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Cuatro cajas para conservar el fuego
El interés por esa "inmensa fuerza de ruptura" se ha agigantado con el tiempo. También en el ámbito editorial
Xoán Abeleira | El País, 2009-09-05
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Del surrealismo o superrealismo (esa pulsión de nuestro espíritu que, sepámoslo o no, anda a la caza y captura de una porción de lo maravilloso, de lo sagrado, de lo que está, ciertamente, muy "por encima de la realidad" vulgarizada) cabe decir lo mismo que de su auténtico aliado político, el anarquismo: que a pesar de haber muerto infinidad de veces siempre vuelve a renacer, con convulsiva rebeldía. Los llamados críticos de arte, los enterradores "que babean sobre él" como si fuese una reliquia, intentaron sepultarlo en, al menos, tres ocasiones: en 1939, coincidiendo con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la dispersión de sus miembros; en 1966, tras la desaparición física de su elemento aglutinador, y en 1969, con la disolución del último grupo "oficial". Pero ya durante el Mayo Francés, con la declaración de la Plataforma de Praga, comenzó a gestarse por todo el mundo una nueva serie de "guerrillas" dispuestas a perpetuar la insurrección. Incluidas las españolas.