2011/04/17

hemeroteka | Arte eléctrico

Imagen: El Diario Vasco
Arte eléctrico
Arte e industria no están reñidos. Joaquín Vaquero Palacios hizo realidad ese sueño integrador en las centrales de HC Energía, en las que puso luz y color a la producción de electricidad.
Marifé Antuña | El Diario Vasco, 2011-04-17

Sostiene el autor de las fotografías que usted mira que la central hidráulica de Proaza (43 años cumplidos) parece un museo de arte contemporáneo. Por fuera, con su hormigón clareado que imita a la caliza del paisaje y sus volúmenes triangulares, y por dentro, con murales en rojo, blanco y negro que representan campos magnéticos adornando la sala de máquinas donde se produce, gracias al agua que llega vía subterránea, luz para alumbrar al año 26.000 hogares. La electricidad que se hace en Asturias esconde mucho arte tras de sí. Es singular y único el caso de HC Energía. Todas sus centrales hidráulicas están catalogadas por su valor arquitectónico y artístico y una de ellas, la de Grandas de Salime -que comparte con Endesa-, declarada Bien de Interés Cultural Protegido y considerada por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial como uno de los cien elementos más destacados de España. Pero es que, además, dos térmicas, Aboño y Soto de Ribera, tienen también protección y la sede central de la compañía, en la ovetense plaza de La Gesta, está catalogada.

Detrás de tanto arte hay, fundamentalmente, tres nombres y un mismo apellido: Vaquero. El primero de la saga se llamaba Narciso Hernández Vaquero y fue socio fundador de la eléctrica asturiana, de la que fue presidente. Narciso alumbró dos hijas y un varón, Joaquín, que renunció al Hernández en su apellido y estudió Arquitectura en Madrid. Quiso ser un artista integral. Frecuentó la escultura y la pintura y dejó un importantísimo legado en lugares poco visibles pero, sin embargo, visitables, como son las centrales de la antigua Hidroléctrica del Cantábrico y actual HC Energía.

Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900, Madrid, 1998) tuvo un sueño integrador, quiso unir funcionalidad y belleza, quiso que en los espacios de trabajo, en los lugares en los que se genera energía, hubiera algo más que hormigón y máquinas, y también tuvo un hijo de nombre Joaquín que se unió al empeño pintando un mural de dimensiones casi estratosféricas bajo las aguas del río Navia.

Narciso, el padre, fue el artífice de la central de La Lila, aún en servicio y primera de la compañía, y Joaquín, el hijo, se encargó de la arquitectura de la que está considerada como la más espectacular de todas las hidráulicas, la de Salime. Lo es por un salto de 134 metros que coronan alas y miradores, por su diseño interior bajo el aliviadero de la presa, por los bajorrelieves que adornan su entrada y por el inmenso mural de la sala de turbinas que deja perplejo a quien lo observa con sus 60 metros de largo por 5 de alto y que pintó el tercero de la saga, Joaquín Vaquero Turcios, cuando solo tenía 20 años. No importa que la obra guste o disguste, en cualquier caso impresiona. Por la amplitud del espacio, por el ruido de las turbinas en movimiento y, sobre todo, por lo insólito de encontrar en un lugar en el que hoy trabajan diez personas semejante obra de arte.

Obra de ingeniería descomunal
Decía Vaquero Palacios que la integración de las artes era una absoluta necesidad para la industria. ¿Por qué? "Pues porque nuestra actividad actual está desbordada y nuestro organismo necesita ser apaciguado de alguna forma para sobrevivir a la tensión a que se le somete cada vez con mayor exigencia", dejó escrito. Esa era su filosofía. La que aplicó para diseñar esa magna hidráulica de Salime cuyas obras, iniciadas en 1946 y concluidas en el 53, emplearon a más de nueve mil personas, se cobraron la vida de 306 y precisaron de la construcción de un telefónico de casi 40 kilómetros hasta Navia para transportar los materiales. Una obra de ingeniería descomunal a la que Vaquero le puso arte.

