– A los 32 alumnos que se han currado fastuosamente los 25 emblemáticos edificios no podemos citarlos. Nos cabrían unos diez...
– Pero que conste que estos nombres representan a la
treintena: Mikel Bastida, Noemí Egozkue, Amaya Gereka, Lina Marcela
Gutiérrez, Miguel Irigoyen, Martín Jario, Alexander Martín, Marta
Ortega, Javier Pérez, Clara Trujillo y Borja Culla.
– En realidad, tampoco podemos citar a los 25 arquitectos representados. Ni a quienes les encargaron esas casas que son historia.
– Pero entre esos clientes déjame citar a Curzio
Malaparte, a los mutrikuarras de la casa Imanolena. Sin olvidar,
naturalmente, a Edgar Kaufmann. Y entre los creadores yo te hablaría no
solo de Lloyd Wright, Le Corbusier o Alvar Aalto.
– A este último Peña Ganchegui le consideraba el mejor arquitecto del siglo XX.
– Es finlandés y gustaba de los espacios amplios y
libres. Era pintor, muy bueno. Nosotros presentamos la maqueta de uno de
sus trabajos más emblemáticos, Villa Mairea, que se considera una
auténtica abstracción del bosque finlandés y proyecta las ventanas hacia
el exterior como si intentaran capturar el sol en cuanto saliese y
conducirlo al interior de la mansión. Pero a quien me gustaría citar es
Tadao Ando, que diseñó, en hormigón vista y desmembrada en varias piezas
una casa para Michiko Koshino, la diseñadora japonesa.
– Tadao es Premio Pritzker, el Nobel de Arquitectura.
– Pero curiosamente no es arquitecto. Bueno, sí, uno de
los mejores pero sin título porque renegaba de todas las escuelas.
Boxeador sí. Boxeador sí que fue. Juega muchísimo con la luz, las
formas, el agua.
– Me pregunto qué representa el nombre de Curzio Malaparte, el escritor autor de ‘La piel’, en esta exposición de maquetas y planos.
– Pues resulta fundamental e imprescindible. Hemos
trabajado sobre la casa que Adalberto Libera empezó a diseñar para él.
Al ver los planos Curzio dijo que le parecían los de un bunker,
totalmente alejados del espíritu mediterráneo...
– Porque la Casa Malaparte está...
– Sobre un acantilado. Frente al mar. al este de Capri.
Discutieron, Libera abandonó el proyecto y Malaparte rectificó y terminó
la obra con ayuda de los albañiles locales. Es un paralelepípedo de
albañilería roja entallado en una monumental escalera de pirámide
invertida.
– Yo no he estado en ella pero sé que la he visto. ¿Cómo? ¿Dónde?
– Sirvió de escenario para la película ‘Le mépris’, la de
Godard con Brigitte Bardot. Y la de Pierre Köenig, esa ‘Study House
Nº22’, esa que se lanza al vacío sobre Los Ángeles te sonará porque es
el decorado del último anuncio de L’Oreal con Claudia Schiffer. La Malin
Residence, Chemosphere , de John Lautner...
– ¿Ese maravilloso platillo volante elevado a una altura increíble?
–Fue el escenario de ‘Doble cuerpo’ de Brian de Palma y la compró el propietario de la editorial Taschen.
– Volvamos a casa. ¿Cuál es la ruptura que propone Imanolena de Ganchegui?
– ¡Abre un patio interior en un caserío vasco! ¿Te parece poco?
– Muchos de los edificios sobre los que habéis trabajado, discutido, filosofado parecen lanzarse al vacío, quedarse suspendidos sobre el agua, los riscos o las metrópolis que contemplan.
– Creo que es algo inherente al arquitecto (y a sus
clientes): el anhelo, el sueño de desafiar las leyes físicas, la misma
gravedad (piensa en la Casa de la Cascada de Lloyd Wright) y también las
de la Naturaleza. Sin olvidar la pasión humana por alzar el vuelo,
descolgarse, balancearse, mantenerse en un arriesgado y frágil
equilibrio e integrarse con aquello que nos rodea (me acuerdo de la casa
brasileña de la arquitecta Lina Bo Bardi, incrustada en la más
exhuberante Amazonía). Curiosamente, aunque también nos atraen las
entrañas de la Tierra, hay poquísimos edificios excavados. Nuestro afán
es... flotar.
– La exposición y vuestros trabajos arrancan en 1910 con la casa Robie de Lloyd Wright y saltan a los años 20 con Le Corbusier, Melnikov, Gropius, Loos... Se acababa de descubrir el hormigón.
– Es verdad. Y se sabía poco sobre él. Sobre su
durabilidad, sobre su resistencia. Los muros tenían escaso espesor...
Pero el hormigón significó una revolución porque no tenía una forma
establecida. Era una masa que se podía moldear. Hoy se cuestiona su
sostenibilidad pero realmente es reciblable: se machaca y con él, por
ejemplo, se fabrica gravilla.
– ¿Con qué materiales experimentan los arquitectos de hoy?
– Polímeros. Y usamos la madera con parámetros y tratamientos del XXI.
Fuente
«El arquitecto siempre ha querido desafiar las leyes físicas»
Fernando Mora y la exposición de los alumnos de la Politécnica
Begoña del Teso | El Diario Vasco, 2011-09-15
Fernando Mora y la exposición de los alumnos de la Politécnica
Begoña del Teso | El Diario Vasco, 2011-09-15