- Nueva mirada a la arquitectura contemporánea
- Andalucía es la segunda comunidad autónoma en número de obras catalogadas en el siglo XX
- Margot Molina | Sevilla | El País, 2007-06-29
Lo importante de este trabajo, además de la cantidad de obras analizadas e incluidas, es que por primera vez se consideran dignas de protección tipologías hasta ahora denostadas como viviendas de protección oficial, polígonos, edificios industriales, jardines, espacios interiores u obras civiles. "El hecho de que estas arquitecturas no se identifiquen como patrimonio las hace especialmente vulnerables. Corren un gran peligro de desaparecer frente a operaciones urbanísticas especulativas", afirmó Lluís Hortet, director de Docomomo Ibérico y de la Fundación Mies van der Rohe, el pasado miércoles en Sevilla.
En busca de protección
El proyecto, que comenzó en 2005 e incluye también la arquitectura del siglo pasado en Gibraltar y en varias regiones del sur de Francia, ofrece ya el inventario de unos 6.000 bienes inmuebles en Internet (www.archxx-sudoe.es) aunque todavía no está completamente terminado. Los promotores del inventario lanzarán una publicación a finales de julio y tienen previsto una muestra itinerante. "Ésta es la primera fase, nuestro próximo objetivo es realizar una selección de 3.000 obras para pedir a las distintas Administraciones que las protejan, pero no sólo de la demolición; sino también de las intervenciones que, en algunos casos, son muy agresivas", precisó García Vázquez, profesor en la Escuela de Arquitectura de Sevilla.
"En Andalucía el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) lleva años catalogando la arquitectura del siglo XX y el trabajo ha sido mucho más fácil que en otras comunidades porque hemos colaborado con ellos. Por ejemplo en Sevilla hay 293 bienes catalogados, en Córdoba, 214 y en Granada, 119", precisa el coordinador.
A pesar de que se ha avanzado mucho en la protección de las obras del Movimiento Moderno, la arquitectura contemporánea sólo representa el 5% de la protegida en Andalucía. "No se trata sólo de una cuestión de sensibilidad cultural; sino también profesional, porque interesa a los arquitectos; turística, porque puede generar rutas y, por tanto, económica", añade Lluís Hortet.