2011/01/09

hemeroteka | Gerardo Cuadra, vocación en perfecto equilibrio

Vocación en perfecto equilibrio
Cuadra ha sido innovador en estilo y materiales, dotando a sus obras de un carácter funcionalista y otorgando a la luz autoridad para definir cada nuevo espacio. Gerardo Cuadra deja la arquitectura tras más de medio siglo de actividad intensa y cede los fondos de su estudio al COAR. «Siempre he tenido claro que si intervenía en un edificio, era para aportar algo»
Miren Boronat | El Correo, 2011-01-09
 
Un hombre comprometido y un arquitecto auténtico: estos adjetivos, aplicados a la persona de Gerardo Cuadra y extraídos del sentimiento que despierta en compañeros de profesión y amigos, bien podían aplicarse al revés sin que la afirmación perdiera un ápice de veracidad. «Si algo me parece que la arquitectura de Gerardo Cuadra trata de evitar es el engaño», rubricaba Rafael Moneo en su introducción del catálogo que Cultural Rioja editó con motivo de la exposición dedicada al profesional riojano en la Sala Amós Salvador hace ocho años. Moneo destacaba que «el compromiso ético a que lleva la autenticidad ha sido la razón de ser de su vida. Y de su trabajo».

Licenciado en Arquitectura en 1953, Cuadra obtuvo el premio final de carrera otorgado por la Fundación Carmen del Río de la Real Academia de las Artes de San Fernando. Su visión del camino que había de tomar la arquitectura religiosa queda pronto clara en la revista Signo (Semanario Nacional de la Juventud de Acción Católica) donde titula: «No más chapiteles en nuestras iglesias. Queremos una arquitectura religiosa viva, no encerrada en formas inútiles y viejas».

Dicho y hecho: ordenado presbítero en 1962, inicia una intensa trayectoria en la que la innovación en concepto, estilo y materiales despierta admiración en unos y, como no podía ser menos, incomprensión y enfado en otros. Actuaciones sobre edificios eclesiásticos como la iglesia de San Martín (Cenicero, 1965), el presbiterio de Santiago El Real (Logroño, 1966), el claustro de Santa María de Palacio (Logroño, 1988-1996) o las reformas de la catedral de Santo Domingo de La Calzada fueron recibidas en su día entre el clamor de aquellos quienes entienden que la arquitectura ha de avanzar al ritmo de los tiempos y la mirada sobrecogida de otros que padecen cierta dificultad cuando tienen que superar la tendencia al ornato y recibir, a cambio, la sencillez en las formas, la funcionalidad y el protagonismo de la luz en un espacio destinado a la liturgia y el recogimiento.

Para el anecdotario
Pero el riesgo, tanto técnico como artístico, nunca ha frenado a este riojano a la hora de aportar nuevas ideas en el ejercicio de su profesión y eso le ha llevado en ocasiones a situaciones curiosas como la que se produjo en torno a la iglesia de San Adrián, en Autol. El arquitecto recuerda cómo «se hizo necesario recurrir a un helicóptero y grúas especiales para colocar la cubierta de la torre porque, de otro modo, la maniobra resultaba imposible. Fue todo un espectáculo», relata, «pero también pasamos mucho miedo cuando vimos que el aparato había enganchado parte del andamio, que se movía suspendido sobre la gente".

Arriesgado fue también el arreglo de la deteriorada iglesia de Munilla, «que nos obligó a colgar, literalmente, a los albañiles que trabajaban en ella para evitar una caída en caso de ceder el suelo».

Su claridad de ideas le ha puesto piedras en el camino; sin embargo él se ha mantenido fiel a sus principios, los mismos que le hicieron merecedor del galardón de las Bellas Artes en La Rioja en el año 2004. «No he aspirado nunca a hacerme rico con la arquitectura y eso me ha permitido renunciar a una obra si la ejecución del proyecto no era la adecuada», asevera. «Y defiendo que cada uno tiene derecho a construirse la casa que quiera: solo ha de buscar el arquitecto que se la haga», añade.

Parte importante de sus raíces artísticas descansa en la figura del finlandés Alvar Aalto, cuya tendencia organicista queda reflejada en algunos elementos del arquitecto logroñés. «Ha hecho obras magníficas», reconoce Cuadra, «y cuando yo empecé a trabajar, él ya era una figura. He estado en su país para ver 'in situ' algunas de sus obras: la iglesia de Vouksenniska, llamada también de Las Tres Cruces, o el palacio que levantó en Helsinki. Son algo espectacular».

Le Corbusier y Mies Van der Rohe dejaron, asimismo, su impronta. «Creo que la iglesia de las Tres Cruces de Aalto y la capilla de Ronchamp de Le Corbusier han sido las obras que más me han influido». Ellas y las peñas de Viguera, «cuyas formas permanecen en mi subconsciente para, de vez en cuando, asomar en mi obra».

Fuente
Vocación en perfecto equilibrio
Cuadra ha sido innovador en estilo y materiales, dotando a sus obras de un carácter funcionalista y otorgando a la luz autoridad para definir cada nuevo espacio. Gerardo Cuadra deja la arquitectura tras más de medio siglo de actividad intensa y cede los fondos de su estudio al COAR. «Siempre he tenido claro que si intervenía en un edificio, era para aportar algo»
Miren Boronat | El Correo, 2011-01-09

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