La entrada de la central ya lo muestra. Diseñó para el lugar un mural que alude a la energía y representa las nubes, la lluvia, las observaciones meteorológicas, la toma de datos, las aguas en libertad, las embalsadas, las compuertas, la energía, las líneas de transporte, las obras... Desde allí, un túnel abovedado conduce al edificio que se esconde tras el agua cuando se abren las compuertas. Está la hidráulica casi dentro del salto de agua, y en él los cuatro grupos que generan energía con murales a diestro y siniestro.

Vaquero Turcios (Madrid, 1933, Santander, 2010) era un jovencísimo artista en ciernes cuando pintó el gigantesco mural que rehabilitó y concluyó de forma definitiva en el 2001, nueve años antes de morir. Alfredo Martínez, responsable de la central, cuenta, recordando las palabras del artista, el significado del mural: "En principio él pensaba pintar una especie de ojos oscuros, pero cambió de idea y decidió contar el proceso de creación de la central", detalla. Aparece su abuelo en la primera de las imágenes y en la última, Matías Prats padre dando cuenta de la puesta en marcha de tan magna obra. En el camino, los consejos de administración de Hidroeléctrica del Cantábrico y Viesgo, que se unieron para hacer realidad el proyecto, las obras... Todo. Sobre las ménsulas que sostienen el balcón de paso hacia el cuadro de mandos, también hay pinturas, cuatro de ellas realizadas en 2001 durante la reforma llevada a cabo por el propio artista. Entonces decidió eliminar los elementos relacionados con la producción energética, y pintar cuatro caras: las de Picasso, Planck, Freud y Einstein. No eran personajes que pudieran en pleno franquismo aparecer en escena y el artista los recuperó después con su rostro y algunos de sus pensamientos. Uno de ellos, el de Picasso, advierte: "La pintura no está hecha para decorar apartamentos". Al otro lado, otro mural, que representa una descarga eléctrica entre dos polos parece darle la razón al genio de Málaga.

Arte más allá del mural
Claro que hay más arte más allá del mural. Vaquero Palacios, obsesionado por la luz natural, no quería tirar de bombillas ni en una central eléctrica. Así que, en plenos cincuenta, ya se sirvió de paredes de pavés para iluminar el inmueble, que, sin embargo, también expone lámparas de diseño creadas por el arquitecto y hasta una escalera de acero en el que los pasamanos están elaborados con el cobre que se emplea para las líneas de alta tensión. El mobiliario de la central tiene también su firma y sorprende por encima de todo un sofá que, como se encarga de aclarar Alfredo Martínez, "no es un sofá, es una turbina". Circular y de un rojo apabullante, podría sentar en su piel al mismísimo 007 dry martini en mano. Pero lejos de buscar la sofisticación y el glamour emula a la perfección a la rueda hidráulica: el rodete, la distribución del grupo, el alternador y el rotor. O sea, el asiento, la mesita central y el lamparón que lo cubre. Todo ello sobre un suelo de estampado leopardo. Y como mirar con distancia siempre es una buena manera de mirar, la central cuenta también con un mirador volado que encuadra a la perfección el salto de agua.

Salime es la gran obra, pero hay centrales más pequeñitas que merece la pena observar con los ojos bien abiertos. La de Proaza tiene un toque futurista al puro estilo Star Trek e idéntica autoría arquitectónica. Su aspecto exterior concuerda plenamente con un interior luminoso hasta el límite que alberga los dos grupos que producen energía. Lo curioso es que Vaquero diseñó incluso una especie de caperucho que habría de tapar toda la parte mecánica que requiere producir 24 megavatios y acicaló además con una escalerita de diseño lo que sería un alternador sin más. Le puso belleza y luz y la rodeo de murales.

"Representan campos magnéticos, los polos y los campos que generan esos polos", detalla Emilio Fernández, director de Hidráulicas de HC Energía, sabedor de que sus centrales son pequeñitas pero más guapas que ninguna. Puede presumir de unas instalaciones que visitan cada año unas 3.000 personas. Que nadie se presente por las buenas con el ánimo de verlas. Son centros de producción industrial y hay días habilitados para ello. Son sobre todo grupos, de escolares, o de colectivos profesionales como arquitectos o ingenieros los que acuden a ellas.

Hay en esta central una escalera de caracol y una sala de líneas de salida que tiene también la firma de Vaquero Palacios. "En todas las centrales hay una sala como ésta, pero son bastante más feas", dice Emilio Fernández. Una estructura de acero en color rojo adorna el lugar desde el que sale la energía de la central.

