Imagen: Absolut Dinamarca
Louisiana y Urdaibai, arte, arquitectura y naturaleza de la manoSegún los expertos, el centro de arte danés y el proyecto del Guggenheim coinciden en el respeto por el medio ambiente
Maite Redondo | Deia, 2010-03-21
A 35 kilómetros al norte de Copenhague, en un entorno natural muy semejante a Urdaibai, se encuentra el Museo Louisiana, fundado en 1958 por Knud W. Jensen, un mecenas que deseaba incorporar la modernidad del arte en la cultura danesa. Louisiana es ahora uno de los museos más interesantes de Europa, donde el arte dialoga con la naturaleza como en pocos lugares del planeta. Por eso, quizás, desde hace unos meses, expertos que han participado en los estudios preliminares del proyecto de la ampliación del Guggenheim en la zona de Urdaibai lo ponen como ejemplo de experiencias similares que se han realizado en el mundo. Incluso el director de la Fundación Solomon R. Guggenheim, Richard Armstrong, lo mencionaba esta misma semana durante su visita a Bilbao.
Pero, ¿qué pueden tener en común? Los expertos consultados parecen coincidir en que podrían compartir su respeto a la naturaleza, su excelente fusión entre arte y medio ambiente y el hecho de que ambos tienen como objetivo también servir de tractor económico para la comarca.
Para disfrutar del arte, un museo vivo
El Museo Louisiana de arte moderno está situado en la costa norte de la isla de Zelanda, cerca de Copenhague, en uno de los tres estrechos daneses que unen el mar Báltico con el mar del Norte. A media hora de trayecto desde Copenhague, los visitantes puede acceder en coche o en tren a este espacio artístico, que recibe al año más de 460.000 visitas. Lo primero que se topan al llegar es con un jardín de esculturas (Arp, Calder, Moore, Serra...) que fluye hacia un mirador marítimo. La luz que rodea el edificio le confiere una juventud que desmiente su medio siglo de existencia.
Knud W. Jensen lo tuvo muy claro desde el principio: tenía que construir un museo vivo, que albergara no sólo cuadros, sino que sirviera para disfrutar del arte y de su entorno. Sin saber todavía cómo se iba a desarrollar esta experiencia museística, Knud W. Jensen intuía que el centro iba a revolucionar el concepto que se tenía en su país de los museos.
El Lousiana Museum, cuyo nombre deriva del primer propietario del terreno, Alexander Brun, cuyas tres esposas tenían el nombre de Louise, fue diseñado por los arquitectos Willhelm Wohlert y Jorgen Bo, quienes exploraron los alrededores durante varios meses antes de elegir el tipo de construcción que entonaría mejor con los árboles y la naturaleza que le rodeaba. Su intención era que los visitantes se empaparan con el entorno, que pudieran contemplar la vista del lago mientras veían las esculturas y que el edificio pasara totalmente desapercibido. Y parece que lo lograron porque en algunas ocasiones la vegetación parece devorarlo. En algún punto, el edificio es tan bajo que recuerda a los chalets unifamiliares.
En Louisiana no hay elementos grandilocuentes, los arquitectos huyeron de todo lo que pudiera sonar a monumentalismo gratuito, a todo lo que pudiera suponer una agresión al entorno y al paisaje. Consiguieron integrarlo tanto en el paisaje, que ya le han llamado el museo escondido y el museo de la naturaleza. A lo largo de su medio siglo de vida ha tenido diversas ampliaciones, en el año 76, 81, 91... conforme a las necesidades que se ha venido planteando, siempre respetando el medio ambiente.
No sólo supuso una revolución con respecto a la relación entre arte y naturaleza, sino también sobre la concepción museística. El Louisiana Museum ofrecía también otros atractivos: sus visitantes alargaban las visitas pasando mucho tiempo fuera. Quizás más tiempo que en su interior, aunque el centro posee también una importantísima colección centrada en los maestros del siglo XX. Con vista al llamado Jardín del Lago, en la Sala Giacometti se encuentran dos imponentes piezas del escultor suizo, un cuadro de Francis Bacon fechado en 1963, entre otras obras.
La combinación de arte y naturaleza ha conseguido que las visitas se alarguen, incluso muchos de los turistas han decidido pernoctar en la zona. El éxito ha superado con creces las expectativas iniciales y se ha convertido, a pesar de que se encuentra a más de media hora en coche de un centro urbano, en el museo más visitado de Dinamarca. Y en un importante motor económico para la comarca.
Guggenheim Urdaibai, una experiencia única
Pero, ¿en qué puede resultar como referente para el Guggenheim Urdaibai? No como modelo de concepción, porque el centro de Urdaibai se centrará en el proceso creativo y no "en el resultado y en la exposición", explican los expertos. Además, el museo vasco nace como una experiencia única en el mundo. Ni siquiera se trata de una repetición del modelo de Guggenheim. El director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, lo ha dejado bien claro: "Busca redefinir el paradigma de la experiencia museística, como hizo el museo de Bilbao en su día".
El recorrido empezaría por el propio Guggenheim Bilbao para después desplazarse al museo en ferrocarril o coche, para lo que la Diputación de Bizkaia ya ha apostado por mejorar las infraestructuras. El museo contará con un total de 7.800 metros, destinados al arte contemporáneo multidiscipilar, a conferencias, a exposiciones temporales, con vocación educativa... Además, se construirán casas para artistas residentes, como tiene también el museo danés.
Juan Ignacio Vidarte ha vuelto a insistir también esta misma semana que, al igual que el museo danés, no se "busca un icono arquitectónico sino una intervención que ponga en valor lo fundamental en Urbaibai, como es el paisaje".
Según ha explicado, los valores que "debieran presidir el proyecto de ampliación del Guggenhiem tienen que estar regidos por el equilibrio ecológico y el respecto absoluto a la fragilidad medioambiental de Urdaibai". En Louisiana el mimo y la delicadeza con que se cuidan las instalaciones no es obstáculo para que casualmente se produzcan grandes concentraciones de gente.
El Museo Guggenheim Urdaibai también aspira, al igual que el de Louisiana, a convertirse en el revulsivo económico para una zona que acarrea una importante crisis durante las dos últimas décadas. Se prevé una media de 148.000 visitantes al año, de los cuales una parte no sólo se quedará en Sukarrieta, sino que es previsible que alarguen su estancia a otras zonas de la comarca. Además, los estudios de impacto económico realizados indican que cuando el proyecto inicie su andadura, el "museo podría tener un impacto de en torno a los 78 millones de euros anuales, en la economía no sólo de la zona sino en general del País Vasco".
Fuente | Deia
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