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Los premios de los arquitectos y promotores de Madrid avalan 'Carabanchel 17'. El edificio rescata la idea del patio en altura de Le Corbusier. 'Hay que escuchar más al vecino' y menos a los arquitectos.
Jose F. Leal | El Mundo, 2011-04-29
¿Cabe en el ámbito de la arquitectura residencial decir eso de que no es la miel para la boca del asno? Es decir, casas pensadas al detalle que acaban siendo habitadas por ciudadanos que no saben usarlas o que las rechazan por extravagantes... Rotundamente, no. "Lo que ocurre es que hay una fractura brutal entre las propuestas de los arquitectos y lo que los ciudadanos esperan recibir cuando les toca una vivienda oficial", explica el arquitecto Andrés Cánovas.
La reflexión tiene lugar de espaldas a la fachada de 'Carabanchel 17', uno de los exponentes residenciales más ambiciosos que rematan el barrio madrileño, el ensanche con más premios Pritzker por kilómetro cuadrado del mundo, que en 2010 fue premiado por el Colegio de Arquitectos de Madrid (Coam) y Asprima, la patronal de los constructores madrileños. De espaldas, también, a una voz que sale de dentro del edificio que invita a los visitantes a "grabar su p*** casa", harta de toparse con su casa en Flickr y de japoneses merodeando en busca del 'Edificio Bambu' en pleno acto de turismo arquitectónico.
"A este edificio le hemos dedicado muchísimo tiempo, dos años para hacer el proyecto y otros cinco para construirlo", apunta su socio Nicolás Maruri. Era una oportunidad "que se iba a volver a repetir", dicen. La prueba es que la obra se entregó en 2009, ya en plena crisis.
"El 'problema' de este tipo de viviendas es que no manejas un perfil concreto de usuario. La verdad de la vivienda es el contacto con el usuario. Si se abre un abismo entre esas dos posiciones -el usuario final y el arquitecto-, las de perder las llevamos nosotros. Siempre", afirma Cánovas.
En el fondo de la cuestión planea una preocupación que comparten muchos colegas, que algunos recitan de cara a la galería y otros exteriorizan fruto de una reflexión que necesitan plantearse para seguir avanzando: "Tiene que haber un cambio de paradigma en la arquitectura, en el modo de enfrentarnos a los lugares, las ciudades, a nuestros clientes y a nosotros mismos como arquitectos... y aquellos que se atrincheren en el modo antiguo de ver la arquitectura, de una manera endogámica, no irán a ningún sitio".
Escuchar al vecino
"Yo siempre digo que no hay que escuchar a los arquitectos lo más mínimo. Es una profesión respetable, claro, pero no muy creíble. Hemos hecho las ciudades que hemos visto... O, por lo menos, hemos sido la punta de lanza del liberalismo más soez". Por contra, "hay que escuchar al vecino y sus necesidades y transformarlas en elementos, en arquitecturas y en ciudades "que avancen sobre esas necesidades" y que "no se queden ancladas en la pura demanda", a la inercia del mercado. "Porque uno pide lo que conoce y nosotros tenemos que hacer, a partir de esa petición, lo que desconoce".
De hecho, continúa Cánovas, "aún es imposible saber si estas casas de aquí están bien o mal". Por eso, los arquitectos "no debemos proponer viviendas sino modos distintos de habitar y de exprimir una casa", señala. "Me gustaría venir dentro de siete años y que, al conversar con alguno de los vecinos, y que comentaran si en la zona interior han hecho barbacoas, o que los veranos son estupendos en el patio".
Esa forma distinta de ver las cosas parte de las administraciones. "Nosotros aportamos al Carabanchel lo mejor que tenemos y todos nuestros conocimientos, pero hay cosas que se nos escapan, como la ordenación general y el urbanismo del ensanche". Pero un barrio necesita focos de acción diferentes de los centros comerciales, "esas nuevas catedrales", dice Cánovas. "Por los PAU's de Madrid no pasa nadie, sus calles están sobredimensionadas y el contacto entre la gente se ha destruido". No hay más que girarse y comprobar el parque desangelado al que se enfrentan los vecinos del edificio cada día: "un erial", afirma.
Le Corbusier en Madrid
Lo más destacado de 'Carabanchel 17' no son ni los vistosos colores de su fachada metálica de doble piel, ni la zona central del bloque, salvaje y vegetada. Salvo los bajos, todas las viviendas de la finca gozan de su propio patio en altura, una idea que Le Corbusier desarrolló en su proyecto 'Les Inmeubles-Villas', allá en el año 1922, y que en Madrid también reproduce -como espacios públicos- el edificio Celosía, firmado por Blanca Lleó y MVRDV.
"Le Corbusier se pasó media vida buscando cómo trasladar las ventajas de un unifamiliar a las casas de las ciudades, el jardín, las vistas, la orientación... a las viviendas en altura", explica Maruri, un estudioso del genio suizo.
"Este proyecto se relaciona con toda esa genealogía de búsqueda e investigación alrededor de la idea de la casa y el patio exterior, flexible y sostenible en el tiempo", señala. Unos patios, por cierto, muy difíciles de ver en las viviendas públicas, a los que la EMVS accedió por la calidad del proyecto, sacrificando los espacios comerciales de los bajos y ganándolos como viviendas.
Terrazas y color
Por eso, lo más interesante de este edificio son esas terrazas pasantes, "ese espacio intermedio, flexible, que recibe luz, viento y quizás un poco de lluvia, que separa el interior de las viviendas con la ciudad", los define Cánovas.
La importancia del color está en la necesidad de romper el volumen, ya que, a diferencia de cualquier otro edificio de viviendas, que se perciben en su conjunto, en este, el color permite identificarlo como "una suma de partes", es decir, "como una suma de familias o de personas con su vida especial que viven agrupadas en una determinada comunidad". Además, el color no sólo permite identificar visualmente los espacios sino que cada vivienda tenga "una autonomía formal e incluso espiritual", explica Cánovas.
Fuente
Amann, Cánovas y Maruri: 'Los arquitectos hemos sido la punta de lanza del liberalismo más soez'
Los premios de los arquitectos y promotores de Madrid avalan 'Carabanchel 17'. El edificio rescata la idea del patio en altura de Le Corbusier. 'Hay que escuchar más al vecino' y menos a los arquitectos.
Jose F. Leal | El Mundo, 2011-04 | AUDIOVISUAL
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