El poliédrico Le Corbusier
Expertos analizan la obra y la persona del arquitecto suizo, exponente de la modernidad
Enrique Mingo | El Diario Vasco, 2010-03-26
Un reencuentro con la obra de Charles Edouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier (Suiza 1887, Francia 1965), una de las figuras centrales de la arquitectura del siglo XX y personaje fundamental en la historia de las ideas y la cultura. Esa es la propuesta que ha realizado el Departamento de Arquitectura de la UPV/EHU con un ciclo de conferencias y seminarios impartidos por expertos en diferentes facetas del arquitecto suizo, exponente de la modernidad, y que termina hoy.
La obra de Le Corbusier «es sencillamente inmensa», asegura el arquitecto y profesor de la UPV Santos Barea, organizador de las jornadas. «Abarca múltiples expresiones, la arquitectura, por la que más se le conoce, pero también la pintura, escultura, tapicería y mobiliario». Le Corbusier se consideraba 'homme de lettres', como señala su documento nacional de identidad, es decir escritor, poeta y «viajero impenitente», como él se autodefinía.
Actividades entrelazadas y comprometidas con lo que tanto le obsesionaba y denominaba 'el fenómeno visual'. «Dibujos, pinturas, esculturas, libros, casas y planos para ciudades son en lo que me concierne personalmente una única y misma manifestación creativa dedicada a diversas formas del fenómeno visual», manifestaba el arquitecto suizo. Así, su producción contabiliza más de 200 proyectos en arquitectura y 75 realizaciones. En pintura 450 cuadros ejecutados desde 1918 hasta su muerte. Alrededor de 8.000 dibujos en técnicas y soportes varios, un centenar de grabados y otro centenar de obras en la técnica del 'papiers collés'.
Entre 1952 y 1965 realizó unos 30 Esmaltes y, en colaboración con el ebanista Joseph Savina, produjo 44 esculturas sobre madera natural o policromada. El Mobiliario, realizado en colaboración con Pierre Jeanneret y Charlotte Pierrand, sigue siendo una referencia hoy día.
En cuanto a su producción teórica, escribió cerca de medio centenar de libros, a los que cabe añadir un sinfín de artículos. Tampoco se puede pasar por alto su faceta deconferenciante, que utilizaba para difundir sus ideas por todo mundo.
Entre las aptitudes que reunía Le Corbusier, Barea comenta que ya el joven Charles Edouard Jeanneret «tenía una gran sensibilidad y una capacidad de síntesis excepcional» detectada por su maestro Leplattenier quien le auguró que sería arquitecto. «También le animaba una actitud vital, la de alguien hecho a si mismo, empeñado en descubrir y fortalecerse, que supo desde muy joven que su porvenir y las metas a alcanzar, solo las hallaría dependiendo de si mismo y solo de sí mismo».
Algunos encuentros fueron decisivos para el joven Jeanneret, su amigo y mentor William Ritter, el arquitecto Auguste Perret, el pintor Amedée Ozenfant, Pierre Jeanneret su primo, arquitecto y fiel colaborador, clientes como el industrial Henry Frugès quien le brindó la oportunidad de materializar sus innovadoras ideas, a principio de los años 20, con la construcción de un barrio moderno en Pessac, cerca de Burdeos.
Los viajes de formación, realizados a Italia en 1907, y el decisivo viaje a Oriente de 1911 a partir del cual, como han señalado los estudiosos se inicia una profunda mutación, en el joven Jeanneret, futuro Le Corbusier. «Seguirá viajando toda su vida con el carnet de croquis en mano, y en cada pagina, en un diálogo fecundo entre palabra y trazo mostrará el proceso del arquitecto-poeta-viajero, empeñado en esa actitud firme y constante hasta su último día, el 27 de agosto de 1965».
