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Su construcción ayudaría a 2.500 de millones de personas en todo el mundo. Su diseño parte de materiales reciclados con base como la madera y tierra. En patio central prevé paneles solares, cocina solar y depuradora de agua.
Irene Linares | El Mundo, 2011-09-14
A principios de 2011, Vijay Govindarajan, un profesor de Economía Internacional en la Tuck School of Business en Dartmouth, Estados Unidos, publicó en la revista Harvard Business Review la idea de crear una casa que costara 300 dólares -unos 213 euros- que sirviera para paliar el problema de acceso a la vivienda a las familias empobrecidas, unos 2.500 de millones de personas, según sus cálculos.
Lo que surgió como una reflexión personal de Govindarajan, considerado uno de los analistas más influyentes del mundo, se convirtió en un concurso. Así nació '$300 House Open Design Challenge', patrocinado por la publicación y el Rand Center de Energías Eficientes y Sostenibilidad de Estados Unidos. El reto consistía en proyectar una vivienda resistente que no costará más de 300 dólares (213 euros). El premio: 18.000 euros para los ganadores y la posibilidad de ver su prototipo construido.
El diseño del californiano Joseph Sandy fue más allá y rebajó el coste a 100 dólares (71 euros): '$300 Hybrid House'.
La clave es la funcionalidad y el ahorro de espacio
"Tras estudiar las casas de los barrios pobres y las condiciones en las que esas familias viven, llegué a la conclusión de que las limitaciones de espacio y coste, hacían clave la funcionalidad. Cada aspecto de mi diseño necesitaba tener una fin concreto", cuenta Joseph Sandy a ELMUNDO.es. "La combinación de corrientes de aire y diferentes estructuras, permite al diseño adaptarse a diferentes condisiones climáticas".
"Busco una mejora más allá del ahorro de espacio. Con este diseño, podemos trasladar seguridad y salubridad a estas comunidades. La finalidad de este proyecto no es construir casas para gente pobre, queremos crear casas y barrios donde una familia pueda vivir y prosperar en comunidad", prosigue Sandy. Para conseguirlo, sugiere que las casas se distribuyan alrededor de un patio central donde se coloquen facilidades comunes como paneles solares, cocina solar, depuradora de agua y cisterna. Además, cada casa estará equipada con una estufa y una lámpara LED, ambas alimentadas por energía solar.
Las fachadas que dan a la calle, contarán con espacios pensados para el comercio. Así, los futuros inquilinos podrán instalar sus negocios sin necesidad de desplazarse o pagar un alquiler extra por un local. "Esperemos que estos espacios estimulen el desarrollo de la economía y la actividad de los transeúntes, proporcionando un lugar seguro y saludable donde hacer, exponer y vender objetos de fabricación local", opina su creador.
Puede ser construida reutilizando los antiguos materiales
El arquitecto quiere demostrar como los materiales usados en las casas de mala calidad, pueden ser reutilizados, reciclandolos y redefiniendo su función. "Mi diseño se puede construir utilizando los materiales de la antigua casa, de esta forma, se ahorran costes y se reciclan materiales", afirma.
Son materiales muy comunes -tablas de madera, tierra y hierro corrugado- Joseph Sandy ha ideado esta casa para que pueda ser construida con ladrillos de tierra comprimida, con un marco de madera que soporte la estructura. El diseño aprovecha al máximo las corrientes de aire natural con estructuras de madera a modos de persianas, que se abren y se cierran, según las necesidades de temperatura del lugar.
Aunque están pensadas para ser construidas en America Latina, África o Asia, "Estoy diseñando una versión para Estados Unidos y Europa, que pueden ser utilizadas como cabinas independientes", concluye Sandy. Incluso, el diseño podría usarse para atender a víctimas de catástrofes naturales.
Fuente
Una casa para el Tercer Mundo por 71 euros
Su construcción ayudaría a 2.500 de millones de personas en todo el mundo. Su diseño parte de materiales reciclados con base como la madera y tierra. En patio central prevé paneles solares, cocina solar y depuradora de agua.
Irene Linares | El Mundo, 2011-09-14
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