El valor de la colonia infantil de Sukarrieta
Análisis proyecto de expansión del Museo Guggenheim a Urdaibai
El autor explica los motivos por los que ha solicitado la protección y la declaración de Bien Cultural del edificio y los alrededores de las colonias de la BBK en Sukarrieta, lugar donde la Diputación de Bizkaia ubica su proyecto para un segundo Guggenheim.
Iñaki Uriarte | Arquitecto | Gara, 2010-02-17
Ante el inadmisible desprecio cultural hacia el conjunto urbanístico arquitectónico de la colonia de Sukarrieta, propiciado por la prepotencia del poder político del Diputado General de Bizkaia apoyado en cierto servilismo mediático, es preciso analizar el edificio, las dotaciones complementarias y su entorno.
La colonia fue prevista en un paraje de enorme belleza de una comarca agrícola en la cuenca del río Oka, junto la desembocadura de la ría de Gernika-Mundaka en Sukarrieta. Se planeó en una finca donada para realizar una iniciativa social de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Bilbao con un programa de asistencia a la infancia en estancias temporales de niños de centros escolares de Bizkaia con afecciones de salud para su mejora en un ambiente natural. Pionero en el aspectos de higiene, pedagogía, fortalecimiento físico, medicina infantil y comprensión del medio ambiente, equiparable a lo más avanzado que se realizaba en países europeos, lo que suscitó un enorme interés en otros lugares.
El proyecto fue encargado al gran arquitecto Ricardo de Bastida (1879-1953), quien concibió en 1920 una edificación de acuerdo al contexto en estilo neovasco en la que destacan los recursos compositivos y formales de la arquitectura tradicional. Fachadas de mampostería con arkupes de arcos y vigas de madera en dinteles, entramados y cubiertas con los faldones acentuados en teja, que conferían al edificio por su tipología una bella volumetría. El conjunto se construyó en tres fases 1920-25, 1929 y 1935, todas ellas proyectadas y dirigidas por Bastida.
El edificio inicial se inauguró el 13 de agosto de 1925 y desde ese mismo verano tuvo una gran asistencia de escolares. Poco después se vio la necesidad de una ampliación, con otra edificación a la izquierda del primero, más reducida y resuelta con similar repertorio formal, inaugurándose el 13 de agosto de 1929. En junio de 1935 se adquirieron más terrenos en la parte delantera pertenecientes al caserío Abiña para, además de ampliar el recinto, evitar que otras posibles construcciones pudieran alterar el admirable equilibrio entre privacidad y entorno natural.
Se proyectó otro edificio a la derecha del inicial de tamaño similar al segundo con tratamiento idéntico a los anteriores. Asimismo, junto al edificio original se erigió una torre sobresaliente a modo de observatorio singularizando el conjunto y que, como hito emergente, es una referencia visual de amplio dominio. Nuevamente en 1942 se compraron unos 20.000 m2 a la finca contigua hasta llegar a los 78.000 m2 de la actualidad, con una zona agropecuaria dotada de granja, huertas, caballos, arbolado de muy variadas especies para dedicarla a más vegetación, área de cultivo y zona deportiva con frontón, etc.
Es, probablemente, la obra de Bastida más importante e interesante realizada en estilo neovasco y una de las más relevantes en Euskal Herria, donde el entorno interactúa con la arquitectura proporcionando al edificio, que se beneficia de su alrededor, una recualificación paisajística; y recíprocamente, la edificación, con un sensato y sensible proyecto en su lenguaje constructivo y repertorio formal, aporta al entorno una integración afortunada. En esta simbiosis, naturaleza y arquitectura, ambas de extraordinario valor, han creado un importantísimo episodio paisajístico constituyendo una misma unidad indisociable que permanece en la historia de la arquitectura vasca del siglo XX como un hecho cultural magistral. Un recinto ajardinado que refleja de modo inmediato el gusto y sentido de la natura artificialis y su coloquio con la natura naturalis.
A partir de 1982, de acuerdo a nuevos tiempos educativos, la colonia se dedicó a la formación medioambiental. En un convenio con Eusko Jaurlaritza, se decidió su conversión en un centro para divulgar el aprecio, respeto y aproximación a la naturaleza y el equilibrio ecológico en un entorno de convivencia con la ría, el bosque y el caserío. Su utilidad para un programa pedagógico, que se mantiene en la actualidad, es en sí misma, además de modélica, un bien de indudable interés docente, a la vez que un reconocimiento de la validez tantos años después de una colonia para el uso que fue construida.
Valor arquitectónico: Los edificios de la finca, incluida la portería, constituyen por su acertada conjunción una obra arquitectónicamente bella representando un momento culminante de la arquitectura neovasca y su excelente estado de conservación obliga a su perpetuación. Valor urbanístico: Resulta evidente su óptima implantación en una geografía de excepcional calidad ajustada a las necesidades requeridas constituyendo una referencia singular por su disposición en el terreno y las sucesivas ampliaciones, muy coherentes, son de excepcional interés espacial en una armónica inserción constituyendo una referencia sublime. Valor paisajístico: Es una creación muy adaptada a la topografía y adecuada a las exigencias ambientales y educativas con una gran variedad de especies arbóreas de la finca dando sentido y aportando riqueza forestal además de una protección visual.
Obviamente la declaración de Bien Cultural Calificado, además de garantizar su protección jurídica, propiciaría el reconocimiento explícito de su indudable relevancia cultural. Se trata, por tanto, de proteger legalmente la validez de un programa social como Bien Cultural Inmaterial, desarrollado en un recinto con un notable edificio y entorno considerándolo como Bien Cultural Calificado con la categoría de Conjunto Monumental de rango Arquitectónico, Urbanístico y Paisajístico.
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