Imagen: El Mundo
Obituario: José Antonio Corrales, racionalista del neoplasticismoRafael Fraguas | El País, 2010-07-27
La reciente muerte de José Antonio Corrales, incinerado ayer lunes en Madrid, cercena la vida de uno de los arquitectos españoles más importantes del siglo XX. Madrileño nacido en 1921, sobrino del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, pasó su infancia en la capital madrileña, en cuya Escuela Superior de Arquitectura se tituló en 1948, el mismo año en que obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura. Cuatro años después, vincula su trayectoria profesional a la de su amigo Ramón Vázquez Molezún, con quien compartiría estudio en Madrid hasta la muerte de este, en 1993. Generacionalmente, Corrales se sitúa en un segmento intermedio entre la generación de Miguel Fisac y la de Javier Carvajal. Él quedó adscrito a un grupo denominado por algunos Escuela de Madrid, junto con exponentes como Alejandro de la Sota, Asís Cabrero y Francisco Saénz de Oíza, entre otros arquitectos de nombradía y singularizados por lo que se ha conocido académicamente como racionalismo de posguerra, corriente que encontró su auge entre los años 50 y 60 del siglo XX.
Su obra fue amplísima y abarcó actuaciones internacionales como el proyecto de Biblioteca Pública para la ciudad de Teherán, capital iraní, que la caída del sha Reza Pahlevi, en 1979, impidió construir, o el Pabellón de España en la Exposición Internacional de Bruselas, en 1958, una propuesta a base de hexágonos adheridos que posteriormente fue rehecha en el recinto de la Feria del Campo de Madrid, donde esta original construcción languidece. Otra de sus obras fue la urbanización Elviña, en A Coruña, la cual solapó un complejo residencial a la ataludada topografía del paisaje elegido para edificarla. Algunas voces coruñesas han denunciado el estado de supuesto abandono en que esta urbanización, tremendamente vanguardista en su época, se encuentra hoy tras varias actuaciones que han desintegrado algunos de sus componentes tectónicos.
Con Vázquez Molezún, Corrales fue asimismo autor del campo y la urbanización del Golf Sotogrande, en Málaga, una propuesta manifiesta en originales apartamentos con atrevidas cubiertas en diálogo con el paisaje circundante. En Madrid, el arquitecto colaboró con Alejandro de la Sota en la erección de una residencia infantil en Miraflores de la Sierra. En el área de Puerta de Hierro, hoy perteneciente al distrito de Moncloa, edificaría la casa de Huarte, considerada por arquitectos como Jaime Tarruell, autor de la restauración del Casón del Buen Retiro, como "canon de la perfección de las viviendas unifamiliares, por la armonía funcional y existencial" que su propuesta arquitectónica implicaba.
De igual modo, junto con Vázquez Molezún, Corrales Gutiérrez proyectó el edificio 3M, así como la sede de Bankunion, ambos en el paseo de la Castellana; la sede de la publicación norteamericana Reader's Digest, en la autopista de Barajas, donde Corrales estrenó, al parecer por causa de un fortuito exceso de cocción, el gres oscurecido, que sería aplicado posteriormente por numerosos arquitectos, émulos suyos, dada la decoratividad mostrada por este material. A Corrales se debe asimismo el edificio Profiden, en la carretera de Burgos y otro en la calle de Ayala, 15, un proyecto de vanguardia de gran impacto. Entre las últimas obras de su estudio destacaron la nueva sede del Banco de España en la prolongación de la calle de Alcalá, ya cerca de Canillejas, la sede del Banco Pastor del Paseo de Recoletos y la estación ferroviaria de Chamartín.
