El profesor de la UPV, Lauren Etxepare, ha evaluado en una tesis el deterioro de las casas construidas durante el siglo XIX. Los mayores cambios se deben al aumento de 2,3 y 4 plantas
El Diario Vasco, 2009-03-11
Fotografía: UPV/EHU
Las reformas realizadas durante los siglos XIX y XX en varios edificios del ensanche de Cortázar de San Sebastián son la causa principal de su deterioro frente al paso del tiempo de los materiales de construcción originarios, según asegura en una tesis el arquitecto y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU en San Sebastián, Lauren Etxepare.
Los edificios que componen el ensanche de Cortázar fueron construidos según un sistema mixto -muros exteriores de piedra e interior de madera-. A ese tipo de construcción pertenecen cuatrocientas casas que, aunque presentan lesiones, todavía se mantienen en pie, indica Etxepare, que interpreta que dichas lesiones se deben a dos causas: el deterioro genérico de los materiales -por el paso del tiempo y las agresiones externas- y las modificaciones sufridas en reformas.
De los tres materiales de construcción originarios -madera, hormigón y piedra arenisca-, la madera es el material que peor ha llegado hasta nuestros días.
El deterioro del hormigón se debe principalmente, señala Etxepare en la tesis, a la carbonatación, que se produce cuando el pH del hormigón cambia debido a agentes externos, ya que eso provoca daños en la armadura metálica interior del hormigón.
En cuanto a la piedra arenisca, usada principalmente en las estructuras exteriores de los edificios, se ha deteriorado por culpa del dióxido de azufre y las sales disueltas en la lluvia, pero los daños no van más allá de la superficie de la piedra.
Por último, a la hora de evaluar los daños, el suelo sobre el que se asienta el ensanche de Cortázar, un arenal, resulta de gran importancia. Cuando se utiliza un sistema de construcción mixto, las tensiones ejercidas sobre el suelo no son iguales en la parte exterior y en la interior, y, debido al tipo de suelo, se producen algunas deformaciones.
En cualquier caso, Etxepare señala que los daños de los edificios aparecen en plazos determinados. «Los daños asociados al emplazamiento de los edificios aparecen al poco de terminar la construcción. En cambio, los daños asociados a los materiales aparecen décadas después: la carbonatación del hormigón afecta a la armadura cuatro o cinco décadas después de la construcción del edificio, y las grietas en la madera pueden tardar un siglo en aparecer».
Las reformas
La tesis destaca también que las modificaciones que más problemas han ocasionado son los levantes -añadido de alturas a la edificación original-, ya que, al aumentar la altura, el esfuerzo realizado por la estructura original es mayor. Además, el autor del trabajo ha podido comprobar que las lesiones varían en función de las ordenanzas de cada momento, y, dependiendo del número de plantas máximo permitido o de la posibilidad o no de abrir terrazas, aparecen unas lesiones u otras.
Según Etxepare, «entre 1920 y 1930, debido al cambio de ordenanzas y a la introducción de nuevos materiales, se empezó a abrir terrazas. Con el paso de los años, a causa del movimiento de la estructura, las inclinaciones de las terrazas han variado y el agua de lluvia tiende a acumularse junto a la fachada, donde no hay ningún desagüe. Esto último ha provocado filtraciones de agua por la fachada a pisos inferiores».
Sin embargo, los mayores cambios se realizaron a mediados de siglo XX, cuando varios edificios aumentaron dos, tres o, incluso, cuatro plantas, gracias a la introducción de materiales como el acero laminado y el hormigón armado.
Fuente | El Diario Vasco
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