I. Ochoa de Olano | El Correo, 2010-03-07
Vitoria está llamada a refundirse desde que, el viernes, el Gobierno central, el vasco, la Diputación y el Ayuntamiento suscribieron por fin el acuerdo para costear el soterramiento del ferrocarril. Con esa firma, demorada durante una larga década, la instituciones sellaron el acta de defunción de los caminos de hierro que allá por agosto de 1864 inauguraron la línea Madrid-Irún y que supusieron, con el paso del tiempo, la sentencia de divorcio entre el norte y el sur de la ciudad.
Pese a la imprecisión de las fechas en las que se calcula que se desmontarán las vías para siempre -los expertos sitúan la ejecución de esos trabajos entre 2015 y 2017-, la histórica operación devolverá a la ciudad una lengua de terreno de unos 6,8 kilómetros de largo, los que distancian Mercedes de Salburua, y una superficie total próxima a los 300.000 metros cuadrados. El equivalente a 300 campos de fútbol (sólo que en disposición lineal), o más ilustrativo aún, el correspondiente a 45 calles Dato, o bien, a algo más de cuatro avenidas Gasteiz.
Una vez que se despeje el trazado de los restos del paso del ferrocarril, la capital vasca seguirá partida en dos hasta que se emprenda el cosido urbanístico. La colosal actuación permitirá integrar en la ciudad los principales equipamientos deportivos -Mendizorroza y el Estadio-, el campus universitario y nada menos que cinco barrios donde residen cerca de 40.000 vitorianos. Esto es, casi el 20% de la población. El goloso y complejo reto que plantea el que será, sin duda, uno de los mayores cambios fisionómicos en la historia de Vitoria ha disparado la imaginación de los arquitectos. EL CORREO ha recabado la opinión de algunos miembros de distintas generaciones de este gremio de profesionales, que proyectan (o suturan), cada uno fiel a su estilo, el nuevo corredor.
Roberto Ercilla, autor junto a Miguel Ángel Campo de la ordenación de los terrenos desafectados por el Vasco-Navarro -intervención que repitieron después en Durango-, cree que el desafío de la 'anexión' reside en lograr que la franja de terreno «actúe de conector y no de barrera». Y dada la disposición de la misma, estrecha e irregular, y de los distintos usos y estéticas que se ciernen a un lado y al otro, la misión, advierte, se presenta «complicada». Convencido de la necesidad de «colmatar» la ciudad, de proporcionarle una «mayor densidad», y de obtener recursos económicos para cofinanciar el soterramiento, Ercilla aboga por construir viviendas y dotar a la zona de una carácter «utilitario».
El responsable del diseño del centro de creación artística Krea, que se levanta en Betoño, no reniega del tráfico, tanto privado como público, en el futuro «bulevar». Al contrario, considera que abre una excelente oportunidad para, por un lado, «desahogar» el tránsito rodado que soporta Manuel Iradier y, por otro, facilitar el acceso a la ciudad desde el Este. Esto es, para los que vienen de San Sebastián o Pamplona. Pese a ello, dice concebir el corredor que viene como un lugar «a escala» -en las antípodas de la avenida, aclara-, «agradable para pasear, como el paseo del santo, con casas, tiendas y bicis».
Nada de parques
En parte en sintonía con Ercilla, Javier Mozas visualiza ese espacio urbano con una «imagen nueva, lejos de la del centro tradicional y de la de la periferia» (Salburua y Zabalgana), a base de conjuntos edificados «densos y complejos». Piensa en una mezcla de viviendas con oficinas, comercio de proximidad, equipamientos públicos y privados, centros culturales y nodos de transporte. Eso sí, nada de parques ni de espacio libres. «Diluyen las energías y aflojan la intensidad urbana. Y, precisamente, lo que el centro necesita es intensidad», enfatiza el arquitecto de la nueve sede de la Caja Vital o de los complejos que se edifican junto a la plaza de toros.
Por eso, sueña también con la 'antiavenida'. Es decir, con «pasajes, sendas, veredas, recorridos peatonales, las vías del tranvía, calles y callejuelas, carriles-bici y zonas de juego». ¿Y el tráfico rodado? Mozas lo soterra entre Portal de Castilla y el coso taurino.