Académico de la Real de San Fernando, docente en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Medalla de Oro de la Arquitectura en 1992 y Premio Antonio Camuñas en 2004, en los últimos años de su vida, José Antonio Corrales mostró en ocasiones su amargura ante el erosivo envejecimiento que algunos de sus edificios registraron y que atribuía a la desidia, oficial o de particulares, observada en su mantenimiento. No obstante, su arquitectura, signada por un neoplasticismo inspirado en los grandes maestros holandeses pero de gran originalidad y autoctonía, con enorme atención a las innovaciones tecnológicas y al suave dictado de la topografía sobre la tectónica, al paisaje sobre la vivienda; sitúan al arquitecto fallecido entre los más fieles a las mutaciones vividas por su generación y por su época. Laborioso y tesonero en su estudio, muchos de sus colegas han subrayado el entusiasmo "casi adolescente" con el que hasta última hora José Antonio Corrales comparecía a numerosos concursos de proyectos. Por otra parte, formó parte de jurados calificadores de los más importantes emprendimientos arquitectónicos, hecho que confería a los fallos de estos órganos un distintivo de crédito troquelado por su saber y veteranía.
Fuente | El País
José Antonio Corrales, el arquitecto de la ética
Autor de una obra singularísima: el Pabellón de España en Bruselas
Rafael Moneo | Arquitecto | El País, 2010-07-30
Con la muerte de José Antonio Corrales el 25 de julio desaparece una de las figuras claves para entender lo que fue la arquitectura española en la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Madrid en 1921, estudió arquitectura en la escuela técnica superior de la capital (ETSAM), titulándose en 1948. Tras unos años de aprendizaje en el estudio de su tío, el arquitecto Luis Gutiérrez Soto -años que le permitieron un conocimiento de la práctica profesional del que hizo gala a lo largo de su dilatada carrera-, se asoció a mediados de los años cincuenta con Ramón Vázquez Molezún, pasando a formar parte del grupo de inquietos arquitectos madrileños dispuestos a recuperar el terreno perdido tras la guerra.
El rescate de la modernidad se convirtió en la meta de un bien nutrido grupo de arquitectos, entre los que se encontraban, por citar algunos nombres, De la Sota, Sáenz de Oíza, Carvajal y García de Paredes. Dicho grupo se distanciaba generacional e ideológicamente de Fisac, Cabrero, Aburto y Cano Lasso, activos ya como arquitectos en los años cuarenta.
Pronto, en 1958, una obra singularísima, el Pabellón de España en Bruselas, permitió apreciar a todo el mundo la capacidad de Corrales y Molezún como arquitectos. El Pabellón de Bruselas era toda una bocanada de aire fresco en un todavía enrarecido ambiente arquitectónico. Era un edificio ajeno a toda la retórica que había dominado la escena arquitectónica de los años anteriores. Era flexible, ligero, capaz de reconocer la topografía y adaptarse a cualquier perímetro. Incorporaba la industria, haciendo uso de la geometría, y era susceptible de ser recuperado, como de hecho ocurrió más tarde. Era sensible a los materiales y daba lugar a todo un espacio complejo que algunos críticos asociaron con el espacio fragmentado e infinito que hemos aprendido a ver en la Mezquita de Córdoba. Bruselas consolidó su maestría.
Entre las obras de aquellos años cabría mencionar las Escuelas de Herrera de Pisuerga (1954); la Residencia de Miraflores de la Sierra (1957), en colaboración con Alejandro de la Sota; las Casas de Almendrales (1959); el edificio del Reader's Digest en Madrid (1962); la Casa Cela en Palma de Mallorca (1962); las Casas de Elviña en A Coruña (1964); el Parador de Turismo de Sotogrande (1964); la Casa Huarte de Madrid (1965); el edificio Balbina Valverde (1966); los hoteles de Maspalomas (1965) y La Manga (1969); etcétera.
En todas ellas se manifestaba un absoluto dominio del lenguaje y de la construcción que les permitía abordar los más diversos temas en clave moderna. Convendría también no olvidar sus proyectos para concursos -en muchos momentos brillantísimos- sin que quepa en una nota como esta mencionarlos. Y otro tanto ocurre con los muchos edificios privados e institucionales que, bien solo o bien en compañía de Molezún, proyectó a lo largo de su carrera.