Y si dentro imperan el rojo, el negro y el blanco en el arte creado por Vaquero, fuera el panel adquiere de nuevo el color caliza con el que arquitecto buscaba integrar en el paisaje su edificio para formar un nuevo panel realizado a base de bajorrelieves y cargado de significado en cada una de esas piezas. Son 16 los realizados y que representan símbolos usados desde la antigüedad en tallas, inscripciones y manuscritos. El agua, el hombre, la naturaleza, el intelecto, la paz, el alba, el sol, el ocaso, la noche, el fuego, el aire se exponen a la intemperie.

Diez años antes de imponer tanta luz en Proaza, Vaquero había acometido otra obra, la de la central de Miranda, con un espíritu diferente. Se trata de una central subterránea cuyas obras arrancaron en 1958 -concluyeron en 1962- y en la que Vaquero quiso aplacar la profundidad con mucho color. Un túnel conduce a la sala de alternadores, donde, tal y como el propio arquitecto dejó escrito, se produce "una explosión de luz y color". Allí, y de nuevo, los murales sobre las paredes tienen un fin claro: "Creo que se ha conseguido gran emoción plástica y una sensación de bienestar que hacen olvidar totalmente la idea de hallarse bajo tierra", dice el artquitecto en el libro ‘La obra integradora de Joaquín Vaquero en Asturias’. Le puso color a la oscuridad y también decoró el exterior. Sobre los pilonos que rodean el acceso acceso al túnel, se grabaron las figuras de Prometeo para simbolizar el calor y la luz y Atlas, la fuerza y el movimiento. No fue baladí la elección: "Son cuatro de las aplicaciones fundamentales de la energía eléctrica".

También es subterránea la central de Tanes, pero igualmente presume de luminosidad a su manera. "A mí me encanta el interior de Tanes, es una cueva, pero no tienes la sensación de estar varios metros debajo de la superficie", detalla Emilio Fernández. Esta central de bombeo ubicada en la cuenca del Nalón está excavada en la roca y fue inaugurada en 1980. Y precisamente a la roca le quiso dar Vaquero Palacios un protagonismo muy especial. Se aprovechó de su belleza y la enmarcó a través de sus pilares con paneles de acero inoxidable y, sobre la bóveda de hormigón, puso también color y pintó en ella figuras abstractas en amarillo y blanco sobre un fondo gris azulado. "Estas figuras aparecen como ingrávidas flotando en el vacío y la central, subterránea, semeja estar situada en una especie de canal abierto al cielo".

Hasta la sede social de HC en Oviedo lleva la firma de Vaquero, y huelga decir que allí no faltan murales, pero hallarlos en un edificio de oficinas no es tan sorprendente como en una central térmica. Como la de Aboño, tan próxima a Gijón, tan vista por todos y posiblemente con una cuota artística invisible pese a situarse en el exterior. Fue hace 42 años cuando se iniciaron las obras de un edificio del que Vaquero se encargó exclusivamente de adornar su interior y su exterior. Buscó "la paz" entre tantas estructuras funcionales, establecer un orden estético y se sirvió del color para hacerlo. Se instalaron pantallas en rojo, blanco y azul, naranja... "Creo haber conseguido la emoción visual prevista", escribió el artista, para quien este trabajo tuvo mucho ordenar a la inmensidad, al caos, a lo descomunal. «Era algo pretender poner orden a un ciclón a un terremoto". Debió conseguir su objetivo. La decoración de uno de los turboalternadores de Aboño fue durante años portada del catálogo de Asea Brown Bovery (ABB), el mayor fabricante de turbinas del mundo.

Fuente
Arte eléctrico
Arte e industria no están reñidos. Joaquín Vaquero Palacios hizo realidad ese sueño integrador en las centrales de HC Energía, en las que puso luz y color a la producción de electricidad.
Marifé Antuña | El Diario Vasco, 2011-04-17

2 comentarios:

Unknown dijo...

Un blog interesantísimo, además de didáctico y bien expresado, enhorabuena.

Julenki dijo...

Gracias por tu comentario. El blog intenta recopilar noticias de interés para la Arquitectura y las disciplinas de su entorno. Gracias por seguirnos. Saludos

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