El veterano José Luis Catón, cuya impronta lucen el museo Artium o el edificio de la Hacienda foral, pone sus ojos y su inquietud profesional en el epicentro mismo del corredor -entre la estación de Renfe y el campus- para reflexionar sobre el «fenómeno de simetría histórica» que forjó el maestro Olaguíbel «cuando trasladó Vitoria del Medievo a la Ilustración». Se refiere a su diseño de la plaza de España, con el Ayuntamiento, en el mismo eje del Ensanche, que es Dato. «La llegada del ferrocarril al término de este calle, frente a la Casa Consistorial, marcó el siguiente salto histórico», recuerda. Ahora que se ha pactado borrar aquella huella, el arquitecto foral defiende la construcción en esa 'zona cero' de una «torre potente y bien visible» que acogería las nuevas oficinas municipales, «en simetría al Ayuntamiento de Olaguíbel».
Con respecto al tramo ferroviario en su conjunto, Catón previene del «error» que supondría «plantearlo como una cicatriz. Debe ser ocupado y abordado como un proyecto secuencial y no lineal».
Pablo Carretón ya lo ha hecho. En su cabeza ha dibujado tres grandes espacios públicos o ágoras «que permitan al Sur entrar al centro de la ciudad». Son el tramo Renfe-campus «y las grandes posibilidades de expansión que permitirá a la Universidad Las Salesas y el huerto de los Carmelitas»; San-Martín-Ariznavarra y Adurza-San Cristóbal. El resto lo completa con viviendas y comercio y un «edificio que albergue una nueva y gran biblioteca. La de La Florida se ha quedado pequeña», apunta.
A diferencia del sector veterano, los profesionales más jóvenes apuestan por «respetar e integrar la historia dentro del planeamiento, haciendo referencias al trazado del tren, ya sea haciendo en su lugar bicicarriles o paseos», sugiere Natxo Ibarrondo. La secretaria del colegio oficial de arquitectos, Jimena Ruiz de Landa, respalda la idea y apela a los jardines 'colgantes' que se han hecho en el 'meatpacking district' de Nueva York, donde se ha aprovechado la antigua estructura en altura del tren para acondicionar una pasarela 'verde' por la que pasear o tumbarse al sol. «En Vitoria podría hacerse algo similar frente a La Senda», lanza.
Pese a sus distintas visiones y formas de hacer arquitectura, todos coinciden en la necesidad de apostar por un proyecto «valiente» y en dotar a la ciudad de una imagen novedosa y más contemporánea. Eso no es todo. De forma previa, proponen abrir una especie de taller de ideas porque «tenemos muchas cosas que decir», enfatiza Ruiz de Landa.
- José Luis Catón. «Veo una gran torre en Renfe para el nuevo Ayuntamiento, frente al que hizo Olaguíbel»
- Pablo Carretón. «El campus debe extenderse hacia Las Salesas y acercarse al centro»
- Javier Mozas. «Hay que darle una imagen nueva, ni la del centro tradicional ni la de la periferia»
- Natxo Ibarrondo. «Se debe respetar e integrar la historia (el trazado del tren) en el planeamiento»
- Jimena Ruiz de Landa. «En las vías en altura frente a La Senda podrían hacerse pasarelas 'verdes'»
Ramón López de Lucio (Madrid, 63 años) es catedrático de Planeamiento Urbanístico y cuando se refiere a Vitoria sabe de lo que habla. Participó en la creación de Lakua durante el extenso mandato municipal de José Ángel Cuerda, ideó el derribo aún pendiente de Errekaleor con Alfonso Alonso en la Alcaldía y ahora trabaja en una empresa que licita para dibujar el próximo Plan General de la capital alavesa. ¿Su diseño para el tramo que libere el soterramiento? No tiene. La razón es sencilla. Le parece una tremenda equivocación cargarse un trazado ferroviario que considera «muy interesante» y que «no supone una barrera infranqueable para la ciudad».
Pero, hay más. Primera premisa: «seguir a la vanguardia del urbanismo en el Estado ya no pasa por tener más zonas verdes, sino por tener un transporte sostenible». Segunda: «Vitoria ya no puede crecer como una cebolla. Debe hacerlo con un sistema lineal comarcal». Es decir, en torno a la actual línea férrea. Mirando al Oeste, desde Miranda, pasando por Nanclares de la Oca, Lapuebla de Arganzón y Júndiz hasta llegar a la capital. Mirando al Este, desde Araia, pasando por Salvatierra y Alegría hasta llegar a Vitoria. «En ese escenario, los trenes de cercanías serían un excepcional medio de transporte», asegura el urbanista.
Consciente del nulo recorrido de su propuesta, López de Lucio vaticina que, con el soterramiento, Vitoria ganará «una avenida con más coches, ruido y contaminación, en pleno centro».
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Fuente | El Correo
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