Pero sería equivocado pensar que el rescate de la modernidad que aquellos arquitectos buscaban estaba dictado tan solo por un afán estético. Había, y en el caso de José Antonio Corrales de un modo muy especial y muy propio, un compromiso ético. La modernidad no era solamente una cuestión lingüística, era el compromiso con toda una forma de vida. Para él, la estética de la modernidad implicaba toda una ética. Para él, la arquitectura moderna era la expresión de un modo de vida más justo, más acorde con sus convicciones, con su modo de entender la vida en sociedad.
Fue un convencido de estos principios toda su vida y ello se refleja en su dilatada obra. Su valiosa contribución a la arquitectura de vivienda, sea colectiva o individual, bien lo prueba.
Si tuviéramos que destacar dos obras en esta apresurada nota, acudiría, por un lado, a la compleja arquitectura urbana de Elviña en A Coruña y, por otro, a la casa que para los suyos construyó en los alrededores de Madrid en 1997. Obras sin concesiones, radicales, en las que el uso de un material -como los tableros de madera aglomerada en su casa- o la estructura de corredores y comunicaciones verticales en Elviña, nos ofrecen inesperadas experiencias vitales. Eran aquellas sorpresas, hijas de una lógica constructiva recién descubierta, las que perseguía. Así también en sus propuestas como diseñador, que le llevaban a proyectar una mesa o una silla con el mismo entusiasmo que un edificio institucional.
Mantuvo esta fe en la modernidad a lo largo de toda su vida. Incansable en el trabajo -que hacía con gusto, pues sentía por su oficio, por la arquitectura, auténtica pasión-, estuvo activo hasta el final de sus días, tomando parte en numerosísimos concursos sin que decayera su entusiasmo por la arquitectura. El examen de sus últimos proyectos daría fe de cuánto mantuvo sus principios sin condescender con las tendencias y las modas. Dedicó los últimos meses de su vida a poner en orden su archivo, lo que, con seguridad, le permitió ver en perspectiva lo que había sido su obra, a la que se había entregado con una pasión solo comparable por la que sentía por el cine y la poesía.
Cuando hace unos meses se publicó un libro con ocasión de la concesión del Premio Nacional de Arquitectura 2001 que recogía su obra, José Antonio Corrales recordaba en el prólogo cuánto le impresionaba la frase de Le Corbusier que dice: "La clave está en mirar, observar, ver, imaginar, inventar, crear". José Antonio Corrales ha vivido fiel al contenido de esta sentencia en compañía de su mujer, Isabel Lantero, y de sus seis hijos, que han tenido la fortuna de compartir con él su forma de vida.
Fuente | El País
Imagen: Arquitectamos locos? | Pabellón de Bruselas
El último maestro Salvador Moreno Peralta | Arquitecto | Diario Sur, 2010-07-29
Cuando las preocupaciones del común de los arquitectos se centran hoy en cómo conseguir un encargo para subsistir; cuando las de los alumnos de arquitectura son cómo aprender a deconstruir antes de haber aprendido a construir nada; cuando las de las autoridades son cómo poner en su pueblo un Norman Foster o cuando para los medios de comunicación la última maravilla arquitectónica es una delirante recreación de un supuesto palacete toscano del siglo XVIII, me parece que a nadie le importarán estas líneas que dan cuenta del fallecimiento del último gran maestro de la arquitectura española del siglo XX, José Antonio Corrales. Era el último que quedaba vivo y en activo, tras la muerte de Alejandro de la Sota, Sáez de Oiza y Ramón Vázquez Molezún, su inseparable colega. Ellos, y algunos pocos más, aceleraron el tiempo histórico a mediados del siglo pasado y, en circunstancias hostiles, consiguieron absorber los cincuenta años de retraso que la arquitectura española llevaba sobre la del resto de países europeos. Las brillantes generaciones posteriores de arquitectos que ha dado este país les deben un tributo de reconocimiento, gratitud y admiración.
