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Imagen: El País |
El legado Ganchegui
Anatxu Zabalbeascoa | Del tirador a la ciudad | El País, 2011-02-18
¿Qué hacer frente al cantábrico abierto y desapacible? Los arquitectos Rocío Peña y Mario Sangalli, de
Peña Ganchegui y Asociados, decidieron que cuando no se pueden peinar los vientos, lo mejor es desaparecer. Se trata de quitarse de en medio para proteger el lugar, pero también de hacerse a un lado para resguardar la casa del viento del norte y de la lluvia.
Así, su casa Urrezkoenea, situada en Getaria, sobre una pendiente fuerte con vistas al Cantábrico, se recoge para acumular el sol debajo de la tierra. Y así, inventa un camino que recorre la colina desde la cima, donde está el acceso, hasta su pie, en la costa cantábrica.
El camino de acceso conduce a la casa, pero esta inicia otro sendero sinuoso y peatonal que se aleja de la sombra y gira buscando la protección del viento: “convirtiéndose en muro que se pliega y busca un lugar profundo desde el que mirar ese paisaje”, cuentan los arquitectos. Esta es una casa disimulada porque, ante algunas vistas, el exceso puede ahogar. Así, con la ubicación escondida, las vistas aparecen y desaparecen para hacerlas menos evidentes.
La casa es de madera y hasta el muro de hormigón lleva la huella del encofrado como textura y único ornamento. Las cubiertas planas de madera se mimetizarán cuando se tiñan de gris con el paso del tiempo.
“Pensamos que la vivienda no está acabada, porque esperamos que el lugar la haga desaparecer, aún más, con esa cubierta que como una melena acabará de desdibujar unas formas que pretenden no ser rotundas ni rigurosas sino una parte más de ese terreno”. En el hormigón ya se acumula el verdín de ese lugar tan lluvioso. Y los arquitectos lo imaginan cubierto de glicinia con el pasar de los años.
Rocío Peña Azpilicueta y Mario Sangalli (ambos nacidos en San Sebastián en 1964) fundaron en 1988 su estudio sobre la base del de Luis Peña Ganchegui. Tras estudiar en Barcelona, Rocío trabajó con Enric Miralles. Mario es catedrático de estructuras. Las huellas topográficas de la enseñanza de Miralles y la mano con los cálculos del hormigón de Peña y Sangalli marcan muchos de sus trabajos, como el Centro Cultural Bastero Kulturgunea, en Antoain, y la propuesta para la Rehabilitación de la Plaza de los Fueros en Vitoria. Con todo, y más allá de su nombre, fue Peña Ganchegui el que les dejó el mayor legado. El arquitecto vasco, fallecido en 2009, les cedió como herencia el tacto para adecuar la arquitectura a la vocación del lugar.
Fuente
El legado Ganchegui
Anatxu Zabalbeascoa | Del tirador a la ciudad | El País, 2011-02-18