Juan Calatrava | Historiador (Granada, 1957)
El artista total
En su conferencia 'Le Corbusier y la síntesis de las artes: 1945-1960', Juan Calatrava presentó un análisis de las bases teóricas de lo que para Le Corbusier constituía la idea clave de su trabajo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, o lo que él llamaba 'La synthèse des arts majeurs'. Son años en los que llevó hasta sus últimas consecuencias la máxima de su trabajo: «No hay escultores solos, pintores solos, arquitectos solos. El acontecimiento plástico se realiza en una 'Forma Una' al servicio de la poesía». Su ardor creativo se plasmaba en técnicas muy diversas: Las esculturas, las litografías, los grabados, los aguafuertes...
Refiriéndose a las técnicas de los tapices, en los que se despliega la idea de una arquitectura textil, y los esmaltes, en los que la forma plástica precisa del fuego para surgir, Calatrava señala que están ligados con la cosmovisión y el pensamiento hermético plasmados en 'Le Poème de l´Angle Droit', al que Le Corbusier atribuía un lugar fundamental en su iter artístico y arquitectónico. Le Corbusier situaba al hombre en el centro de sus preocupaciones artísticas y arquitectónicas, y el 'Poème de l´Angle Droit' representa ese esfuerzo por reconciliar al hombre con la naturaleza. Así ideó el Modulor, una herramienta pensada para actuar contra la contaminación visual de nuestra sociedad industrial, y añadía, refiriéndose al Modulor, «e aquí una medida a escala humana».
Arthur Rüegg | Arquitecto (Bülach -Suiza-, 1942)
Color y armonía
La ponencia de Arthur Rüegg, 'Color y ornamento en la arquitectura de Le Corbusier', trató la importancia que tuvo el color en la obra del suizo. Bastaría recordar las anotaciones y dibujos realizados durante los viajes a Italia(1907) y a Oriente (1911), para convencerse de la sensibilidad y permeabilidad del joven Charles Edouard Jeanneret ante los fenómenos ligados a la percepción y provocados por la combinación del color y la luz.
Rüegg señaló diferentes periodos significativos en la carrera de Le Corbusier: El que inicia a la vuelta de Oriente, «con el uso de una policromía proto-purista» que alcanzaría su máxima expresión en la Villa Schowb (1916), en su villa natal de la Chaux-de-Fonds. A partir de 1918, ya en París, inicia una colaboración teórica con el pintor Ozenfant que dará luz a la revista 'L´Esprit Nouveau' y al movimiento pictórico denominado Purismo. Empieza entonces para Le Corbusier (adoptará ese nombre a partir de 1920), una dedicación diaria a la pintura, con la que ensayó las relaciones entre forma y color, adoptando una paleta de colores naturales -ocres, tierras, blanco, negro, azul ultramar y sus derivados al mezclarlos- que utilizará como base de su policromía en su arquitectura. La villa La Roche es un ejemplo de cómo empleaba la policromía para transformar el espacio.
En su periodo purista (1920-30), Le Corbusier rompe con la tradicional planta y propone un sistema espacial en el que el interior se fusiona con el exterior y en el que la policromía es determinante en la configuración espacial de los interiores. A partir de esa época, que culmina con la construcción de la Villa Saboya, la arquitectura de Le Corbusier cambia de la abstracción hacia una expresión en la que los materiales naturales y el hormigón confieren a sus edificios sus cualidades sensibles. La policromía seguirá presente, se reforzará incluso con colores saturados y primarios complementando su nuevo lenguaje arquitectónico.
Prestó especial atención a los efectos fisiológicos y psicológicos del color. Los buscó espectrales, con capacidad para conseguir ambientes y provocar determinados sentimientos. Un ejemplo serían sus edificios sacros de la década de los 50 (la capilla de Ronchamp y el convento de la Tourette) o los espacios dedicados al espectáculo como el Pabellón Philips, verdadero poema electrónico realizado para la exposición de Bruselas del año 1958.
Stanislaus Von Moos | Historiador (Lucerna -Suiza-, 1940)
Viajero impenitente
Con 'Le Corbusier Turista. El ejemplo de Venecia', Stanislaus Von Moos propuso descubrir a un Le Corbusier 'Voyageur impénitent', tal y como se definía él mismo. Von Moos recordó que el arquitecto suizo practicó el turismo como una auténtica forma de arte, produciendo croquis, dibujos, acuarelas y fotografías de los lugares y de los museos visitados, que podrían fácilmente conformar un pequeño museo y que, en efecto, tomaron forma en muchos de sus libros.