José Antonio Corrales, con Molezún, saltaron a la fama muy jóvenes, con el extraordinario Pabellón de España en la Expo de Bruselas de 1958, construido con un sistema de hexágonos modulares extendidos sobre un terreno ondulado que causó sensación, dando una imagen tecnológica que el país realmente no tenía. Fue lo mejor de la famosa Exposición del Atomium. Finalizada la Expo, aquella sorprendente realización se trasladó a la Feria del Campo de Madrid, donde, tras servir de chiringuito para dar callos a la madrileña, acabó muriendo víctima del vandalismo. (¿Dónde estaban los fanáticos del patrimonio que permiten el destrozo de la cultura más reciente en nombre de una cultura más remota?) Luego realizaron una gran variedad de obras, todas de referencia, todas admirables, como esa sinfonía de patios que fue la casa Huarte, el edificio Bankunión, la Banca Pastor y el ITT de la autopista de Barajas, en Madrid, el Hotel Oasis de Maspalomas, las viviendas del Polígono Elviña en La Coruña, o la propia casa de Corrales en Aravaca, verdadero lugar de peregrinación, sin olvidar el magisterio impartido en los numerosos concursos que, desgraciadamente, no ganaron.
Corrales dejó en Málaga el edificio de la ETS de Informática, de una extraordinaria pulcritud, propia de un sabio conocedor como pocos de la técnica constructiva. Un sabio que hablaba a través de la arquitectura, sin gritos ni exhibiciones mediáticas, tan admirado hasta la adoración por sus colegas como ignorado por la espesura oficial. Recuerdo ahora sus visitas de obra a este edificio y los almuerzos posteriores con Javier Boned y Fernando Ramírez, que codirigieron la obra, y los técnicos de la empresa constructora, José Ramón Velázquez y Carmelo Manzanares. Eran distendidas clases de arquitectura, de música, de pintura... un regodeo de palabras entre gambas con las que a punto estaba de perder el Talgo. Nos regalaba su cordialidad y su confianza, nos permitía penetrar en el santuario de su estudio en la mítica calle Bretón de los Herreros (cuajada de prestigiosos talleres de arquitectura), con su tablero de dibujo vertical y, de vez en cuando, me mandaba algunos versos, su afición secreta.
Cuando con frecuencia cunde el desánimo profesional ante el envolvente ántrax de la mediocridad, la dictadura de los burócratas y la despersonalización de las grandes consultorías, uno vuelve la vista a José Antonio Corrales y atisba la posibilidad de que el oficio de arquitecto vuelva a ser algo maravilloso, con la exaltación artesanal de lo preciso, el optimismo ilustrado de las vanguardias y el orgullo, discreto y tenaz, de un héroe solitario de John Ford. Con José Antonio Corrales se ha ido un trozo de la Verdad arquitectónica en el sentido heideggeriano del término. Más claro aún: una de las figuras más importantes de la cultura española del siglo XX.
Fuente | Diario Sur
Imagen: El Tiralíneas | Unidades vecinales de Elviña, Barrio de las Flores, A Coruña
El Barrio de las Flores es el gran referente de la arquitectura contemporánea en A Coruña. Los alumnos del ramo acuden cada año al lugar para aprender cómo construir viviendas estéticas, funcionales y económicas, a pesar de que la anarquía se ha convertido en norma a la hora de renovar sus zonas comunes.
La historia del barrio comienza cuando a mediados de los sesenta la Obra Sindical del Hogar encarga a José Antonio Corrales -fallecido el pasado domingo a los 88 años- que piense un nuevo asentamiento para una población que crecía empujada por industrias como la refinería. Arquitectos como Andrés Fernández-Albalat, Ignacio Bescansa, Jacobo Losada o José Luque Sobrini participaron en un proyecto que levantó 2.000 viviendas sobre una superficie de 17 hectáreas. Corrales se ocupó de la que sería conocida como Unidad Vecinal nº 3, que, además de pisos y unifamiliares, englobaba equipamientos como una iglesia o una guardería. La fama internacional de la obra de Corrales no corrió pareja con su suerte constructiva. El Arzobispado de la época, por ejemplo, no recibió la iglesia, que fue abandonada y víctima de robos y actos vandálicos. Su reconstrucción en los ochenta obvió algunas de las ideas de Corrales, como los tabiques móviles que modificaban sus estancias.
