Imagen: El Mundo | Perriand, en la chaise longue basculante, que codiseñó con Le Corbusier.
Charlotte Perriand, 'La Corbusiera' La diseñadora francesa creó los asientos más famosos del siglo XX. Perriand creó muebles con materiales baratos, como la madera.
Meritxell Mir | El Mundo, 2010-10-18
A Charlote Perriand le encantaba fotografiar a personas sentadas, tuvieran un asiento apropiado o lo improvisaran. Con esas instantáneas, estudiaba sus posturas y su forma de hacerse con el entorno para aplicar las conclusiones a sus diseños de sillas, sillones, banquetas y taburetes.
Fue así cómo la diseñadora francesa, fallecida en 1999, consiguió crear algunos de los asientos más famosos y cómodos del siglo XX. Esos muebles se exhiben estos días en el Museo del Diseño de Zúrich como parte de una muestra retrospectiva sobre la discípula más aventajada de Le Corbusier.
En 1927, con tan sólo 24 años, Perriand entró a formar parte del estudio de Le Corbusier, el suizo que revolucionó el mundo de la arquitectura moderna. Con él trabajaría codo con codo durante una década. Junto al propio maestro suizo y Pierre Jeanneret, diseñó varios muebles que hoy son iconos en la historia del diseño. Muy famosas se hicieron sus sillas con estructura de acero tubular cromado, un elemento muy común hoy en día pero que en la época rompió moldes. Entre estos asientos, destacan la 'Chaise longue basculante', de 1928, o 'La silla giratoria' (1927).
Aunque hechas realidad hace siete u ocho décadas, muchas de esas piezas se siguen fabricando hoy en día pues no han perdido ni un ápice de su contemporaneidad. Según el comisario de la muestra, Andreas Janser, el éxito impertérrito al paso del tiempo de Perriand se debe al uso de formas tan sencillas como expresivas, y a la ligereza de sus diseños, que supieron adaptarse a la creciente movilidad de las personas en la época moderna.
Una fémina entre hombres
A mediados de la década de los 30, la joven creadora ya había conseguido hacerse un sólido hueco en un mundo dominado por hombres. Era el momento de explorar otros horizontes. Arrastrada por su fuerte compromiso político con la izquierda, Perriand se alejó del glamour que rodeaba los diseños de Le Corbusier y estableció su propio estudio, creando muebles con materiales más baratos, como la madera, que permitían su reproducción en serie. Sus taburetes de tres patas cortas redondeadas, con un estilo muy infantil, han sido copiados hasta la saciedad y, hoy en día, se pueden encontrar ejemplares similares en tiendas de muebles de todo el mundo
La relación de Perriand con la fotografía fue siempre estrecha. Solía dar paseos por bosques y playas, acompañada de su pareja Pierre Jeanneret y Fernand Léger, en los que buscaba restos dejados atrás por la naturaleza, que retrataba y utilizaba como notas de trabajo e inspiración para sus diseños. En las formas orgánicas de huesos, ramas, piedras, Perriand veía las patas de sus mesas o los respaldos de sus sillones.
Al servicio del Gobierno
Pero pronto vio en la fotografía un medio de expresión per se. Sus macro montajes con imágenes llegaron al apogeo de su popularidad cuando en 1936, el ministro de Agricultura, Georges Monnet, le pidió que transformara la sala de espera del Ministerio en una demostración propagandística sobre sus reformas agrícolas. Perriand, que comulgaba con las mismas ideas, se puso a su servicio. Acabó cubriendo las paredes de la sala del siglo XVIII (hasta ese momento redecoradas con stucco) con un foto-collage gigantesco que cubría las paredes desde el suelo hasta el techo. El mensaje era claro: las duras condiciones de los campesinos en el campo pueden cambian con el progreso técnico. Un mural ideal para vender la reforma agraria que planeaba Monnet.
Tras unos primeros escarceos con la URSS, se dio cuenta de que el modelo soviético no funcionaba, y se acercó a posturas algo más alejadas del comunismo. Para el popular 'Salon des Arts de Ménager', también de 1936, el Gobierno le volvió a hacer un encargo. Hizo un fotomontaje de 9 x 13 metros con el que pretendía que el medio millón de visitantes del Grand Palais se enfrentara a las paupérrimas condiciones de vida que también existían en París y que, el nuevo Ejecutivo, estaba dispuesto a cambiar.
El tamaño de las imágenes, la superposición de mensajes y el uso de estadísticas sencillas convertían su ideología en narraciones visuales realistas y comprensibles, aptas para todos los públicos.
Fuente | El Mundo
Documentación
Charlotte Perriand, diseñadora, fotógrafa y activista
Araceli Rico | swissinfo.ch, 2010-10-05
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