Imagen: El País
Un gigante que se retuerce hacia el cielo La visita a la Torre Espacio, una de las más demandadas de la Semana de la Arquitectura. El edificio está ocupado al 81% y entre sus inquilinos hay tres embajadas. Tiene 27 ascensores, en los que pueden subir 370 pasajeros a la vez.
Patricia Gonsálvez | El País, 2010-10-11
Una luz verde parpadea a mitad de la Torre Espacio. ¿Una señal para aviones? ¿Un oficinista pidiendo auxilio? No, la luz indica la posición de la capilla bendecida el pasado mes de febrero por Rouco Varela en la planta 33 del rascacielos, a 135 metros sobre el paseo de la Castellana. Según la web www.capillatorreespacio.es, se trata del "sagrario más alto de España (y probablemente del mundo) sobre el nivel del suelo".
La duda se esclarece durante una de las visitas al edificio propiedad del Grupo Villar Mir, proyectado por Henry N. Cobb (socio del estudio que diseñó la pirámide del Louvre o el Banco de China). A los pies de la mole de hormigón y cristal una quincena de privilegiados se prepara para entrar DNI en mano. Las visitas a la Torre Espacio organizadas por la Semana de la Arquitectura que terminó ayer fueron las primeras en colgar el cartel de "aforo completo". Por mucho palacio que se abra, a los madrileños les intrigan los nuevos rascacielos de la Castellana. En la pasada edición de la Semana de la Arquitectura, 3.000 personas visitaron la vecina Torre Sacyr y unas 1.000 se quedaron fueran tras horas de cola. Entre ellas Amaia y Olalla, dos estudiantes de arquitectura que bajan a Madrid desde el País Vasco cada año para ver edificios: "Teníamos la espinita clavada, así que esta vez nos apuntamos con tiempo", dicen.
Torre Espacio está ocupada al 81% y entre sus inquilinos hay cuatro embajadas, por lo que la seguridad es estricta y la visita solo incluye una planta vacía y los espacios comunes llamados sky lobbies, vestíbulos del cielo. Los visitantes se arremolinan junto a las ventanas: las vistas son uno de los alicientes. El otro es comprender cómo funciona un edificio de 236 metros de altura y más de 75.000 metros cuadrados. El encargado de explicarlo, Carlos García Trejo, guía de la Semana de la Arquitectura, plantea los tres grandes problemas que genera un edificio de estas dimensiones: estructura, comunicaciones y climatización, es decir, cómo se sostiene, cómo se recorre y cómo se enfría. Estructuralmente el edificio se basa en la función matemática de la curva del coseno. Un tecnicismo que cualquiera entiende viendo el dibujo de las plantas (57, y todas distintas): la base es cuadrada y la cima tiene forma de almendra, de una a otra, la torre aparenta retorcerse con "una sensación característica de propulsión", según su arquitecto, "como si se tratase de un organismo vivo que hubiese surgido de la tierra sobre la que se erige".
Para transportar a las cerca de 3.000 personas que pueden trabajar aquí hay 27 ascensores dispuestos en tres baterías con capacidad para 370 pasajeros simultáneos. Para amenizar el viaje, de hasta 31 segundos, tienen pantallas que informan de los horarios del gimnasio, los restaurantes o las misas. Los ascensores son controlados por un cerebro informático que envía el que más conviene para mantener el flujo de movimiento y así ahorrar hasta un 30% de consumo eléctrico.
Los innovadores sistemas de ahorro energético del edificio, como el techo frío o la fachada activa de doble piel, garantizan que los trabajadores estén frescos.
Tras una hora de recorrido y un vídeo que describe la obra como "un vínculo espectacular entre la tierra y el cielo", el grupo se despide satisfecho e impresionado. Rodolfo Escudero, director comercial jubilado que se apunta a todo lo que puede para conocer mejor su ciudad, resume su experiencia: "Es una maravilla técnica... Pero creo que dentro de unos años quedará anticuado".
Fuente | El País
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