Imagen: El Diario Vasco
Los expertos Montero y Rocha apuestan por que el arte desaparezca como mercancía. Intervinieron en una jornada en Bilbao sobre el modelo de gestión del patrimonio cultural organizada por la UPV A. García | El Diario Vasco, 2010-07-08
Domingo Montero | Profesor de historia del arte | «La cultura es hoy como otra actividad económica clave para esta sociedad basada en el consumo»
Servando Rocha | Colectivo Cultural La Felguera | «El arte parece hoy una prolongación del político y la Administración, su imagen de marca»
Cada uno a su manera, observan la realidad artística y cultural actual. Domingo Montero, desde su condición de profesor de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca y Servando Rocha, desde una postura alternativa como ensayista y editor, que participa en distintas expresiones radicales relativas a la creación artística y el activismo y como miembro fundador del Colectivo de Trabajadores Culturales La Felguera, de Madrid.
Ambos han intervenido en una jornada del programa Arte y Cultura (BAK), que organizan en Bilbao los Cursos de Verano de la UPV, donde han reflexionado sobre el modelo de gestión actual del patrimonio artístico y cultural y su forma de canalizarlo en espacios, centros de arte y museos.
Coinciden en que, en un momento como el actual, donde se recurre al patrimonio artístico como excusa para reforzar estrategias turísticas, de desarrollo o imagen, se impone una reflexión sobre los riesgos que plantea un concepto que creen «manido» y aún no ha sido analizado en «nuestro entorno con la profundidad que requiere».
Para el profesor Montero, el arte se ha convertido en «una superestructura que lo engulle todo porque la cultura es hoy una actividad económica fundamental para esta sociedad basada en el consumo». El modelo cultural actual es «el mismo de la sociedad de consumo y los responsables políticos públicos hablan de la cultura como si fueran automóviles, en términos de penetración, impacto turístico, efecto sobre el PIB». Para cambiar el modelo de gestión cultural presente «habría que modificar el modelo económico al que está asociado, basado en la rentabilidad».
Gestión de los despojos
Rocha, por su parte, observa que «la cultura hoy en general es la prolongación de la Administración, su imagen de marca y sólo se deja a los ciudadanos como tales una mínima gestión cultural, la gestión de los despojos, los elementos en desuso, sobre todo a quienes protestan, para mantenerles a raya».
Montero comparte esa visión de la apropiación institucional de la manifestación artística. «En cualquier presentación artística ahí tienes al concejal o político de turno porque pone la 'tela', y tiene la pasta porque ostenta el poder. Es un círculo vicioso. Una cosa lleva a la otra y al final todo entra en las llamadas actividades culturales».
En su opinión, «a largo plazo tiene que cambiar este modelo porque es inviable, la gente se dará cuenta de que es absurda esta carrera por levantar un centro cultural en cada ciudad cuando no sabemos ni cuáles son sus necesidades reales de arte y cultura».
Comparten una visión ideal: «El arte tiene que desaparecer como mercancía, como objeto de museo, como bien. Tendría que ser una cosa mental, no necesitar de una presentación física, ni siquiera una imagen y no digamos ya de un espacio donde concentrarlo para ser contemplado». Eso no significa que «haya que ir a poner bombas al Vaticano o quemar el 'Gernika' o 'Las Meninas', sino que se trata de defender un futuro sin su repetición, conservándolo por lo que significa en la Historia del Arte pero la finalidad última del arte debería ser aspirar a disolverse en la sociedad».
Respecto a temas como la Capitalidad Cultural, creen que es más bien una carrera que está en función de intereses políticos, que buscan ese logro partiendo del modelo de las Expos y los Juegos Olímpicos. «¿Qué imagen queda cuando se logra ser sede de algo? Los políticos dando saltos y abrazándose». Montero es tajante. «Ya que la cultura es objeto de consumo, hay que hacer como con otros bienes: un consumo responsable».
Sobreoferta
El arte y la cultura como actividad económica simula «la producción de mercancía con su sistema de distribución, adquisición y explotación cuya última finalidad es terminar en museos y centros de arte moderno», resume Montero.
Respecto a polémicas como el Guggenheim 2 o la recuperación de infraestructuras urbanas reconvertidas en centros culturales observan que «hay en España, de unos años para acá, una sobreoferta de centros que malviven con una programación que va renqueando y una asistencia de público bajísima, porque se crearon de una manera artificial, como imposición de las estructuras políticas a modo de solución para determinadas zonas urbanas», afirma Rocha. Montero se muestra sorprendido de que se quiera levantar otro Guggenheim en un mismo territorio: no sé para qué hacer otro Guggenheim en el mismo territorio con todos los que hay ya. Para eso, que se traigan el MOMA 2, que sólo hay uno».
Fuente | El Diario Vasco
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