En el 2004, los arquitectos Miguel Toba -autor de un estudio de referencia sobre la unidad vecinal de Corrales- y Carlos Muñoz Fontenla acompañaron al ya octogenario maestro en un proyecto de rehabilitación que pretendía reparar y recuperar las ideas arquitectónicas originales en las zonas comunes de la unidad de viviendas. Las disensiones vecinales a una idea que venía apoyada por el Instituto Galego de Vivenda frustró su realización, y provocó que un decepcionado Corrales se negase a volver a un conjunto residencial que se estudia en universidades de todo el mundo.
Un recorrido con Miguel Toba por la unidad vecinal descubre el recubrimiento de los avanzados pavimentos ideados por Corrales -que permitían una perfecta evacuación del agua- por un horrible gres marrón o grises aceras de cemento que producen charcos. Barandillas de aluminio gris -antes eran rojas con diseño diferente-, el ascensor comunal cerrado, los modernos lucernarios del aparcamiento sustituidos por otros de pavés, las fachadas pensadas para ser de hormigón a la vista recubiertas de un material gris... Todo lo que Corrales no pudo arreglar afea una obra única.
Fuente | La Voz de Galicia
«Denuncié el abandono del barrio y me ofrecí a trabajar en su recuperación»
Corrales se dirigió antes de morir a diversos políticos gallegos para rehabilitar su obra
A.V. | La Voz de Galicia, 2010-07-31
José Antonio Corrales intentó cambiar el destino urbanístico del Barrio de las Flores. Una visita en 2001 a la ciudad le sirvió para constatar la progresiva destrucción del proyecto arquitectónico original, que había sido construido a mediados de los sesenta. En una entrevista escrita por el también arquitecto Miguel Toba -que participó en el fallido intento de rehabilitación del 2004 junto a Carlos Muñoz Fontenla- en un libro de referencia sobre la obra coruñesa, el genio madrileño denunciaba el escaso interés que suscitaron sus protestas en Galicia. «En 2001 estuve en A Coruña y aproveché la ocasión para ver la Unidad Vecinal. Pude así constatar su estado real de abandono y el sentido utilitario de las restauraciones que se han hecho en los diferentes bloques», explicaba un arquitecto que contemplaba como la reparación de los equipamientos de las zonas comunes del barrio se realizaba sin ningún tipo de criterio estético o funcional. «En ningún momento han emprendido una restauración desde el punto de vista arquitectónico. Me indigné porque no sólo han puesto pavimentos de ínfima calidad en las galerías, sino que no han pintado los hierros, es decir, que están oxidadas y totalmente deterioradas. ¡Por no hablar del centro parroquial!», se quejaba.
Corrales inició a partir de ese momento una batalla por conseguir un mínimo respeto para una obra que ha sido estudiada en todo el mundo como ejemplo de barrio de viviendas ideal. «Lo cierto es que me fui muy disgustado de aquella visita. Acto seguido, remití una carta abierta a seis personalidades gallegas; al presidente del Colegio [de Arquitectos], al alcalde, al titular de Patrimonio de la Xunta... En las cartas denunciaba el abandono en que estaba todo y me ofrecía a trabajar en su recuperación. Ya que era un monumento al racionalismo, necesitaba una restauración arquitectónica a fondo. De esas seis cartas no me contestaron más que dos de sus destinatarios... No voy a decir nombres, pero eso sí: me di cuenta que el posible interés por la Unidad Vecinal era nulo, pero no solamente en el caso de los políticos, sino también de los arquitectos», señalaba.
En 2004, el Instituto Galego de Vivenda e Solo apoyaba un proyecto de restauración de urgencia -había problemas graves como el penoso estado de los tejados-, en el que también participaban Toba y Fontenla, pero que finalmente no llegó a realizarse ante las disensiones de una parte de los vecinos.
Actualmente, el calamitoso estado de las zonas comunes y algunas de las viviendas convive con el lujo de los unifamiliares que han sido restaurados, y que pueden superar los 700.000 euros de precio de venta.
