El recuerdo donostiarra al popular músico callejero está en Ibaeta
Félix Maraña | El Diario Vasco, 2010-11-15
Imagen: El Diario Vasco |
De este modo, Txantillo, que forma parte de la mejor imagen sentimental de la ciudad del último medio siglo, planta su referencia, para extender su memoria en el tiempo, aunque alejado de los barrios donde realizó su principal recorrido vital: Gros y Parte Vieja. En todo caso, ha sido una institución privada, de evidente vocación pública, quien acude a poner en vertical la estampa de Txantillo.
La escultura forma así parte de un cuadro ambiental mayor, en representación de un grupo de personajes populares de la historia de San Sebastián. En las balconadas de Olarain, resaltan dos grupos de personajes de la ciudad, creados también por Alberto Saavedra, y que nacen de sendas obras del pintor Ignacio Ugarte, autor del cuadro 'Una peseta al agua' -que obra en el hall del Ayuntamiento- y de las pinturas de la bóveda del Teatro Victoria Eugenia.
Los personajes, niños bañistas, guardias, iñudes, etcétera, hacen ahora coro a la estatua de Txantillo, que aparece enfundada con sus atuendos de faena: bolsa grande y rayada, bote para la propina, carro de la compra y xilófono, txapela y abrigo talar raído.
Una pesetita, por favor
Para Alberto Saavedra (autor también de las figuras que suelen decorar el Principal en la Semana de Terror), la estatua de Txantillo es como la coronación del cuadro general que conforman todas esas estampas que guardan la fachada llena de memoria del colegio mayor Olarain. Realizada en un material con el que Saavedra ha llevado a cabo la mayor parte de sus creaciones para el teatro, el museo y la calle -poliéster y fibra de vidrio-, a una distancia prudente del suelo (1,42 metros), Txantxillo aparece caracterizado como en los mejores momentos de su vida callejera, en el momento de solicitar, tras la ejecución de alguna música popular o himnos como 'La Internacional' -una de sus preferidas-, «una pesetita, por favor». La estatua de Txantillo, un encargo de Paco Marín, se suma así a otras pinturas sobre el personaje, como la que le dedicó Jesús Gallego, alma máter de la Asociación Artística. Txantillo también posó como modelo en dicho centro. Pero esta es su primera escultura, un canto a la memoria de un personaje que vivió como un juglar, pobre, pero libre.
Anteriormente, Celaya había inmortalizado su figura en un poema de 1950, resaltando su juglaría: «Yo me río si se ríen / cuando canto mis canciones. / Por mucho que a mí me duela, / más sufren los que no comen. / Rueda que rueda que rueda, / no sé qué soy, salvo pobre, / pero hasta un Chanchillo piensa / que es más o menos un hombre / y lleva como le dejan / su vergüenza y sus dolores».
La cifra
142 centímetros es la altura de la estatua, que está fabricada en poliéster y vidrio, la primera dedicada al popular músico que recorrió las calles de San Sebastián durante décadas con su carro de la compra y su xilófono.
Fuente | El Diario Vasco
Documentación
La Belle Époque, en corcho y vidrio
Escenas típicas de Donostia, personajes históricos de toda la vida e imágenes que reviven la sociedad de hace un siglo, hoy. El artista Alberto Saavedra ha preparado un llamativo conjunto escultórico para decorar el colegio mayor Olarain.
Harri Fernández | Noticias de Gipuzkoa, 2010-11-28
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