Imagen: El País |
Alberto Martín | El País, 2010-11-20
En los últimos años ha ido cobrando fuerza, como pauta para el desarrollo de proyectos fotográficos en torno al paisaje, cierta idea de viaje a la búsqueda de lugares remotos desde los cuales es posible entrar en contacto con la naturaleza en condiciones extremas. El objetivo con ello es conseguir que tanto la experiencia del viaje como la propia esencia de lo remoto se depositen y se manifiesten en cierto modo en la imagen, ofreciendo así la posibilidad de vislumbrar el abismo que se abre entre lo real y lo subjetivo, entre lo físico y lo emocional o, en definitiva, entre la descripción y la imaginación.
Algunos ejemplos de esta estrategia han podido verse recientemente en nuestro país: es el caso de En tierras extrañas, de Axel Hütte, o de la expedición de Geert Goiris a la Antártica para Whiteout. Ahora es el turno de Thomas Joshua Cooper (San Francisco, 1946), quien probablemente sea el autor que con mayor radicalidad y perseverancia ha recurrido a la noción de viaje y a la captación de paisajes extremos como método de trabajo. El proyecto que presenta, titulado True y compuesto por 60 fotografías, propone un itinerario visual que visita, en un camino de ida y vuelta, los extremos polares, el Polo Norte y el Polo Sur, bordeando la Costa Atlántica. Este bloque de trabajo es un capítulo más de la extensa serie The Atlantic Basin Project-The World's Edge que lleva desarrollando desde 1990 y con la que se propone trazar un mapa de los límites de la tierra y las islas que rodean el Océano Atlántico. Esta mirada hacia los extremos de la cuenca del Atlántico es denominada por el propio Cooper como el Atlas del vacío y de lo extremo. En dicha denominación se encuentran los términos que definen la tensión básica que alienta el conjunto de este ambicioso proyecto: el impulso cartográfico del atlas, objetivo y sistemático, que va registrando con minuciosidad las coordenadas y emplazamientos donde tiene lugar la toma de la imagen, y en contraposición, unas imágenes que se alejan tanto de la descripción como de la espectacularidad y grandiosidad a las que tan fácilmente se prestaría la geografía que recorre. Cooper en este conjunto de imágenes rechaza la línea del horizonte y baja la cámara buscando el aliento del lugar, en una arriesgada reformulación de la mística del espacio y de la tradición fotográfica que buscaba captar el "espíritu del lugar" en cada paisaje. Sus fotografías, realizadas con una cámara de placas del siglo XIX, nos plantean con claridad la diferencia entre ver y contemplar, y nos retan a compartir con él la lentitud de su mirada oyendo el ritmo del paisaje y esperando a que se manifieste esa plenitud del vacío al que hace referencia el título de su atlas. La clave de su invitación a captar el vacío, a asomarnos al abismo de lo inasible, puede encontrarse en cierta manera en una poética compartida con el haiku. La pista nos la ofrece una imagen de 1996 que también se expone en esta muestra, junto a un conjunto de obras que repasan su trayectoria, y que tiene el significativo título de Doctrina Basho. Esta referencia al poeta japonés nos abre una clave de lectura del conjunto de la obra de Cooper que tendría mucho que ver con la naturaleza del haiku: los momentos de revelación, la suspensión del ánimo, la sugestión o la capacidad para convocar una ausencia. Al igual que Basho, Cooper también ha viajado en este proyecto por el "sendero estrecho del fin del mundo".
- Thomas Joshua Cooper
- Centro de Arte y Naturaleza (CDAN)
- Doctor Artero, s/n. Huesca
- Hasta el 12 de diciembre
Fuente | El País
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