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Los licenciados y técnicos tinerfeños comparten experiencias e ideas para salir adelanteSol Rincón Borobia | La Opinión de Tenerife, 2010-08-19
La crisis que engulle al sector de la construcción ha supuesto un doloroso revés para los estudios de arquitectura. Muchos han tenido que prescindir de personal y otros se han visto obligados a replantearse sus objetivos. La administración pública ha paralizado muchos proyectos y los promotores privados tampoco se atreven a mover un ladrillo mientras el consumo siga cayendo en picado y la obstinación de las entidades bancarias impida el acceso a los créditos. Ante esta realidad, varios arquitectos tinerfeños valoran los pros y los contras, comparten sus experiencias y opinan sobre el futuro que le espera al arte de proyectar y construir edificios y espacios.
El porcentaje de estudios de arquitectura que ha cerrado en Tenerife debido a la crisis económica "es brutal", informa José María Rodríguez Pastrana, copropietario de AMP Arquitectos. Incluso se atreve con una cifra aproximada: "Alrededor de un 50%". Brutal o no, lo cierto es que estos profesionales no están pasando por su mejor momento y algunos han tenido que centrar su atención en otras ciudades españolas e incluso en otros países.
Juan Pedro Salcedo es un joven arquitecto que tiene su estudio en La Laguna, desde el que colabora con otros más grandes. Ante la situación de crisis que atraviesa el sector, él apuesta por la imaginación y por que las instituciones públicas también se devanen los sesos.
Dado que la rehabilitación hotelera puede ser una salida perfecta para los profesionales, propone una mayor y mejor coordinación entre el Cabildo de Tenerife, el Gobierno regional y los ayuntamientos de la Isla para acometer de forma organizada y consensuada la reforma de los hoteles tinerfeños. Sin embargo, esta idea sirve de poco si no hay dinero. Por eso se queja de las pocas ayudas públicas para la rehabilitación de la planta hotelera. "Creo que el Gobierno ha dado unos dos millones para la provincia tinerfeña, cuando, a modo de comparación, sólo la rehabilitación del hotel Mencey ya va por 18 millones".
Giovanni Fernández y Desirée Flores tienen un estudio de arquitectura en La Victoria, en el norte de Tenerife. Lo abrieron hace unos tres años, recién terminados sus estudios y cuando la crisis era ya una realidad. El año más duro para ellos fue 2009. No conseguían proyectos y tuvieron que dedicarse casi en exclusiva a emitir certificados, licencias de apertura de negocios y otra clase de documentos de trámite.
Sin embargo, Fernández asegura que este año empieza a haber más movimiento. De momento, ya tienen dos proyectos que hacer, aunque este joven asegura que, por mucho que se recupere la situación, ya no será como antes de la crisis. "Tengo compañeros que han probado en Inglaterra pero ni siquiera fuera lo han conseguido", informa. Aunque no conoce estudios que hayan cerrado, sí sabe de muchos despidos. "Antes, un estudio tenía arquitectos, secretarias, delineantes, aparejadores... Ahora tan sólo quedan los arquitectos del estudio y a lo mejor un aparejador, como mucho".
Con sentido del humor, su compañera, Desirée Flores, intenta ver una ventaja a su situación: "La crisis no nos afecta tanto como a otros profesionales porque empezamos con ella. No sabemos vivir sin ella", bromea. Se refiere a que la caía ha sido más dura para los estudios de arquitectura que antes no paraban de trabajar.
Explica que mientras estudiaba en la universidad tenía muchas expectativas, muchas esperanzas. Pero cuando pisó suelo laboral, se encontró de bruces con la crisis. "De repente ya no había nada que hacer porque todo se había hecho ya. La tarta gorda se la comieron". Y es a partir de este punto desde el que Flores y Fernández han tenido que empezar a caminar. ¬"Nosotros teníamos la idea de trabajar con la promoción privada de edificios de viviendas, pero ya no es posible". Flores informa que los pocos proyectos en los que trabajan ahora son privados. "Se trata de personas que tienen parcelas y que quieren construir una vivienda con los ahorros de su vida. Volvemos a los pequeños promotores, a las reformas... Pero se acabó eso de realizar proyectos de 80 ó 90 viviendas en un mes". Ahora, añade, "hay que mimar más los detalles y la calidad en lugar de ir a la masificación".
