El edificio de Zankoeta, casi centenario, ya está listo para convertirse en el corazón de la vida social del barrio, Bilbao Ría 2000 ha entregado el centro al Ayuntamiento tras catorce meses de obras y sólo falta amueblarlo.
Teresa Abajo | El Correo, 2011-02-06
El cuerpo de fumigadores y camilleros nunca se irá del todo de Zankoeta. Se les puede ver retratados en color sepia, formando un grupo aplicado junto a los maestros de desinfección -con corbata- las lavanderas y el cabo practicante, el único que vivía en este edificio. Ahora el piso se utilizará como salón de plenos del Consejo de Distrito de Basurto y Zorroza y la memoria del Servicio de Desinfecciones se conservará en una calle de estancia con cubierta acristalada, árboles desnudos pero prometedores y unos pocos aparcamientos para bicis. Es el elemento más singular del flamante centro cívico, que aspira a convertirse en el corazón de la vida social del barrio.
Los vecinos ya han estrenado el bulevar peatonal sobre las antiguas vías de Feve y ahora se preparan para disfrutar del hogar de Zankoeta, que ya está listo a falta del equipamiento y mobiliario. Los dos espacios se los han ganado a pulso, con la recuperación de infraestructuras que durante décadas dieron servicio a toda la ciudad. El Servicio de Desinfecciones les dejará en herencia su arquitectura modernista, obra de Ricardo Bastida, y 2.618 metros cuadrados preparados para los más diversos usos. Además de las oficinas administrativas y el servicio social de base, el centro acogerá locales polivalentes para el Consejo de Distrito, una haurreskola, salas para personas mayores, un salón de actos con acceso independiente y el patio acristalado, abierto al público.
Los niños ya acuden a la haurreskola construida por el Ayuntamiento, que mañana se inaugura de forma oficial. El resto del proyecto ha corrido a cargo de Bilbao Ría 2000, que ya ha entregado el edificio al Consistorio. El mobiliario está en contratación y todavía no hay fecha de apertura. Las obras han durado catorce meses, con un presupuesto de 2,7 millones de euros. Cuando empezaron, todavía vivía allí el último responsable del centro, y había abundante instrumental sanitario que se donó al Museo de Historia de la Medicina. Hubo tiempo para acumular recuerdos, desde el 6 de octubre de 1918 hasta febrero de 2009, aunque en la última etapa funcionaba sobre todo como patio de ambulancias.
Fachada «con impronta»
El edificio es «fruto de un momento histórico concreto», recuerda el arquitecto José María Menchaca, responsable del proyecto de restauración. En la segunda mitad del siglo XIX, Bilbao sufrió cuatro epidemias de cólera. El Servicio de Desinfecciones se puso en marcha en 1884, primero en Abando y luego en Zabalbide, pero las protestas vecinales por su proximidad a las viviendas obligaron a trasladarlo a un lugar «remoto». Hoy nadie lo diría. Los edificios se agolpan en torno a Zankoeta y desde la pequeña terraza se ve un bosque de medianeras.
Su construcción fue una necesidad que Ricardo Bastida revistió de estilo. El ladrillo y los azulejos con motivos florales han sido restaurados, al igual que la chimenea del horno crematorio y las ventanas de madera blanca. José María Menchaca se enfrentó «con mucho respeto» a esta fachada «con impronta. En la calle vibra, yo lo percibo así y me gusta», dice. Precisamente por eso abordó la ampliación del edificio con un lenguaje «radicalmente distinto». La nueva planta es como una pieza de Tente de color verde que «se posa» sobre la obra de Bastida. Alegre y a la vez discreta, porque apenas se ve desde la calle Zankoeta.
En la decoración interior ha buscado esa misma «viveza» con paredes blancas y puertas violetas, rosas, azules. El salón de actos se ha insonorizado con paneles fonoabsorbentes, también de colores. En el callejón acristalado crecerán plantas de bambú, un arce y un magnolio, las variedades escogidas por la paisajista María Iza. Hace poco instalaron una lavadora y una centrifugadora, piezas originales de Edmundo y José Metzger que «podrían seguir funcionando». Su lugar está aquí, entre el trasiego de visitantes, que se pararán a mirarlas de camino al gimnasio o a la sala de ordenadores. Los 33.000 vecinos de Basurto y Zorroza tienen memoria, pero no viven de recuerdos.
- Principales usos
- Haurreskola. 400 m2, con su propia calle acristalada.
- Salón de actos. 178 m2, con entrada independiente.
- Centro cívico. 973 m2, de los que 195 son para la tercera edad.
- Zona administrativa. 262 m2, y otros 134 para el Consejo de Distrito.
De las ambulancias a caballo a los 'pies negros' en fiestas
Juan Gondra tenía bastante trabajo adelantado cuando le encargaron que reconstruyera la historia del Servicio de Desinfecciones en paralelo a la restauración del edificio. Como médico del Ayuntamiento -se ha jubilado recientemente- tenía mucha relación con los fumigadores y camilleros. «Gente muy trabajadora», dice. Muchos de ellos «venían del Txorierri, porque los turnos eran de doce horas y les dejaban tiempo libre para trabajar en el caserío».
El libro que ha escrito junto a Mireia Viladomiu recrea incluso las ambulancias a caballo que funcionaban antes de la construcción de Zankoeta. «Las obras fueron rápidas y el servicio estaba bien definido», relata. Una zona sucia y otra limpia, que en ningún momento se tocaban, y que ahora se han convertido en calles interiores. La 'sucia' será de uso público y la 'limpia', de la haurreskola. En el pabellón central había todo tipo de maquinaria. Lejiadoras para la ropa de cama, estufas de vapor para los objetos metálicos, centrifugadoras, cámaras de vapores sulfurosos para los colchones y un crematorio para lo irrecuperable.
No era la panacea, pero proporcionaba cierta seguridad», explica Gondra. A la plantilla no le faltaba trabajo. «En la guerra se evitaron epidemias». Higienizaban locales «de riesgo» como el matadero o el ferial de ganado, echaban desinfectantes en las cloacas, incluso hacían visitas a domicilio para fumigar los cuartos de enfermos de tuberculosis o escarlatina. Lo que empezó como una lucha contra el cólera fue cambiando con la propia ciudad. A mediados de los ochenta, fue muy sonado el tratamiento de «15 ó 20 'pies negros' que tenían una infección de la piel bastante contagiosa. Era gente agradable, aunque a algunos les cortamos el pelo y se enfadaron mucho», recuerda. No olvidaron su paso por Zankoeta. Al año siguiente, el primer día de fiestas, «¡menuda cola de punkis había ante las duchas municipales!».
Basurto no vive de recuerdos
El edificio de Zankoeta, casi centenario, ya está listo para convertirse en el corazón de la vida social del barrio, Bilbao Ría 2000 ha entregado el centro al Ayuntamiento tras catorce meses de obras y sólo falta amueblarlo.
Teresa Abajo | El Correo, 2011-02-06
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