2010/06/11

argitalpenak | 70 años de arquitectura en Albacete

Imagen: La Verdad
La inquietud de una arquitectura
Publicado un libro que recoge la evolución del diseño arquitectónico en la provincia entre 1936 y 2006. En sus más de 400 páginas se reseñan datos y características de las obras más importantes que se han construido en diferentes municipios
Ana Martínez | La Verdad, 2010-06-11

En Albacete hay una impresión generalizada en la ciudadanía sobre que es una «ciudad fea», arquitectónicamente hablando. Cierto es que en el siglo pasado, muchas fueron las joyas arquitectónicas que, por ignorancia o interés, fueron vencidas por la pala especuladora. Pero para mostrar y demostrar que, hoy en día, Albacete se puedo codear con lo mejor de la arquitectura internacional, el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha ha impulsado la publicación del libro '70 años de Arquitectura en Albacete: 1936-2006' que, editado por Joaquín Arnau, cuenta con las aportaciones e investigaciones de los arquitectos María Elia Gutiérrez, Francisco Javier Castilla y María del Carmen Real, y con la colaboradora María José Cuenca Jiménez.

Todos ellos han llevado a cabo un trabajo de campo reflejado en una especie de ficha, en la que se reseña los datos y las características más importantes de cada obra de arquitectura estudiada, tanto de forma gráfica como literaria.

En sus casi 400 páginas, la publicación recoge sólo proyectos de obras existentes que han sido seleccionados por la calidad y singularidad de las mismas, la representación de un tipo característico o singular, del quehacer de un arquitecto local y del trabajo de profesionales de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional.

De la misma manera contiene obras recogidas en el catálogo de elementos protegidos y aquellas que han sido publicadas o reseñadas por su interés en monografías o revistas de arquitectura.

Para favorecer un mejor recorrido por la evolución y el desarrollo que ha experimentado la arquitectura en setenta años, el libro se ha dividido en tres periodos, que abarcan entre 1936 y 1956; entre 1957 y 1976; y entre 1977 y 2006.

Guerra Civil
Para la actividad edificatoria, la Guerra Civil española supone «un colapso total y absoluto», cita el libro, que nombra al edificio Legorburo como ejemplo de edificación que «desafió» las circunstancias y adaptó sus soluciones constructivas a las precarias disponibilidades de recursos materiales, técnicos y humanos.

Para Elia Gutiérrez, investigadora de esta época, el proyecto de Baldomero Pérez Villena en la Plaza del Altozano ilustra perfectamente, con su original y su reformado, «las nuevas consignas estéticas» de la época. Asimismo, en el Paseo de la Libertad, «los viejos caserones de finales del XIX son sustituidos por ejemplares correctos, pero anodinos, al dictado del nuevo gusto y al servicio de la especulación».

A lo largo de la contienda y la posguerra, el Ayuntamiento de Albacete acomete la obra más ambiciosa de la ciudad, bajo la modalidad de concurso: la ampliación y reforma del Recinto Ferial que, en opinión de Gutiérrez, «desdibujará hasta hacerlos casi irreconocibles, los rasgos principales del edificio ilustrado y dará forma a la Feria que hoy conocemos bajo la autoría de Carrilero y Ortiz».

La publicación asegura que la arquitectura española entre el 36 y el 56 , incluyendo la que se ejercitaba en la ciudad de Albacete, ha sido mayoritariamente denostada por la historiografía: «Los críticos la han considerado una arquitectura al servicio de las necesidades imperiosa de reconstrucción de un país asolado física y moralmente por la Guerra Civil y al dictado de las nuevas consignas estéticas e ideológicas del régimen franquista. Una arquitectura, en definitiva, impuesta e impositiva».

Hasta la transición
Del periodo arquitectónico comprendido entre 1957 y 1976, Francisco Javier Castilla Pascual resalta el desarrollo urbanístico experimentado por el crecimiento demográfico en Albacete, Hellín, Villarrobledo, Almansa, La Roda, Tobarra y Yeste, localidades que en los años 50 superaban los 10.000 habitantes. Según escribe, casi la totalidad de las edificaciones de carácter dotacional en toda la provincia se ejecutan a través de la Diputación Provincial, que en estas décadas realizada «una labor crucial», a través de los arquitectos Baldomero Pérez Villena, José Luis Pérez Brull y Antonio Escario, sucesivamente. «Esto conlleva -dice el arquitecto abulense- la dificultad de encontrar arquitecturas relevantes fuera de las grandes ciudades, ya que los recursos son escasos y los tipos y soluciones formales se repiten con cierta asiduidad».

Tras la entrada en vigor del Plan de Ordenación Municipal del 52, se genera una importante actividad edificatoria, especialmente residencial, fundamentalmente en el entorno del parque de Abelardo Sánchez, donde se ubican los primeros edificios en altura de más de diez plantas.