En esos viajes Le Corbusier coleccionó 'Les objets à réaction Touristiques', los monumentos de las ciudades, desgajados de su contexto urbano, una solución-metáfora de la relación de Le Corbusier con la ciudad. Por lo tanto, el viaje como turista interesado y muy atento que almacena datos en forma de imágenes, textos y croquis, futuros detonantes del proceso creativo, al que también nutrirán, se revelará muy fecundo para la obra de Le Corbusier.
Pep Quetglas | Catedrático (Mallorca, 1946)
Visita a Ronchamp
Pep Quetglas, fue un guía de excepción para una visita al interior y exterior de la capilla de Ronchamp, uno de los edificios más enigmáticos de Le Corbusier, concebido y realizado entre 1950-1955 en un lugar cargado de simbología y significados. Quetglas hizo referencia a esas estructuras, también enigmáticas, llamadas dólmenes en busca de signos que puedan interpretar algunos aspectos de Ronchamp.
El catedrático mallorquín situó la visita previamente en el umbral del edificio, articulación entre el interior y exterior del templo donde se recibe la primera impresión fuerte del espacio interior producida por la relación entre los muros curvos y la pesada y a la vez ingrávida cubierta que contrasta en color con los muros que la recogen. Luego detalla el abanico de elementos que contribuyen a provocar esa impresión plástica en el visitante y averiguar su procedencia. En esa escenificación, Quetglas ve en la extraña colocación de los bancos la pieza que pone en marcha su propia interpretación y la clave del misterio que explica la presencia de ciertos elementos en lugares muy precisos.
Tim Benton | Historiador (Londres, 1945)
El proceso creativo
En su conferencia de ayer, 'Dolores en el alumbramiento de un estándar: Le Corbusier y las villas de los años 20', Benton trató el proceso de proyecto en el periodo purista del arquitecto suizo. En este análisis, Benton trata de recuperar lo que se pierde en el trabajo de preparación de un proyecto de arquitectura. Esa arquitectura en el papel es interesante en sí, y más para mostrar el sistema de valores del arquitecto.
También trata de ver porqué algunas opciones son rechazadas por el arquitecto y otras aceptadas. Resultan muy reveladores los efectos de palimpsesto, en el que se pueden discernir fragmentos de «cadáveres» de proyectos abandonados en la obra final. El gran trabajo de Le Corbusier y Pierre Jeanneret sobre la evolución del modernismo de las villas de los años 20 es un laboratorio de arquitectura de primera importancia. No sólo en lo referente al estilo de los cinco puntos de la arquitectura nueva sino también para la evaluación fundamental de las posibilidades expresivas de la arquitectura.
Jorge Torres | Arquitecto (Valencia, 1963)
Eclosión del maquinismo
En su ponencia, 'La lección de la máquina. Le Corbusier: Arquitectura y Técnica', Torres confirma a Le Corbusier como uno de los arquitectos en los que la noción de técnica aparece poblada de los significados más ricos y diversos. Su aprendizaje como 'technicum' se produce en aquel momento de eclosión del maquinismo.
Los conceptos de industria, máquina, tecnología, ingeniería o taylorización surjen como catalizadores de su pensamiento y como metáfora de una arquitectura y un espíritu nuevo. Como escribió en 'Urbanismo': «La arquitectura es un sistema de pensar y sus medios técnicos son la lenta adición de un esfuerzo constructor de la razón». La técnica, la industria o la máquina en aquellos años activan su imaginación, impregnan la configuración de un fértil pensamiento y una prolífica ansia creativa que marcan la arquitectura que desde entonces se produce.
La cifra
200 fueron los proyectos arquitectónicos que realizó Le Corbusier a lo largo de su vida. A estos se le suman 450 pinturas, más de 8.000 dibujos, así como múltiples grabados, cerámicas, esculturas y trabajos literarios.
Fuente | El Diario Vasco
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