Corrales también se lamentaba de la falta de una norma que obligase a los vecinos a respetar elementos como las fachadas, en las que las diferencias son palpables de edificio a edificio. El arquitecto se refería por ejemplo a los cambios de las ventanas Pearson, que presentaban un diseño muy limpio ya que prácticamente solo eran un cristal que se deslizaba sobre unos raíles metálicos. «En las restauraciones que se han hecho lo mínimo es que hubiesen pintado el hierro para evitar que se oxidase. Una de dos, o no tenían dinero o no han querido, y las intervenciones que se han hecho son francamente vergonzosas. Y, según decía, cada vecino ha cambiado su carpintería como ha querido», explicaba un Corrales que después del fallido intento de restauración de la Unidad Vecinal nº 3 en el 2004 juró no volver a pisar su genial obra. Tal era la decepción que había sufrido.
Fuente | La Voz de Galicia
El Barrio de las Flores que soñó Corrales
El arquitecto, fallecido el pasado domingo, intentó sin éxito llevar a cabo un proyecto de rehabilitación del barrio en el 2004
Ángel Varela | La Voz de Galicia, 2010-07-31
El arquitecto, fallecido el pasado domingo, intentó sin éxito llevar a cabo un proyecto de rehabilitación del barrio en el 2004
Ángel Varela | La Voz de Galicia, 2010-07-31
El Barrio de las Flores es el gran referente de la arquitectura contemporánea en A Coruña. Los alumnos del ramo acuden cada año al lugar para aprender cómo construir viviendas estéticas, funcionales y económicas, a pesar de que la anarquía se ha convertido en norma a la hora de renovar sus zonas comunes.
La historia del barrio comienza cuando a mediados de los sesenta la Obra Sindical del Hogar encarga a José Antonio Corrales -fallecido el pasado domingo a los 88 años- que piense un nuevo asentamiento para una población que crecía empujada por industrias como la refinería. Arquitectos como Andrés Fernández-Albalat, Ignacio Bescansa, Jacobo Losada o José Luque Sobrini participaron en un proyecto que levantó 2.000 viviendas sobre una superficie de 17 hectáreas. Corrales se ocupó de la que sería conocida como Unidad Vecinal nº 3, que, además de pisos y unifamiliares, englobaba equipamientos como una iglesia o una guardería. La fama internacional de la obra de Corrales no corrió pareja con su suerte constructiva. El Arzobispado de la época, por ejemplo, no recibió la iglesia, que fue abandonada y víctima de robos y actos vandálicos. Su reconstrucción en los ochenta obvió algunas de las ideas de Corrales, como los tabiques móviles que modificaban sus estancias.
En el 2004, los arquitectos Miguel Toba -autor de un estudio de referencia sobre la unidad vecinal de Corrales- y Carlos Muñoz Fontenla acompañaron al ya octogenario maestro en un proyecto de rehabilitación que pretendía reparar y recuperar las ideas arquitectónicas originales en las zonas comunes de la unidad de viviendas. Las disensiones vecinales a una idea que venía apoyada por el Instituto Galego de Vivenda frustró su realización, y provocó que un decepcionado Corrales se negase a volver a un conjunto residencial que se estudia en universidades de todo el mundo.
Un recorrido con Miguel Toba por la unidad vecinal descubre el recubrimiento de los avanzados pavimentos ideados por Corrales -que permitían una perfecta evacuación del agua- por un horrible gres marrón o grises aceras de cemento que producen charcos. Barandillas de aluminio gris -antes eran rojas con diseño diferente-, el ascensor comunal cerrado, los modernos lucernarios del aparcamiento sustituidos por otros de pavés, las fachadas pensadas para ser de hormigón a la vista recubiertas de un material gris... Todo lo que Corrales no pudo arreglar afea una obra única.
