acumular información es un signo de nuestro tiempo, a lo mejor, incluso, nuestro auténtico legado.

Sigfrido Martín Begué pintaba cuadros que encerraban otros cuadros y mezclaban estilos, acaso siguiendo esta forma de pensar. [También fue un gran catedrático y excelente figurinista, que colaboraba con el Teatro de Bolonia]. Ayer, en el tanatorio donde acudimos a honrarle, su padre nos sorprendió a todos... ¡hablando exactamente igual que Sigfrido! Mezclando ideas, entrelazando lo imposible, con ese ritmo metralleta. Olvido Gara, Alaska, afectada ante la ida de un gran amigo, lo sintetizó genial: "¿Cómo habrán sido los almuerzos en esa casa? Padre e hijo viajando por la cultura occidental sin mirar el tiempo."

Fuente
Sigfrido Martín Begué, la seducción de la inteligencia
Boris Izaguirre | El País, 2011-01-04



Documentación
Bernardo Palomo | El Día de Córdoba, 2011-01-07
Mucho más que el pintor de la Movida
Oscar Alonso Molina | ABC, 2011-01-04
 
Lágrimas por Martín Begué
La pintura española pierde a uno de sus máximos exponentes, que ilustró el techo del foyer en el Principal 
La Opinión de Zamora, 2011-01-04 
Modernamente clásico
José Guirao | La Razón, 2011-01-03
Sigfrido Martín Begué, pintor de "La Movida", muere a los 51 años
EFE | ABC, 2011-01-03

El pintor Sigfrido Martín Begué fallece en Madrid a los 51 años
Vinculado a 'La Movida', el artista realizó sus obras más conocidas a caballo entre la arquitectura y la escenografía.
Angeles García | El País, 2011-01-03 
Fallece Sigfrido Martín Begué, el artista de la movida madrileña
EFE | El Mundo, 2011-01-03 


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