- Los inéditos de Peña Ganchegui
- Los proyectos del arquitecto desaparecido que no vieron la luz
- Mikel G. Gurpegui | San Sebastián | El Diario Vasco, 2009-04-19
Dejó el arquitecto de Oñati un sinfín de obras que siempre podremos contemplar, visitar, utilizar o habitar. Pero, como sucede con todos los arquitectos, en su testamento queda también una interesante parte invisible. Es el Peña Ganchegui inédito, los proyectos que quedaron en el papel pero que no llegaron a materializarse. Problemas económicos de los promotores o cambios políticos, en el caso de los encargos realizados por instituciones, hicieron que propuestas como las que repasamos en estas páginas y otras más nunca vieran la luz. En otros casos, son diseños presentados por el estudio Peña Ganchegui y Asociados en concursos que acabaron ganando otros.
A veces, podría decirse que fue el mismísimo peso de la Historia el que arrinconó un proyecto hacia el montón de los trabajos sin materializar. Es el caso de la sede de la embajada española en Bonn que diseñó Peña Ganchegui por encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores en 1988. Sí, precisamente en Bonn y en 1988. O sea, un año antes de que cayera el Muro de Berlín y Bonn dejara de ser capital. La Cancillería ideada por el guipuzcoano se quedaría, lógicamente, en un cajón.
Una apuesta con Elorza
Entre los proyectos del desaparecido arquitecto que se quedaron en el tintero llama la atención uno de 1995. La entonces nueva silueta del hotel Amara Plaza, diseñado por Peña Ganchegui y Asociados, se levantaba sobre la plaza de Pío XII. Consciente de la precariedad de una estación de autobuses que no acababa de llegar, el arquitecto y su equipo pensaron que la solución podía estar muy cerca. Se liaron la manta a la cabeza y prepararon un completo proyecto para ubicar la deseada estación soterrándola en el espacio que ocupa la fuente de Pío XII.
Presentó Peña su iniciativa ante el Ayuntamiento, pero el equipo de Gobierno, que andaba barajando diversas ubicaciones, no se mostró entusiasmado. Se dice que en el transcurso de una conversación el arquitecto aseguró a Odón Elorza que su proyecto suponía la única forma viable para poder contar en breve con una estación de autobuses en San Sebastián, lo que el alcalde descartó. Al parecer, Peña Ganchegui le dijo a Elorza que se apostaba una cena en Arzak a que en cinco años San Sebastián seguiría sin estación de autobuses. Una apuesta ganadora.
Dos 'kursaales' diferentes
Dentro del Peña Ganchegui inédito ocupa un lugar estelar el Kursaal. Él dedicó mucho tiempo a pensar en aquella parcela que durante años se conoció como solar K. En 1975 y quince años más tarde, el arquitecto ideó dos diseños diferentes para él.
Los arquitectos José Antonio Corrales y Ramón Vazquez Molezún, que habían ganado el segundo concurso convocado por la Sociedad Euro-Kursaal, recurrieron a Peña Ganchegui para realizar una nueva propuesta definitiva en la que el oñatiarra dejó su impronta. Aquel Nuevo Gran Kursaal empezó a construirse -los cimientos que durante años permanecieron a la vista pertenecían a aquel proyecto-, pero la quiebra de la empresa promotora echó al traste el ambicioso proyecto.
Cuando Ganchegui fue llamado a participar en la consulta técnica en la que resultarían victoriosos los cubos de Moneo quiso unirlo al primer trabajo realizándolo en el estudio madrileño de los hijos de Corrales, habiendo fallecido Molezún. Ambas soluciones son muy diferentes. Como indica Mario Sangalli, miembro del estudio junto a su esposa, e hija del fallecido, Rocío Peña, «en ambos casos se trata de manzanas abiertas, pero si en 1975 se abre a la ciudad mediante una plaza cubierta, en el proyecto de 1990 se abre al mar, mediante un mirador elevado».
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