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La exigencia arquitectónica destierra en Zaragoza y Huesca las naves anodinas. Las nuevas obras buscan humanizar lugares pensados para los coches.
Anatxu Zabalbeascoa | El País, 2011-04-30
Se trata de darse a conocer, pero también de humanizar el entorno de los polígonos industriales, un ámbito más pensado para coches que para personas. PlaZa, la mayor plataforma logística de Europa, está en Zaragoza. Acrónimo de plataforma y Zaragoza, allí almacenan gigantes como Inditex y fenómenos del siglo XXI, como la empresa Caladero, que recoge toneladas de pescado congelado procedente de África para abastecer a los supermercados Mercadona.
En ese marco, el constructor Agapito Iglesias, dueño del Real Zaragoza, no quiso que la arquitectura fuese anodina. Le pidió al proyectista Alberto Casado que diseñase para su empresa Codesport. Quería dignificar los polígonos con presupuestos ajustados, limpieza visual y rapidez constructiva. Así, de la mano de los económicos prefabricados de hormigón, Casado comenzó a firmar edificios tradicionalmente levantados por ingenieros industriales. Y cambió la cara a muchas de las naves de PlaZa.
Pero si en Zaragoza la arquitectura ha hablado claro en los polígonos, en Huesca ha conseguido hacerlo también alto. Allí, en el parque tecnológico Walga, tan cerca del paisaje como de la ciudad, la sede del Instituto Tecnológico de Aragón quiso hablar, con la propia arquitectura, de desarrollo y nuevas tecnologías. Los arquitectos Alejandro San Felipe y Francisco Lacruz levantaron un edificio con intención urbana. La idea es que, en un entorno duro, un futuro bosque de abedules envuelva a su edificio. En espera de que los árboles crezcan, el inmueble habla desde su forma de araña.
Y no se trata de hablar por hablar. El corazón de la araña concentra una zona de doble altura para usos comunes, como biblioteca o administración. Los cinco dedos del insecto organizan los cinco laboratorios de ideas del centro. Se trata de conjugar trabajo individual y colectivo, aislamiento y comunicación. El espacio es holgado. Pero cada centímetro está aprovechado al máximo. No en vano, San Felipe y Lacruz son especialistas en aprovechar cada milímetro. En 2005 ganaron el Premio Nacional de Vivienda con unos pisos de 60 metros levantados en Huesca que permitían convivir con holgura. Ser generoso con el espacio implica ser riguroso con su distribución. Incluso cuando el espacio parece sobrar.
La araña es más que una solución formal. Sus dedos consiguen luz y patios. También aquí la sencillez constructiva de las placas prefabricadas de hormigón manda. Paneles de acero lacados hacen que la fachada y la cubierta se confundan en un edificio que estira sus dedos para abrazar el entorno y motivar a los trabajadores.
Fuente
Dejarse ver en el polígono
La exigencia arquitectónica destierra en Zaragoza y Huesca las naves anodinas. Las nuevas obras buscan humanizar lugares pensados para los coches.
Anatxu Zabalbeascoa | El País, 2011-04-30
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