2010/08/05

hemeroteka | Asturias: La magia del hierro

Imagen: Público
La magia del hierro
La comarca asturiana de Los Oscos-Eo, de naturaleza frondosa y pueblos centenarios, debe a este mineral su conexión con un pasado telúrico y poderoso. Resulta una verdadera delicia caminar por la frondosa naturaleza y descubrir los pequeños pueblos de pizarra y calma que constituyen Los Oscos.
Marina Vidal | Público, 2010-08-05

Cuesta trabajo imaginarlo hoy, caminando por la frondosa naturaleza y los pequeños pueblos de pizarra y calma que constituyen Los Oscos. Pero, no nos dejemos engañar por el aire recogido y aparentemente inmune a los cambios de esta comarca asturiana en la que, a simple vista, el tiempo parece haberse detenido: el recorrido por las minas de Arruñada, Excomulgada, Pena Teixeira y Carmina o por los ingenios mecánicos de Taramundi, nos habla de un pasado industrial y avanzado para su tiempo, ligado a la minería del hierro, que comenzó en época romana y se mantuvo hasta el mismo siglo XX. Si a todo esto le añadimos una gastronomía deliciosa y una arquitectura tradicional de sobria belleza, la magia de esta escapada a este rincón de norte asturiano será completa.

Colindantes con la provincia gallega de Lugo, Los Oscos se ubican junto a la ría del Eo, uno de los más importantes humedales del norte peninsular. Todo el territorio está incluido, de hecho, dentro de la Reserva de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Terras de Burón. Por sí sola, la ría del Eo merecería una visita. Lo mismo que su arquitectura, funcional y sencilla, que durante siglos ha respondido a las demandas del medio rural. Sería un error pasearse por estos territorios y no prestar atención a sus hórreos, palomares o a tipologías más llamativas como los cortines o colmiales, construcciones de piedra que cobijan las colmenas; a las corripias, para almacenar castañas, y los molinos, una espléndida muestra de la ingeniería tradicional que en Los Oscos cuenta con varios ejemplos en envidiable estado de conservación, como los del Conjunto Etnógráfico de Os Teixois o, llamativo por su tamaño, el del pueblo de Soutelo, en San Martín de Oscos.

¿Qué visitar en la comarca? Difícil decidirse entre los atractivos de sus siete municipios. Mucho más útil será apuntar sugerencias, lugares que deberían ser imprescindibles en cualquier escapada.

Para los amantes de los lugares con encanto, Castropol es una de las mejores opciones. Balcón sobre la ría del Eo, su caso histórico ha sido declarado Bien de Interés Cultural y merece un alto en el camino. Vegadeo, también asomado a la ría, es el principal centro de servicios de la comarca y una localidad de calles tradicionales y arquitectura ecléctica. Los amantes de lo monumental agradecerán conocer Mon, donde se encuentra el mejor ejemplo de arquitectura nobiliaria de toda la comarca, el palacio de Mon.

Combinación de naturaleza y arquitectura industrial es la Vía Verde que discurre por el antiguo trazado del ferrocarril minero Villaodriz-Ribadeo. Cristalina la cascada Semieira, en la aldea de Pumares. E imprescindible, por peculiar, el Conjunto Etnográfico de Os Teixois, que permite la observación in situ de una serie de ingenios hidráulicos que en pleno siglo XVIII abrieron el camino a la industrialización de la comarca. Y como muestra de la arquitectura más tradicional, detenida en el tiempo desde hace años, San Cristóbal, Brañanova y La Penacoba, con sus típicas casas de pizarra, montaña arriba.

Pero más que guiarse por consignas preestablecidas, en Los Oscos el reto está en dejarse llevar, fuera brújulas, por una comarca a trasmano de cualquier ruta turística. Una comarca que quedó, en un determinado momento, como congelada en el tiempo, asida a paisajes y modos de vida que habían desaparecido ya en la mayor parte de España.

De ese pasado, pausado a la vez que industrial, dan fe actualmente los artesanos de cuchillos y navajas, cuyos productos constituyen uno de los mejores recuerdos para llevarse a casa en cualquier visita a Los Oscos. Para el gusto, el mejor souvenir será dejarse tentar por su gastronomía, en la que los alimentos derivados de la matanza del cerdo se mezclan con una gran variedad de pescado y marisco fresco procedente del cercano Cantábrico. Si también se nos conquista por el paladar, la guinda en Los Oscos podrían ponerla un requesón, un arroz con leche o una buena tarta casera. El lado más dulce de una comarca que fue del hierro y que se reinventa a cada paso.

Fuente | Público

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