2010/08/07

argitalpenak | Milagros ruinosos

Imagen: El País
Milagros ruinosos
Llàtzer Moix ha hecho un viaje por la España de los arquitectos estrella, la apoteosis del pelotazo quedará como la crónica veraz de un tiempo que se volverá imperdonable. Llego al final del libro y me sorprende una ausencia: la de cualquier síntoma de rebelión ciudadana ante el despilfarro.
Antonio Muñoz Molina | El País, 2010-08-07

Hay muchas diferencias entre el trabajo de los arquitectos y el de los escritores, pero a mí me llaman especialmente la atención dos de ellas. La primera, la escala diversa de nuestras equivocaciones: una novela mala no hace mucho daño, y se olvida muy pronto; un edificio atroz o una plaza mal diseñada pueden ser un tormento para la vida práctica de muchas personas durante muchísimo tiempo. La segunda diferencia es que a un escritor casi nunca deja de alegrarle que se critique a un colega en su presencia, mientras que un arquitecto, si oye a un lego criticar a otro arquitecto, de manera inmediata sale en su defensa, con una mezcla muy curiosa de altanería y condescendencia. Con raras excepciones, los arquitectos piensan que el hecho de que casi todos nosotros nos veamos afectados muy directamente por los trabajos que hacen no nos da derecho a opinar sobre ellos. Si decimos algo negativo, o inconveniente, nos mirarán de inmediato como a penosos retrasados mentales. Igual que padres benévolos, pero firmes, ellos saben mucho mejor que nosotros mismos lo que más nos conviene. Sonríen con fatigada paciencia cada vez que nos quejamos de sus plazas sin árboles pavimentadas de cemento o granito, tan adecuadas para los climas mesetarios y para las fotos de las revistas de arquitectura, de sus bancos públicos sin respaldo, o con respaldo en forma de afilada cuña metálica.

Yo no sé si a Llàtzer Moix los veinte años que lleva escribiendo sobre arquitectura en La Vanguardia le conceden alguna autoridad a los ojos de un gremio tan quisquilloso, pero el viaje que ha hecho por la España de los arquitectos estrella, la apoteosis del pelotazo y las obras descomunales y con mucha frecuencia insensatas que se han ido levantando en los últimos diez o quince años, quedará como la crónica veraz de un tiempo que muy pronto se verá muy lejano y se habrá vuelto imperdonable. El libro de Moix, Arquitectura milagrosa, es a la vez un relato escrito en el presente del mejor periodismo y el testimonio de un pasado que la quiebra de la economía ha precipitado a la ruina. Lo propio de los espejismos, incluso los colectivos, es su fugacidad. Ayer mismo políticos idiotizados por la vanidad y la sensación de poder seguían sintiéndose emperadores o príncipes de las artes al pagar cualquier precio a las estrellas internacionales de la arquitectura. Para esos arquitectos, dice Llàtzer Moix, "España ha sido, y es todavía hoy, algo parecido al paraíso terrenal". Parecía que no hubiera límites, ni para la escala de las edificaciones ni para los presupuestos destinados a ellas, y menos aún para las minutas de los arquitectos, divos globales que viajan en jet privado de un extremo a otro del mundo, requeridos y halagados por dictadores de Asia Central, magnates ex comunistas del petróleo, jeques del golfo Pérsico, alcaldes y presidentes autonómicos españoles.

El origen de todo, explica Moix, fue el éxito del Guggenheim de Bilbao. Porque el edificio de Frank Gehry se convirtió en un triunfo casi instantáneo no hubo ya alcalde o aspirante a sátrapa regional que no aspirara a repetir el ya cansino efecto Guggenheim. Por algún motivo uno de los efectos del poder, incluso en una democracia, es la inclinación a los proyectos que llevan adherido como con una pinza el adjetivo faraónicos. No hay gerifalte que no aspire a la aparatosa inmortalidad de un gran mausoleo. La escala, no la utilidad, es lo que importa. Y como el esplendor funerario ya no es aceptable como coartada para el grandilocuente disparate, ahora se lo adorna con la legitimidad de la cultura. Los dos capítulos más cómicos y más desoladores del libro de Moix tratan precisamente de dos centros "culturales" agigantados en una metástasis de arbitrariedad y despropósito: la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia, y la Ciudad de la Cultura, de Santiago de Compostela. Un auditorio, un teatro, un museo, ya no son suficientes para la megalomanía de los políticos y los arquitectos: han de levantar ciudades enteras, como Akenatón en el desierto egipcio, como los príncipes incas en Machu Picchu.

La "Ciudad" valenciana, obra íntegra del inagotable Santiago Calatrava, estaba previsto que costara, en los primeros años noventa, 30.000 millones de pesetas, unos 175 millones de euros; en 2007, todavía muy lejos de su terminación, se habían invertido ya en ella 1.137 millones de euros. Su edificio central, el Palau de les Arts, tiene forma, según Moix, "de huevo, de cabeza de tiburón, de coleóptero, de casco de ciclista". En 2008 su mantenimiento anual suponía ya 30 millones de euros. A Calatrava, que se ve a sí mismo como un Leonardo diestro por igual en todas las artes, y a sus patronos, sin duda semejantes a los Médicis, las preguntas sobre dinero les irritan. ¿Nos preguntamos ahora cuánto costaron las catedrales góticas, las pirámides de Egipto? A Michael Bloomberg, el plutócrata alcalde de Nueva York, que se gasta sin pestañear cien millones de dólares de su bolsillo para pagarse él solo una campaña electoral, Santiago Calatrava le parece un arquitecto caro: no así a las autoridades autonómicas de Valencia.

