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María-Clara Valencia | El Mundo, 2011-06-14
Treinta minutos fueron suficientes para quemar todo un barrio de Riosucio, un municipio a las orillas del rio Atrato, en el departamento del Chocó, Colombia.
Eran las siete de la noche del primero de mayo de 2010 cuando las llamas se apoderaron de un burdel conocido como El Cucarachero. La curiosidad atrajo a todo el pueblo en pocos minutos, pero como se trataba del lugar de trabajo de las 'caimanas', como solían llamar a las mujeres que trabajaban ahí, nadie trató de apagar el incendio.
"Eso es cosa de Dios, que ha quemado esta casa de pecado", comentaban unos y otros mientras las llamas consumían la estructura de madera. De repente, el viento empezó a soplar y el fuego se expandió. Antes de que se pudiera controlar, 36 casas quedaron reducidas a cenizas.
"Yo estaba aquí el día del incendio, pero no pensaba que eso se fuera a crecer tanto. Eso fue como cosa del diablo que prendió todo en minutos", dice Silvia Rojas, una mujer de 80 años que lo perdió todo. Ahora vive con su nieta y un hijo en una casa prestada que está a punto de caerse.
Riosucio, localidad que alberga a 29.000 personas, está situada en el Chocó, una de las regiones más pobres, remotas y corruptas de Colombia. Para llegar allí desde la capital colombiana, Bogotá, hay que coger dos aviones, una barca y pasar largas horas en jeep. Los grupos armados ilegales tienen una alta influencia en esta región rica en recursos y, sin embargo, con una de las peores condiciones de vida del país. Aparte de sufrir graves inundaciones cada año, Riosucio no cuenta con servicio de agua canalizada, ni un con un sistema de desagües.
Reducir riesgos
El doble reto para las autoridades encargadas de reconstruir el área devastada por el fuego era reducir la vulnerabilidad de las personas frente a las inundaciones, mientras también mejoraban la dignidad de la población que vive sin saneamientos.
A la cabeza de la reconstrucción está la División para la Gestón del Riesgos (DGR) del Ministerio del Ministerio de Interior y Justicia, apoyada por técnicos del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), por funcionarios del municipio y por el ejército.
Al momento de diseñar las nuevas casas, los expertos del Sena consideraron la posibilidad de que los fenómenos climatológicos cambiantes pudieran llevar a un aumento de las inundaciones en los próximos años, y recomendó elevar las casas hasta 2,5 metros apoyadas sobre columnas de cemento.
"Cuando lo mencionamos dijeron que la idea era irrisoria y ridícula. '¿Por qué tan alto?’ se preguntaban todos en el pueblo, pues nunca habían construido más arriba de un metro", dice Luis Eduardo Montoya, un experto del Sena. Finalmente acordaron construir los hogares a 1,8 metros del suelo, con la posibilidad de elevarlos con la ayuda de gatos hidráulicos si fuera necesario.
No pasó mucho tiempo para que estas propuestas constructivas se probaran. En mitad del proyecto de reconstrucción, en noviembre de 2010, las lluvias torrenciales provocaron la peor inundación sufrida por Colombia hasta el momento.
Cayó quinientas veces más agua que en los años anteriores, según datos oficiales. Todo el pueblo de Riosucio quedó sumergido y el nivel de inundación en el lugar de los nuevos hogares subió hasta los 1,7 metros, en otras áreas llegó hasta los cuatro metros. Cuatro niños y una mujer murieron ahogados y más de 3.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares. Pero las nuevas casas, aunque sin acabar, fueron las únicas que no resultaron dañadas. El agua pudrió los cimientos de muchas de las casas de madera del pueblo, pero las columnas de cemento de las nuevas quedaron intactas.
"Ahora esperamos que este proyecto piloto sea un ejemplo no sólo para las futuras construcciones en Riosucio sino para cientos de pueblos vulnerables a las inundaciones en todo el país", explica Dagner Mosquera, secretario de planeación de Riosucio, que espera que el proyecto finalice este mes de junio.
Mejora de los hogares
Cada hogar será de unos 70 metros cuadrados, más de lo que medían la mayoría de los que quedaron calcinados. Contarán con dos habitaciones, una sala de estar y un baño: una novedad, esta última, para la mayoría de los propietarios acostumbrados a utilizar el río como letrina.
El modelo propuesto también prevé tanques de reserva para recoger el agua de lluvia y un sistema de filtración de aguas residuales para devolver el agua al río con un 90% de pureza.
"Este proyecto nos ha enseñado que tenemos que ser de acero, como esta gente de Riosucio, para encarar las dificultades y encontrar soluciones. En la ciudad lo tenemos todo, pero aquí hay que trabajar en medio de la pobreza", dice Luis Eduardo Montoya del Sena.
"Desde el principio, nuestro compromiso fue no dejar de construir, a pesar de los obstáculos. Así que incluso con las lluvias seguimos trabajando. Durante las inundaciones, trabajamos desde canoas y con el agua hasta la barriga. La corriente a veces se llevaba parte de los materiales de construcción, y aún así nunca dejamos de trabajar", recuerda el responsable del proyecto, el arquitecto Gonzalo Flórez, de la DGR.
Mientras Colombia sigue luchando contra las consecuencias de su actual estación lluviosa, cientos de miles de personas en todo el país viven en refugios a la espera de que sus pueblos sean reconstruidos.
Ricardo Lozano, director del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) de Colombia dijo que "estas casas son útiles para enfrentar los retos que suponen las estaciones de lluvias y de sequías extremas. Hemos sido testigos de este clima cambiante en Colombia durante los últimos 20 años. Este proyecto en Riosucio es muy importante a la hora de pensar en cambiar el modelo de vivienda, porque como dijo el presidente del país, Juan Manuel Santos, 'el cambio climático vino para quedarse y se va a quedar'. Necesitamos que proyectos como éste se repliquen para reducir los riesgos y la vulnerabilidad del territorio. Son necesarios planes que se adapten a los retos de la nueva realidad climática".
Fuente
Casas contra el cambio climático en Colombia
María-Clara Valencia | El Mundo, 2011-06-14
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