Una cárcel de transición
El joven arquitecto Iñigo Etxezarreta plantea en su proyecto de fin de carrera un centro penitenciario ubicado en Zubieta (Donostia), que respete los espacios de los reos y que divida sus celdas de las zonas comunes para provocar un cambio de rutina en prisión
Noticias de Gipuzkoa, 2008-11-24
Espacios amplios y abiertos. Muros que no oprimen ni acrecientan la sensación de estar encerrado. Vistas a los montes y a una futura libertad y celdas separadas de las zonas comunes para que, cada día, los reos tengan que desplazarse y no se queden aislados en su módulo. Ésta es la propuesta de cárcel del joven arquitecto hernaniarra Iñigo Etxezarreta, quien decidió materializar en su proyecto de fin de carrera una institución penitenciaria ubicada en Zubieta (Donostia), precisamente donde se construirá el próximo penal guipuzcoano.
La elección de este tema, que asegura que es "lo más difícil, porque sobre él tienes que trabajar durante más de un año", se precipitó cuando Etxezarreta comenzó a leer los problemas que suscitaba la cárcel de Martutene. "Se construyó en 1941 y está muy obsoleta. Es la prisión con la segunda mayor tasa de hacinamiento del Estado español", afirma el joven. De esta manera, se empezó a interesar por las prisiones y por su evolución a lo largo de la historia, así como por la futura construcción de un centro penitenciario en Zubieta.
"Es un tema tabú, queremos que la gente vaya a las cárceles si comete un delito pero, a la vez, esperamos que éstas estén lejos de nuestra casa", señala. Por ello, Etxezarreta propone un penal amplio, con espacios abiertos que, sin embargo, no sea una gran construcción que destroce el monte y que no se visualice demasiado desde las poblaciones más próximas.
En su proyecto, la cárcel está ubicada entre Zubieta y Usurbil, justo encima de los campos de fútbol de la Real Sociedad. "No son los terrenos exactos donde se ubicará la nueva cárcel, porque no quisieron decirme el lugar, es todo como un secreto", explica Etxezarreta, quien ha ganado el premio que concede Kutxa al mejor expediente universitario guipuzcoano.
Su trabajo, por el que ha obtenido una Matrícula de Honor, pretende ser una reflexión de hacia dónde deberían ir las construcciones de futuras cárceles. "Quiero que se cree el debate, que se piense qué es necesario que tenga un centro penitenciario. Los arquitectos que realizan el proyecto de las prisiones están muy capacitados pero, a veces, tengo la sensación de que todas se edifican de la misma manera, que todos hemos aceptado el mismo tipo de penal", indica.
Empezó a trabajar en su proyecto en mayo de 2007 "sin saber muy bien dónde iba a llegar con él o si me iba a dar un batacazo en el camino", afirma. Sin embargo, la iniciativa comenzó a tomar forma y, de momento, ya ha conseguido un gran éxito universitario.
Espacios separados: Celdas y zonas comunitarias
En las cárceles convencionales, las celdas donde duermen los presos y las zonas comunitarias están situadas en el mismo edificio. Sin embargo, Etxezarreta plantea un cambio, que estos espacios estén separados. "Los reos desarrollan su vida en el mismo lugar, bajo la misma y única autoridad. Los movimientos que realizan dentro del penal los hacen por pasillos subterráneos o corredores cerrados", asegura. Esto les aleja más si cabe de la realidad y cada día que pasa se sienten más reclutados. "El edificio les acaba absorbiendo", afirma.
Su complejo penitenciario propone la disgregación de un inmueble principal, que contendrá exclusivamente las celdas y, otro, donde se instalarán las zonas comunitarias. "De esta manera se provoca una transición y, cuando el recluso se levante, deberá salir al monte y recorrer la ladera para llegar a otro edificio", detalla. En este último lugar, las conexiones se harán al aire libre, a través de una calle interior, que les permita ver la luz del día mientras se trasladan hacia las aulas o los talleres de trabajo. Todo esto bajo una correcta vigilancia por parte de los funcionarios de prisiones.
Unos 75.000 metros cuadrados: capacidad para 420 reos
Su penal ocupa 18 hectáreas de monte en Zubieta, en un entorno rural, aunque los dos complejos tienen una superficie construida de 75.000 metros cuadrados. Así, ésta tiene una capacidad total para 420 internos y cuatro módulos residenciales con 311 celdas individuales. "Cada una tiene un baño propio y, desde ella, se puede observar la montaña para dar una sensación de libertad al recluso", indica el joven arquitecto de 26 años. Además, todas están orientadas al sur para que el preso aproveche las horas de sol y de luz. También contempla un departamento para reos que tengan un régimen especial, con 37 camas, un lugar para la atención especializada que incluye diez habitaciones dobles y una zona sanitaria que cuenta con 16 habitaciones.
Su centro penitenciario tiene una zona de visitas y un área de funcionarios ya que, como asegura Etxezarreta, "las personas son, al final, lo más importante de las cárceles". Talleres ocupacionales y productivos, aulas, una biblioteca, un salón multiusos, gimnasio, pista deportiva, frontón, campo de fútbol, cancha de baloncesto y zonas agrícolas como huertas completan este proyecto.
Su trabajo, a su juicio, pretende fomentar la reinserción del preso en la sociedad cuando éste abandone el penal. "En muchos centros esto es inviable porque están hacinados y no existen medios", añade.
Medidas de seguridad: proyecto utópico
Cuando Etxezarreta comenzó a trabajar en su proyecto de fin de carrera, intentó descubrir qué medidas de seguridad tenían las cárceles convencionales. "Recabar información sobre este tema es muy complicado", señala. Por ello, los profesores que evaluaron su proyecto "tuvieron manga ancha" en esta cuestión, tal y como asegura el hernaniarra.
"A veces miro las maquetas y pienso que he sido demasiado generoso con los reclusos y, otras, me parece todo lo contrario", duda Etxezarreta, al tiempo que reconoce que su centro penitenciario quizá sea "un proyecto utópico".
Idealista o no, la iniciativa de este arquitecto se ha convertido en una especie de transición entre la obsoleta cárcel de Martutene y el futuro centro penitenciario de Zubieta. Etxezarreta tiene los pies en la tierra y no aspira a que su trabajo se materialice y se convierta en una realidad, aunque sí a que sirva para que los arquitectos reflexionen y debatan sobre las necesidades de los reos en las cárceles. Éstas, a su juicio, deben convertirse en un espacio en el que se fomente la reinserción del preso en la sociedad.
Fuente | Noticias de Gipuzkoa
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