En cuanto a participar en concursos públicos, explica que muchos de ellos exigen un currículum vitae, una experiencia que no tienen los arquitectos más jóvenes, por lo que la participación en muchas licitaciones está vetada para ellos. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Silvia Buján Álvarez, es una arquitecta con un estudio propio en la zona metropolitana de Santa Cruz y La Laguna desde hace tres años, aunque ella lleva trabajando desde hace seis. Su caso no es de los dramáticos. Desde el comienzo le empezó a ir bien y así se ha mantenido. Incluso ha ganado concursos. No necesita trabajar fuera pero conoce a otros arquitectos tinerfeños que ofrecen sus servicios en otro países, como Europa del este y África. Buján afirma sobrevivir de las pocas promociones públicas que todavía salen y asegura que hay concursos en los que no se exige experiencia ni un gran currículum vitae.
Para esta arquitecta, la crisis reconducirá su profesión hacia una arquitectura sostenible y de calidad. "Se acabará el construir por construir. Hay que pensar en las ciudades y no tanto en los beneficios económicos. Muchos compañeros han degradado la profesión por ganar mucho dinero y han dejado la esencia de la arquitectura a un lado", opina.
Hay otros jóvenes que se quejan del poco hueco que los arquitectos consolidados dejan a los que vienen detrás. "Avanzar como arquitecto es difícil. Toda la gente que conozco trabaja para otra persona y los concursos no son para nosotros porque no tenemos contactos y te piden el currículum y, claro, los jóvenes no tenemos esa experiencia que piden", asegura uno de ellos que prefiere no dar su nombre.
No obstante, también él ve en la crisis una oportunidad para dejar a un lado la construcción sin sentido y la arquitectura como un medio de ganar mucho dinero. "Hemos fallado a la sociedad", sentencia; "el arquitecto perdió poder frente a los constructores y ahora no sabe cómo recuperarlo", añade.
Al ansia de hacer negocio de forma rápida también se une la picardía de muchos promotores, que, de repente, "sacaban 100 proyectos nuevos para que no les cogiera antes una nueva normativa que les iba a obligar a cambiar algunos parámetros". De esta forma, continúa, "se acababan de un plumazo proyectos que podían haberse llevado a cabo a lo largo de los años".
El arquitecto tinerfeño Esaú Acosta tiene su estudio en Madrid junto con otros dos compañeros. Para él, la crisis es una oportunidad de cambio "radical" de la arquitectura. La época de bonanza terminó y ahora su estudio, como los de los demás, tiene que enfrentarse a una competencia más dura. "Nosotros solemos participar en concursos públicos de ideas y si antes surgían muchos cada mes, ahora sólo hay uno o dos y eso hace que ya no compitamos con 50 ó 60 estudios, sino con 300", explica.
Por eso, "es el momento de refrescar ideas y de hacer cosas para las que antes no había tiempo". Aunque él se mantiene activo e incluso ha ganado concursos tan relevantes como el del monumento a las víctimas del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid, conoce de cerca la cara más cruel de la crisis. "Había estudios de diez y doce personas que han tenido que cerrar", asegura. "Hay poco dinero y poca confianza en el mercado y eso va a cambiar el modelo de arquitectura, que debe ir hacia construcciones más participativas, más plurales, en las que el usuario tenga una parte activa", opina.
No obstante, también pone de relieve que en los concursos "más golosos" que organizan las instituciones públicas no tienen cabida los arquitectos jóvenes, ya que la trayectoria profesional que se exige sólo pueden aportarla los profesionales ya consolidados.
Acosta cree en el aperturismo, en mirar hacia otros países, otras culturas, a pesar de que en el extranjero la competencia se multiplica y los concursos públicos también se dan con cuentagotas. Sin embargo, resalta que las nuevas tecnologías suponen una ventaja que evitan que los arquitectos tengan que desplazarse tan a menudo.
Otro de los giros que debe dar la arquitectura, según indica, es hacia un trabajo multidisciplinar, en el que expertos en diferentes materias, como antropólogos y economistas, participen y enriquezcan los proyectos.
Fuente | La Opinión de Tenerife
Documentación
Los arquitectos detectan un desplome de la construcción
Los empresarios temen iniciar nuevas actuaciones mientras el consumo continúe a la baja y haya dificultades para obtener créditos
Diego González | La Opinión de Zamora, 2010-08-20
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