2010/05/02

prensa | Bilbao, ¿ciudad sostenible?

Imagen: Orubide | Torres de Bolueta, proyecto "7 calles"
Bilbao, ¿ciudad sostenible?
Los consumos son más responsables y hay más zonas verdes, pero todavía queda mucho por mejorar
Aitziber Atxutegi | Deia, 2010-05-02

Dice el arquitecto Richard Rogers que una ciudad sostenible es una ciudad justa, bella, creativa, ecológica, una ciudad que favorece el contacto entre sus vecinos, compacta, diversa. Una definición que va más allá de no desperdiciar el agua o separar la basura; también implica disponer de buenos servicios y de una vida digna. ¿Lo es Bilbao? Quizá eso es mucho decir, pero progresa adecuadamente, según los últimos indicadores. Sus ciudadanos consumen menos agua y energía, tienen más zonas verdes y aparcan el vehículo privado para moverse dentro de la ciudad. No sólo eso; la mayoría de los vecinos disponen de un centro sanitario a menos de 300 metros de su casa y hay menos accidentes de tráfico. En el lado negativo, cada vez más vehículos colapsan las entradas a Bilbao, la calidad del aire ha empeorado en los últimos años, ha aumentado el paro y hay más personas que tienen que recurrir a las ayudas sociales.

La palabra sostenible trae a la cabeza contenedores para separar los residuos, ecorreductores para el grifo y placas solares. Pero una ciudad ambientalmente sostenible no es suficiente; al fin y al cabo, son lugares para vivir y tienen que ser habitables. ¿Cómo? En primer lugar, ambientalmente sana, sí, sin una destrucción masiva de la naturaleza; equitativa, solidaria y justa a nivel social; económicamente viable, y éticamente responsable, reconociendo que no sólo existen derechos humano sino también derechos de la naturaleza. "Tenemos que abandonar la visión antropocéntrica que hemos tenido hasta ahora; se ha tomado al hombre como el dueño de los recursos de la naturaleza, cuando realmente es un elemento más", advierte el director del Observatorio de la Sostenibilidad, Luis Jiménez. Compara el funcionamiento de una ciudad con un metabolismo: un ente que engulle diariamente ingentes cantidades de materia y energía, que utilizan sus habitantes, y expulsa residuo. "Hay que racionalizar ese metabolismo: minimizar los impactos por el uso de materia y la generación de residuos", explica.

Así que a la hora de evaluar la sostenibilidad de una ciudad, se tienen en cuenta indicadores no sólo ambientales, sino también sociales y económicos. "Queremos ciudades más sostenibles, pero también más habitables, donde la convivencia sea más placentera y gratificante, y menos estresante", destaca Jiménez. Aunque ya se habían establecido en otras ciudades, Bilbao fue pionera al definir, en 2005, una batería de 34 indicadores que abarcaban todas esas variables. Cinco años y casi 280 acciones desarrolladas después, ha llegado la hora de hacer balance. Los mejores resultados se han conseguido en la disminución de los consumos de agua, la generación de menos residuos, una forma de moverse más respetuosa con el medio ambiente y más espacios verdes en la ciudad. En las asignaturas pendientes para septiembre, los bilbainos aún tienen que hacer un esfuerzo por consumir menos electricidad y la calidad del aire ha empeorado.

Consumo de recursos: menos agua pero más energía
En lo referente a los consumos de agua y energía, los resultados son positivos: los bilbainos ahorran 4 litros de líquido elemento al día, la ría ha pasado de tener una contaminación extrema a ser media en diez años y se ha incrementado notablemente el porcentaje de energía que procede de fuentes renovables. La reparación de la red de tuberías ha permitido que las pérdidas de agua por fugas se haya reducido de 16,1 a 6,1 millones de metros cúbicos. Eso sí, el consumo de electricidad en los hogares sigue aumentando, mientras que en las industrias y los comercios se ha reducido. "Se ha notado el efecto de la crisis. Lo que queda por ver es hasta cuándo se mantiene esta tendencia", plantea Luis Alberto Gago, uno de los autores del informe de indicadores de Bilbao. También se ha reducido la energía que gasta el propio Ayuntamiento, tanto en alumbrado callejero como en sus propias instalaciones. "Por ejemplo, cada vez que se renueva el alumbrado de una calle se incorporar lámparas de bajo consumo", explica. La energía procedente de fuentes renovables se ha duplicado en apenas cuatro años. "Aquí sí hay un reflejo de la inversión que se hace por parte del Ayuntamiento en instalaciones renovables en edificios públicos. Aunque es una labor ejemplarizante, para tirar del carro, se traduce en un incremento en la producción de energía limpia", destaca Gago. Además de la energía que se vuelca a la red, hay placas solares que calientan el agua en el albergue de Elejabarri o el polideportivo de Rekalde.

¿Y en transporte? También se mejora. Tres de cada cuatro desplazamientos se hacen andando, en bicicleta o en transporte público, y se han reducido casi a la mitad los accidentes de tráfico en seis años. En la parte negativa, sigue creciendo la intensidad del tráfico en los accesos a Bilbao. Ligado a ello, los resultados en la calidad del aire no son muy halagüeños. Si en 2003 sólo hubo dos días con mala calidad -el resto fue admisible o buena-, cuatro años después uno de cada cuatro días fueron de calidad mala o muy mala.

En lo que sí ha mejorado Bilbao es en zonas verdes: hay más espacios libres acondicionado por habitante -a cada vecino le corresponden 24,5 m2, compárelo con el tamaño de su casa- y hay más árboles en la calle. Una cantidad nada despreciable. "La media que recomienda la Unión Europea es de 15 m2 por habitante", destaca el autor del informe. También el comportamiento es más sostenible en lo referente a los residuos: se generan menos y se separan cada vez más.

Servicios: cada vez más cerca
Bilbao se ha convertido en una ciudad más cómoda para sus habitantes: prácticamente todos disponen de un centro sanitario o un centro educativo a menos de 300 metros, y algo más alejado, un centro cultural o una instalación deportiva. Tener en cuenta los equipamientos a la hora de valorar la sostenibilidad no es casual; "si la gente tiene un mejor acceso al lugar donde trabaja se logran reducir los desplazamientos", explica Luis Jiménez, que defiende las ventajas de la ciudad mediterránea. "Más compacta, no siguiendo el modelo anglosajón que se ha seguido, tipo chalé. Tanto la utilización de recursos como la generación de residuos se minimizan, porque hay una economía de escala. En un edificio de viviendas las infraestructuras se comparten. Que sea más o menos bonita es otro concepto; pero en cuanto a optimización de recursos, lo compacto es más sostenible", defiende el director del Observatorio.

Fuente | Deia

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