Fotografía: 20 Minutos, 2008-04-28
Grietas en la memoria del Holocausto El monumento de Berlín que recuerda a las víctimas del nazismo se rompe por todas partes cuando cumple cinco años
Enrique Müller | Sur, 2010-04-11
Los bloques de hormigón gris oscuro miden entre medio centímetro y 4,5 metros de altura y sus bases están enterradas en un área del tamaño de dos campos de fútbol en pleno corazón histórico de Berlín, marcado como ningún otro lugar de la ciudad por la sombra maligna del nazismo. Las 2.711 piezas cuadrangulares, con forma de lápidas mortuorias, están separadas por senderos estrechos y ondulantes que transmiten una sensación de sofoco, soledad y desorientación.
El cementerio simbólico -¿o es un laberinto?- diseñado por el arquitecto estadounidense Peter Eisenmann se ha convertido en los últimos cinco años en uno los lugares más visitados de la capital alemana. Es el tardío y solemne homenaje a los seis millones de judíos que fueron asesinados durante el Tercer Reich en Europa.
El Memorial del Holocausto es el monumento más importante del país, un lugar casi sagrado que pretende mostrar al mundo que Alemania, veinte años después de la caída del Muro, es capaz de enfrentarse a su terrible pasado y pedir perdón.
Pero ahora, cuando se acerca el quinto aniversario de su inauguración (10 de mayo), el gran monumento tiene un enemigo despiadado que lo puede convertir en un campo de ruinas. A causa de un error de cálculo, el material utilizado para construir los bloques ha permitido que la lluvia se filtre. Y el intenso frío del invierno ha convertido el agua en hielo, que ha actuado como una poderosa dinamita interior.
El resultado es devastador. Más de dos tercios de los bloques están marcados por grietas a través de las cuales fluye un reguero blanco, como lágrimas simbólicas. «Todo el monumento parece estar sufriendo», describe el periódico 'Süddeustche Zeitung', mientras que el 'Bild' formula una interrogante inquietante: «¿Puede ser salvado el memorial del Holocausto?». Los expertos creen que sí, pero mientras se ponen de acuerdo en las herramientas y los materiales que deberán utilizar para eliminar las cicatrices, el Gobierno alemán y la fundación deben apuntar al culpable.
La fundación no descarta la posibilidad de responsabilizar al arquitecto. Según su portavoz, Leoni Mechelhoff, una comisión independiente tendrá en sus manos la delicada tarea de buscar responsables y determinar el método adecuado para reparar los daños.
Las hendiduras no representan un peligro para los cientos de miles de visitantes que deambulan por los estrechos senderos del conjunto escultórico. Tampoco para los niños y jóvenes que saltan de bloque en bloque, una diversión prohibida pero que nadie respeta. Las grietas, sin embargo, amenazan con ensombrecer la solemnidad de la ceremonia programada para recordar el quinto aniversario de un monumento que nunca ha estado libre de la polémica.
Cautivo de la historia
La idea para rendir homenaje a las víctimas del Holocausto nació en 1988, pero los planes fueron pospuestos a causa de las barreras burocráticas, desacuerdos sobre el diseño y a una furiosa oposición de muchos alemanes, incluidos representantes de la comunidad hebrea: el monumento ponía énfasis en el sufrimiento de los judíos y corría el peligro de simplificar el recuerdo.
La principal objeción fue su tamaño. Era demasiado grande, una crítica que compartía el ex canciller Helmut Kohl, quien temía que el monumento hiciera al país cautivo de su terrible historia. El lugar elegido para construir el Memorial tampoco logró escapar a la polémica. Una parte fue levantada sobre el búnker de Joseph Goebbels y el monumento está ubicado a tan sólo 300 metros en línea recta de la monumental Cancillería que ocupó Hitler. ¿Era un lugar adecuado para inclinarse ante el sufrimiento de las víctimas del nazismo?
En 1999, el Parlamento aprobó finalmente la construcción y su financiación, que costó al contribuyente 27,6 millones de euros. A pesar del apoyo oficial, la controversia siguió. Su construcción estuvo a punto de ser suspendida cuando se descubrió que el spray anti grafitti había sido elaborado por la firma Degussa, la misma que suministró el gas Zyklon B utilizado por los nazis para exterminar a los judíos en los campos de la muerte.
En el último lustro, unos ocho millones de personas han visitado el Memorial. Además, el lugar más sagrado y solemne del país también se convierte cada año, con la llegada de la primavera, en una profana plaza de diversión, donde los adultos disfrutan del sol, beben cerveza, comen salchichas y los niños juegan al escondite entre los cientos de pilares.
«Es una pena que este problema concentre ahora toda la atención. Habríamos preferido que los bloques estuvieran intactos el día del aniversario», admite Leonie Mechelhoff tras confirmar que la fiesta popular programada para el 10 de mayo no será suspendida. Ese día visitará la obra Peter Eisenmann, el arquitecto que la diseñó y propuso en su momento utilizar piedras naturales y no hormigón. «El hormigón se rompe», advirtió. Pero el elevado coste de los materiales nobles pudo más que sus advertencias.
- El laberinto
- Presupuesto. El conjunto, obra del estadounidense Peter Eisenmann, costó a los alemanes 27,6 millones de euros.
- Polémica. Estuvo a punto de ser suspendida cuando se descubrió que el spray anti grafitti había sido elaborado por la firma Degussa, la misma que suministró el gas Zyklon B utilizado para exterminar a los judíos.
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