En Galicia, Manuel Fraga también quería levantarse un monumento a sí mismo, quizás inspirado por el ejemplo del Valle de los Caídos en el que tanta ilusión puso su paisano y antiguo superior jerárquico. De nuevo había que reclutar a un arquitecto estrella, en este caso Peter Eisenman. En las afueras de Santiago, una ciudad de 90.000 habitantes, la otra Ciudad de la Cultura ocupa una parcela de 700.000 metros cuadrados. Nadie hizo un estudio serio de la demanda a la que tendría que atender, o de las carencias que hubiera debido corregir. En 1999 su presupuesto, calculado más bien a voleo, era de 108,2 millones de euros: en 2007 ya se predecía que iba a costar más de 500 millones. En uno de esos rasgos de humildad que caracterizan a las estrellas del oficio, el arquitecto Peter Eisenman aseguró que cuando esté terminada su grandeza sólo será comparable con la del Escorial.

Moix es un cronista meticuloso, más propenso a la ironía que a la ira. En su galería de barbaridades, que es la historia de un país lanzado a una espiral de delirio por el mangoneo y la corrupción política y la efervescencia de la especulación inmobiliaria, resaltan más algunas opiniones razonables, como la del arquitecto Patxi Mangado: "Quiero que mis edificios sean un paradigma de la arquitectura comprometida, donde confluyan el uso sensato de materiales y recursos, la inteligencia ingenieril y la lógica del diseño. La belleza debe basarse en la inteligencia de la actuación. Lo demás son estridencias, caligrafías extremas hoy en boga".

Llego al final del libro y me sorprende una ausencia: la de cualquier síntoma de rebelión ciudadana ante tanto despilfarro. En una democracia sin pulso cívico ni controles legales efectivos de la acción política cualquier aspirante a sátrapa regional o municipal sabe que sus abusos quedarán impunes. Y quizás si alguien prestara atención a las voces de las personas comunes que han de sufrir o disfrutar la arquitectura los disparates no llegarían tan lejos

Fuente | El País 

PUBLICACIONES
 
Arquitectura milagrosa : hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim / Llàtzer Moix.
Barcelona : Anagrama, 2010
266 p., [16] h. de lám.
ISBN 9788433925893*

Materias:
Arquitectura - Teoría
Biblioteca A-72.01 ARQ

La apertura del Museo Guggenheim diseñado por Frank Gehry obró milagros en Bilbao. Gracias a este prodigio de la arquitectura icónica, la ciudad voló de la grisura posindustrial a los brillos de la economía terciaria. Alcaldes y presidentes autonómicos de toda España vieron en el ejemplo bilbaíno la llave de su futuro. Un edificio espectacular con firma de postín –Calatrava, Hadid, Herzog & De Meuron, Foster, Eisenman...– les pareció garantía de visibilidad global, imán de turistas y estímulo para la economía local. Valencia, Zaragoza, Madrid, Barcelona o Santiago experimentaron este frenesí. Contrataron a los astros del firmamento arquitectónico internacional, descuidando la proporción entre la necesidad y el precio de las monumentales obras que les encargaron. Llàtzer Moix revisa estos años enfebrecidos y sus obras impresionantes pero, en ocasiones, insensatas. Lo hace mediante un reportaje, armado tras viajar a los escenarios de estos episodios y entrevistar a sus protagonistas, que lo confirma como una referencia en el ámbito del periodismo cultural.

Documentación 
De la mano de Gehry, Calatrava, Eisenman, Hadid et al.: arquitecturas milagrosas y milagros ruinosos
Ramón López de Lucio | Paisaje Transversal, 2010-11-10

Milagros a precio de oro
El periodista catalán Llatzer Moix desgrana en un libro los excesos de los arquitectos estrella y la excesiva complacencia de la clase política. Entre los ejemplos, la leyenda negra de Santiago Calatrava o el 'mausoleo de Fraga', herencias fatales para la actual crisis.
Raquel Ugarriza | Noticias de Gipuzkoa, 2010-06-14

Arquitectura milagrosa
Dirigentes políticos encargan proyectos faraónicos para pasar a la historia o buscando el 'efecto Bilbao'
Rosa Regàs | El Correo, 2010-05-09 

El auge de la arquitectura milagrosa en España
Lucio Latorre | Revista Miralls, 2010-04-25

La arquitectura, sus falsos milagros, sus malos profetas
El periodista Llàtzer Moix analiza en un libro el furor surgido tras la construcción del Guggenheim por levantar edificios icónicos y salvíficos en las capitales españolas
Marta Caballero | El Cultural, 2010-04-19
Todos quisieron tener un icono arquitectónico
El éxito del Guggenheim de Bilbao provocó en España una desaforada competencia para construir grandes y caros edificios diseñados por arquitectos estrella. Llàtzer Moix examina los intríngulis de un modelo insostenible. El análisis nos llega en un momento muy oportuno, cuando la burbuja inmobiliaria se ha deshinchado
Daniel Giralt-Miracle | La Vanguardia, 2010-03-24 
Contra la arquitectura
Llàtzer Moix documenta los excesos del 'star system' en España
El Mundo, 2010-03-08 | EFE 

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