Fuente | La Voz de Galicia
«Denuncié el abandono del barrio y me ofrecí a trabajar en su recuperación»
Corrales se dirigió antes de morir a diversos políticos gallegos para rehabilitar su obra
A.V. | La Voz de Galicia, 2010-07-31
José Antonio Corrales intentó cambiar el destino urbanístico del Barrio de las Flores. Una visita en 2001 a la ciudad le sirvió para constatar la progresiva destrucción del proyecto arquitectónico original, que había sido construido a mediados de los sesenta. En una entrevista escrita por el también arquitecto Miguel Toba -que participó en el fallido intento de rehabilitación del 2004 junto a Carlos Muñoz Fontenla- en un libro de referencia sobre la obra coruñesa, el genio madrileño denunciaba el escaso interés que suscitaron sus protestas en Galicia. «En 2001 estuve en A Coruña y aproveché la ocasión para ver la Unidad Vecinal. Pude así constatar su estado real de abandono y el sentido utilitario de las restauraciones que se han hecho en los diferentes bloques», explicaba un arquitecto que contemplaba como la reparación de los equipamientos de las zonas comunes del barrio se realizaba sin ningún tipo de criterio estético o funcional. «En ningún momento han emprendido una restauración desde el punto de vista arquitectónico. Me indigné porque no sólo han puesto pavimentos de ínfima calidad en las galerías, sino que no han pintado los hierros, es decir, que están oxidadas y totalmente deterioradas. ¡Por no hablar del centro parroquial!», se quejaba.
Corrales inició a partir de ese momento una batalla por conseguir un mínimo respeto para una obra que ha sido estudiada en todo el mundo como ejemplo de barrio de viviendas ideal. «Lo cierto es que me fui muy disgustado de aquella visita. Acto seguido, remití una carta abierta a seis personalidades gallegas; al presidente del Colegio [de Arquitectos], al alcalde, al titular de Patrimonio de la Xunta... En las cartas denunciaba el abandono en que estaba todo y me ofrecía a trabajar en su recuperación. Ya que era un monumento al racionalismo, necesitaba una restauración arquitectónica a fondo. De esas seis cartas no me contestaron más que dos de sus destinatarios... No voy a decir nombres, pero eso sí: me di cuenta que el posible interés por la Unidad Vecinal era nulo, pero no solamente en el caso de los políticos, sino también de los arquitectos», señalaba.
En 2004, el Instituto Galego de Vivenda e Solo apoyaba un proyecto de restauración de urgencia -había problemas graves como el penoso estado de los tejados-, en el que también participaban Toba y Fontenla, pero que finalmente no llegó a realizarse ante las disensiones de una parte de los vecinos.
Actualmente, el calamitoso estado de las zonas comunes y algunas de las viviendas convive con el lujo de los unifamiliares que han sido restaurados, y que pueden superar los 700.000 euros de precio de venta.
Corrales también se lamentaba de la falta de una norma que obligase a los vecinos a respetar elementos como las fachadas, en las que las diferencias son palpables de edificio a edificio. El arquitecto se refería por ejemplo a los cambios de las ventanas Pearson, que presentaban un diseño muy limpio ya que prácticamente solo eran un cristal que se deslizaba sobre unos raíles metálicos. «En las restauraciones que se han hecho lo mínimo es que hubiesen pintado el hierro para evitar que se oxidase. Una de dos, o no tenían dinero o no han querido, y las intervenciones que se han hecho son francamente vergonzosas. Y, según decía, cada vecino ha cambiado su carpintería como ha querido», explicaba un Corrales que después del fallido intento de restauración de la Unidad Vecinal nº 3 en el 2004 juró no volver a pisar su genial obra. Tal era la decepción que había sufrido.
Fuente | La Voz de Galicia
Imagen: El Tiempo del Lobo
DOCUMENTACION
Aquel barrio de La Coruña con el que soñaba Corrales
El arquitecto madrileño vio, con resignación, como una de sus mas alabadas obras urbanas quedaba abandonada al uso, a la política, al tiempo… a la falta de calidad arquitectónica.