En la década de los 60, la ciudad fue adquiriendo un aspecto más 'urbano', derivado de las modernas edificaciones en altura y las nuevas tipología, mientras que a principios de los 70 empiezan a aparecer barrios de viviendas para rentas inferiores como Hermanos Falcó ('Las quinientas') o Pedro Lamata.

«El planeamiento se ve desbordado por el crecimiento frenético y para intentar paliar el déficit de servicios se aprueban ordenanzas de transformación de volúmenes que favorecen la aparición de más edificios en altura», explica Castilla Pascual, quien destaca entre ellos el barrio del polígono San Antón y la Avenida de España, desde la aparición del edificio 'Forestal' y sus réplicas.

Periodo democrático
El libro '70 años de Arquitectura en Albacete' culmina con el periodo comprendido entre 1977 y 2006, en el que se explica que, a finales de los 70, se insinúa y prende una nueva conciencia que, de haber prosperado, habría evitado la crisis actual de la edificación: la rehabilitación, especialmente en obra pública, se pone de moda. «Y en Albacete se salvan algunos edificios señeros», como el Teatro Circo, la Fábrica de Fontecha y Cano, el Gran hotel, el BBVA, el Archivo Histórico Provincial, la Casa de Hortelano, el Colegio de Arquitectos o el antiguo Ayuntamiento, cita en este capítulo el editor de la publicación y arquitecto Joaquín Arnau.

Explica que, de forma paralela a la recuperación del patrimonio arquitectónico de la ciudad, surgen otros edificios punteros con redundancias y sorpresas prudentemente equilibradas, poniendo como «magnífico ejemplo» el Hospital General. «Pero -añade- si hay un sintagma que pueda hilvanar estas tres décadas, recorriéndolas a todo lo largo y pudiéndolas así representar legítimamente, nos lo sirve en bandeja el Campus universitario de Albacete, con su complemento deportivo que, no por casualidad, se le halla adyacente».

Pero si Arnau alaba las arquitecturas de los últimos tiempos, significando construcciones como la Casa de la Cultura 'José Saramago', la Comisaría Nacional de Policía, el Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEEI) o el Palacio de Congresos, no ocurre lo mismo con las propuestas arquitectónicas del último tercio del siglo XX. Así, construcciones como Villacerrada lo califica de «histórico desliz comprensible en su momento, hoy incomprensible, de imposible marcha atrás», como Carretas, «abandonado a su suerte por la incertidumbre de las actuaciones municipales».

Otro tanto de lo mismo ocurre con el Ensanche que, según el arquitecto alicantino, «permanece estancado en la resignada conformidad de su débil carácter, que ni crece ni mengua en este tiempo, y adonde arquitecturas de mérito pasan desapercibidas a causa del entorno anodino».

Mª Elia Gutiérrez | Coordinadora del Libro
«El abuso del ladrillo caravista proyecta una imagen monótona»


La coordinadora del libro '70 años de Arquitectura en Albacete: 1936-2006', a la vez que arquitecta, Mª Elia Gutiérrez, asegura que esta ciudad ha experimentado una «línea de crecimiento» muy importante en la calidad, que tiene el pistoletazo de salida a mediados de los 70, coincidiendo con el fin de la dictadura. Con la construcción del Campus universitario se inició una «inquietud» con la arquitectura de calidad que se corroboró con la edificación del Museo Provincial en el parque de Abelardo Sánchez: «Yo creo que Albacete se puede codear con lo mejor de la arquitectura no sólo nacional, sino internacional», asegura Mª Elia Gutiérrez, que destaca piezas «muy buenas» como la Comisaría Nacional de Policía, la sede del CEEEI o la Casa de la Cultura 'José Saramago' que, a su juicio, «están fenomenal», así como los resultados de los últimos concursos convocados por Urvial, «lo que demuestra que los procedimientos concursales son saludables porque sacas a flote las ideas de los arquitectos».

Respecto a las voces críticas y menos optimistas que señalan que Albacete ha sido «la ciudad del ladrillo caravista», Gutiérrez se mostró partidaria del mismo por tener una vida útil muy larga, aunque admitió que su abuso proyecta una imagen monótona de la ciudad. No obstante, «hay cosas peores como el cotegran, un cemento pintado de colores que en tres años está en un estado penoso».

Lo que sí que lamentó esta arquitecta, afincada en Albacete, es la política urbanística de rehabilitación que se ha ejecutado en esta ciudad en las últimas décadas, ya que si bien se fueron haciendo «piezas loables», también se destruyeron joyas de gran valor arquitectónico. En este sentido, se mostró defensora a ultranza de la rehabilitación pero «sin necesidad de rodearla con mastodontes» como lo que ha ocurrido en la Fábrica de Harinas, en la Catedral o en la Posada del Rosario.

Fuente | La Verdad


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