Scalae, 2010-08-09
A José Antonio Corrales, 'in memoriam'
Javier Boned Purkiss | Málaga Hoy, 2010-07-31
Muere José Antonio Corrales
PODCAST > Intervención en Planeta Beta
Edgar González, 2010-07-27
José Antonio
Antonio S. Río Vázquez | El Tiempo del Lobo, 2010-07-27
Las unidades vecinales de Elviña
Javier Armesto | La Voz de Galicia, El Tiralíneas, 2010-07-27
Muere José Antonio Corrales
Javier Armesto | La Voz de Galicia, El Tiralíneas, 2010-07-26
El pabellón de España en Bruselas, 1958
Arquitectamos locos?, 2010-07-16
Pabellón de España en Bruselas 1958
O de la obra maestra de una pareja de maestros
Gaztelu Jerez Blog, 2010-03-18
AUDIOVISUAL > Elogio de la luz: José Antonio Corrales
RTVE, 2009-06-01
Una joya arquitectónica se pudre en la Casa de Campo
El Pabellón de los Hexágonos, en estado de semiabandono. El arquitecto que lo diseñó cree que ya es demasiado tarde para rehabilitar el pabellón
Quique Lavilla | El Mundo, 2007-05-20
José Antonio Corrales: “Se pide imagen y la arquitectura da espectáculo”
Antón García-Abril | El Mundo, El Cultural, 2004-11-04
José Antonio Corrales, premio Antonio Camuñas de Arquitectura
Ha sido galardonado dos veces con el Nacional
EFE | El Mundo, 2004-03-02
PUBLICACIONES
José Antonio Corrales : Premio Nacional de Arquitectura 2001 / [Ricardo Sanchez Lampreave].
Madrid : Ministerio de la Vivienda, 2007.
[432] p. : il.
ISBN 9788496387072*
Materias:
Corrales, José Antonio, 1921.
Arquitectura - Siglo XX - España.
Biblioteca 72 CORRALES JOS
En 2001, el Ministerio de Fomento, a propuesta de la Subdirección General de Arquitectura y Vivienda, volvió a conceder el Premio Nacional de Arquitectura con intención de recuperar su periodicidad anual después del paréntesis impuesto por el desarrollo inicial de las Autonomías.
En aquella nueva primera convocatoria se volvió a conceder a José Antonio Corrales, cincuenta años después de que se le otorgara por ganar el concurso de una Ermita de montaña con hospedería de 1948. Este libro es por tanto la respuesta del actual Ministerio de Vivienda al compromiso adquirido para publicar un libro monográfico sobre los sucesivos arquitectos premiados.
Corresponde en estos libros, tras el recuerdo del acto de concesión del premio con la trascripción de los discursos, que cada galardonado tenga un extenso apunte biográfico -trazado por alguien elegido por él, Elías Torres en este caso- que sirva para introducir y contextualizar el repaso a sus obras y proyectos más destacados. El conjunto está desarrollado agrupando para cada uno de ellos una sucinta memoria, una selección de planos y fotografías realizadas por el propio arquitecto. Por último, apenas unos pocos poemas y acuarelas dan sucinta y pudorosa noticia de sus otros quehaceres. Todo ello, punteando todo el libro, con las magníficas fotografías de David Jiménez del estudio y la casa del arquitecto.
Al margen de su presencia en muchos de las obras y proyectos seleccionados, por haberlos compartido de principio a fin, los apéndices últimos del libro -con un listado de sus ayudantes y colaboradores, la relación de proyectos de su archivo, y su correspondiente bibliografía específica seleccionada- dejan expresa constancia de cuánto late en ellos el espíritu de Ramón Vázquez Molezún. Repasar las principales obras de ambos supone recorrer la historia de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX: Herrera de Pisuerga, Miraflores de la Sierra, Bruselas, Buenos Aires, Huarte, Bankunión... En gran medida, lo mismo sucede con las de Corrales en solitario: Sotogrande, Elviña, Aravaca... En definitiva, el libro muestra una obra patrimonio ya de la Arquitectura, de su Historia y de sus arquitectos.
Fuente | Editorial Lampreave
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